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Economist Intelligence Unit

Productos agrícolas

La comida sigue cara
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Periódico La Jornada
Martes 18 de septiembre de 2012, p. 28

Productores agrícolas en países como EU, Rusia, Kazajistán y Ucrania han sufrido los efectos de la sequía, lo cual ha tenido fuerte impacto en las estimaciones de producción agrícola en el ciclo 2012/13 y a su vez ha conducido a agudas elevaciones de precio. En su Observatorio de precios de alimentos correspondiente a agosto, el Banco Mundial señaló que los precios mundiales se habían elevado 10% en junio respecto del mes anterior. Los costos de exportación del maíz y el trigo aumentaron 25% en el mismo periodo, y los de la soya 17%. En contraste, los del arroz cayeron 4%. Los más recientes movimientos del mercado fueron suficientes para que el banco expresara preocupación por el impacto de los precios de alimentos sobre la pobreza en los países en desarrollo, en particular en África y Medio Oriente y, en general, en naciones que dependen en gran medida de las importaciones de alimentos o en las que el gasto en comida consume una proporción alta del ingreso de los hogares.

Datos previstos

El informe del Banco Mundial causó impacto en las noticias, pero nuestras previsiones de precios de alimentos probablemente no tendrán cambios significativos, a menos que se presenten grandes y sostenidos aumentos de precios. A mediados de agosto revisamos nuestros pronósticos de algunos cultivos y nuestro índice general de alimentos y bebidas, con el fin sobre todo de incluir la sequía en EU (donde las cosechas de maíz y soya han sufrido gran impacto) y en Europa oriental (gran productora de trigo). Por tanto, el anuncio del Banco Mundial refleja sucesos que ya habían sido considerados en nuestros cálculos.

Además, el hecho de que los precios del trigo, el maíz y la soya fueron mucho más bajos a principios de 2012 limitará el potencial de aumentos en promedio anual. Por ejemplo, aún prevemos que el precio promedio del maíz (amarillo núm. 3 de EU, lab puertos del Golfo) sea apenas 4.2% más alto en 2012 que en 2011, aunque los precios de por sí estaban inflados, luego de un aumento de 51% el año anterior. Las reservas mundiales de maíz se mantendrán muy restringidas el año próximo. Entre tanto, nuestra previsión del precio del trigo aún contempla un descenso de casi 4% este año (con base en el precio de exportación del trigo Hard Winter de EU). Las cosechas extraordinarias de los tres años pasados deben de mitigar algo de la presión sobre las existencias de este cereal. Si bien las reservas se reducen, y esperamos que la producción decaiga 5% este año, el descenso ocurrirá a partir de una marca muy alta, lo cual debe de limitar el potencial de nuevas elevaciones de precio.

No es probable que las preocupaciones internacionales acerca de que haya abasto suficiente de los principales cultivos y a un precio accesible se disipen con facilidad. Si bien creemos que los precios de los granos tal vez ya llegaron al tope, e incluso quizá rebasaron los niveles previsibles según los fundamentos del mercado, es probable que elevemos nuestro pronóstico si la racha persiste. Los precios deben de bajar a principios de 2013, pero seguirán siendo altos.

Tailandia: esfuerzo fallido

Algo más positivo en términos de seguridad alimentaria para los países en desarrollo es que los precios del arroz –que se elevaron dramáticamente durante un episodio precedente de inflación global de precios de alimentos, en 2008– se resisten a la tendencia. Hace cuatro años, las enfermedades y las malas condiciones del clima redujeron la producción de arroz, sobre todo en Asia, en un momento en que las existencias de por sí eran bajas. Ahora, en cambio, los inventarios son más que amplios, y a menos que la producción en India resulte inesperadamente baja (lo cual no prevemos), es poco probable alguna escasez en el mercado global. El monzón en India se ha recuperado, y las zonas más afectadas por la sequía se encuentran en el sur y el oriente del país, más que en el norte, donde la agricultura está más mecanizada y es más productiva. Los esfuerzos fallidos de Tailandia por manipular el mercado mundial del arroz también parecen haberle resultado contraproducentes, al crear una enorme reserva que a la larga originará una presión a la baja en los precios, en vez de apoyar el mercado, como ese gobierno esperaba. El principal motivo de cautela es que el arroz es un producto que se comercia muy poco en el mercado internacional –apenas 7% de todo el que se produce– por lo que incluso pequeños cambios en el mercado pueden tener un impacto global desproporcionado.

Las principales implicaciones de la carestía de alimentos son diversas. Si lo demás permanece constante, la situación es potencialmente inflacionaria, sobre todo en países en los que el gasto en alimentos representa gran parte del ingreso de los consumidores. La inflación alta puede ser un fenómeno inoportuno en un momento en que la mayoría de los bancos centrales luchan con una actividad económica débil o más lenta e inyectan efectivo al mercado o mantienen una política monetaria laxa. Una súbita necesidad de restringir la política en respuesta a una inflación impulsada por los alimentos podría poner en peligro los esfuerzos por apoyar la recuperación económica. Una complicación adicional es el efecto de los precios del petróleo, que contribuyen en forma significativa al costo de los alimentos debido a los fertilizantes y el transporte. Los precios del petróleo no han llegado a los puntos altos que alcanzaron en marzo de este año o a mediados de 2008, pero se han elevado en forma notable desde su reciente caída de finales de junio. Si estos precios continúan así por cualquier razón –por ejemplo, por las tensiones geopolíticas relativas a Irán–, podrían convertirse en un factor que afecte los mercados de alimentos.

Prima de riesgo

En conclusión, el panorama al acercarnos a 2013 sigue siendo incierto. Dependiendo de las tendencias de la demanda y otros factores, los precios podrían reducirse una vez que desaparezcan las presiones sobre la oferta relativas a los recientes problemas del clima. Además, los mercados cuentan hasta cierto punto con estabilizadores automáticos, en tanto un periodo de precios altos por lo regular estimula a los agricultores a invertir y plantar más, lo cual a la larga eleva la oferta. En sentido opuesto, los efectos de las recientes condiciones de sequía persistirán, lo cual afectará las perspectivas para las cosechas del año próximo. De hecho, por esta razón hemos revisado al alza nuestras previsiones de precios para 2013.

Dadas estas variadas fuerzas del mercado, la prolongación de la volatilidad de los precios de alimentos que advierte el Banco Mundial no sería una sorpresa. Si bien nuestra visión actual es que las preocupaciones por la carestía son exageradas, dados los fundamentos, también ocurre que los comercializadores aplican una especie de prima de riesgo semejante a la que se da en el mercado del petróleo (pero relacionada con el clima, no con la política). Las recientes restricciones en la oferta hacen más vulnerables los mercados de alimentos a la más ligera perturbación del clima, lo cual podría conducir a que se concretaran los peores escenarios de precios. Por ejemplo, si bien esperamos un descenso en la producción de soya en EU, las perspectivas de producción mundial son buenas porque prevemos una fuerte producción de la siembra de principios de 2013 en América Latina. El riesgo es que Brasil y Argentina representan casi 50% de la producción mundial de soya (en comparación con un tercio de EU), por lo que si esos países tuvieran problemas de clima que mermaran la producción, los recientes aumentos de precio se verían justificados por la realidad.

Traducción de textos: Jorge Anaya