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Reclaman dos familias ante la delegación de la PGR los restos de un mismo trabajador

Continúa búsqueda de desaparecidos por la explosión de planta de gas en Reynosa
Foto
Destrozos por la explosión en la planta de gas de ReynosaFoto Reuters
Corresponsal y reportero
Periódico La Jornada
Domingo 23 de septiembre de 2012, p. 28

Ciudad Victoria, Tamps., 22 de septiembre. Familiares de dos obreros desaparecidos en la explosión ocurrida en el Centro Receptor de Gas Natural y Condensados, por cuarto día continuaron entre los matorrales la búsqueda de sus parientes Héctor Javier y Bruno Ulises, quienes no han sido localizados desde el pasado miércoles. En la delegación de la Procuraduría General de la República (PGR), dos familias reclaman un mismo cadáver.

Desde las 9:30 horas las familias de los desparecidos, apenas con palos y machetes en sus manos para protegerse de alguna alimaña, se internaron en un polígono de 100 hectáreas llenas de mezquites, nopales y cenizos, vegetación semiarida del lugar, ayer buscaron al lado poniente, anteayer lo hicieron al lado oriente y hoy repitieron por segundo día hacia el norte, porque la planta esta hacia el sur y colinda con la carretera Reynosa-Monterrey.

Hubo gritos de júbilo y aumentó la esperanza, porque cerca del canal Rodhe, el tío Eduardo vio unos zopilotes, y la cuadrilla que encabezaba se enfiló a toda prisa hasta dar con su paradero, pero los ánimos decayeron ya que se trataba de una vaca muerta.

Al mediodía los brigadistas se reunieron con sus esposas y demás hombres y mujeres que se sumaron a la jornada de hoy, compartieron un planto de huevo con papas, tortillas y agua natural. Apenas se echaron el último bocado y se dispersaron a pie y en una camioneta. Sara, jóven esposa de Bruno, prefirió buscarlo por cuenta propia. Cicerón su padre apenas a dos meses de que le extrajeron un riñón, también se integró a las cuadrillas.

Una avioneta particular sobrevuela la zona. En ella viaja otro de los hermanos de Bruno. La consiguieron con un conocido y la prestó con la condición de que no revelaran su identidad, un helicóptero del Ejército hizo lo propio y lo mismo que otra unidad con las mismas características, propiedad de Protección Civil cuatro horas después. Otro grupo de obreros de la empresa Inorcosa también buscaban en el monte.

De overol azul, salen de entre el monte un grupo de hombres jóvenes y fornidos, son los amigos de Héctor Javier, otro de los desaparecidos, pertenecen a otra empresa, pero decidieron solidarizarse con la búsqueda, porque unos primos de Javier laboran en esta empresa.

Al lugar llegaron personalidades, con un atuendo impropio. Fue el caso de José Elías Leal, quien dijo ir en representación del gobernador, y Carlos Leal, titular de Protección Civil. Desde arriba de sus camionetas doble cabina, doble tracción y aire acondicionado vieron perderse al segundo grupo de brigadistas. Dijeron que no entraban porque la búsqueda se haría horas después desde un helicóptero propiedad del gobierno estatal.

¡Pinches putos!, que se metan al monte, nomás vinieron a tomarse la foto y los periodistas, que les hacen la bastilla, susurró la esposa de Erik a una prima de éste, desde una palapa despeinada, donde se protegían del sol.

A cinco kilómetros del lugar de la explosión –entre el monte espinudo– Erik, hermano de Bruno, narra en tono molesto durante la segunda búsqueda del día que un trabajador petrolero de la paraestatal le dijo que el día de la explosión la empresa decidió cerrar la puerta principal, por lo que los trabajadores amenazaron con demandar a Pemex, pero que funcionarios de la misma les dijeron que los contrademandarían.

Unas horas antes, en la puerta principal del lugar donde ocrurió la tragedia, cuatro obreros de overol color naranja entran a la planta, tiene como encomienda revisar las válvulas de vacío en los tanques del 105 al 110. En el mismo lugar trascendió una de tantas versiones del día de los hechos de que al menos 10 vehículos oficiales y particulares entre éstos una revolvedora de concreto y una pipa de la empresa Garza Ruiz volaron en pedazos.

Mientras que en el módulo de atención a familiares de los obreros, instalado en las oficinas de la PGR, un abogado de la dependencia hace labor de convencimiento con tres mujeres que reclaman un cuerpo del que otra familia dice que tiene los mismos rasgos del pariente que buscan.