Sociedad y Justicia
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Ventaneando el bolso de las mujeres, investigación de Psyma y GDV-Groups

Cada vez más mujeres cargan en la bolsa algo para defenderse

Inspirado en un estudio similiar realizado en Estados Unidos, Javier Cervantes logró conocer el interior de 340 bolsos de las mexicanas, así como el valor estimativo que dan a este accesorio

 
Periódico La Jornada
Lunes 17 de septiembre de 2012, p. 47

Por su bolsa y sus pertenencias las conocerás. No importa si es original o pirata, más de la mitad de las mexicanas son chic, prefieren bolsos de diseñador o imitaciones; por los 24 objetos guardados en promedio se les puede clasificar como tech, cargan hasta el último cable de sus aparatos, o sensuales, no olvidan condón o juguete erótico y una minoría, pero creciente, guarda pistolita, cuchillo o un aerosol pimienta.

Ventaneando el bolso de las mujeres: Dime qué traes y te diré quién eres, investigación elaborada por Psyma y GDVGroups, dos empresas de estudios de opinión, reveló algo de la sicología y el poder económico de la mujer mexicana de 18 a 60 años por la bolsa que elige y lo que lleva en su interior.

Sin importar si son ricas, las mexicanas suelen tener nueve bolsas (aunque usen sólo una) a las que tienen en alta estima y les conceden alto valor. A algunas les da estatus, presencia, sex appeal, mejora su autoestima, a todas les facilita estar fuera de casa con lo necesario y muchas dicen buscar que combine con su ropa, aunque 90 por ciento de ellas elige una de color negro.

Javier Cervantes, investigador de mercado y académico de la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Nacional Autónoma de México, logró lo que ninguna amiga y menos el marido, novio o hermano pueden hacer con las bolsas de 340 mujeres: saber qué llevaban adentro e incluso algunas mostraron esos secretos: desde cosméticos hasta biberones, y permitieron fotografiarla y filmarla.

Nos encontramos las historias más curiosas. Unas llevaban armas sencillas, como cuchillo o aerosol y alguna pistolita; otra, una lamparita de minero, por si se detenía el elevador, y algunas comida, por si permanecían escondidas unas horas, detalla Cervantes.

Lo común es encontrar adentro accesorios como anteojos, cartera o monedero (ocho de cada 10 bolsas), lo mismo que cosméticos u objetos como llaves, boletos o artículos de defensa (siete de cada 10); después se encuentran medicamentos y artículos de higiene (casi siete de cada 10). Y cada vez más (seis de cada 10) son esclavas de la tecnología: celular, cámara fotográfica, Ipad y laptops.

Una minoría (tres de cada 10) lleva aparatos para el cuidado del cabello, como un alisador o una secadora; otras llevan una minidespensa: fruta, barritas energéticas, agua o el alimento que quepa.

Criticadas porque cargan hasta la plancha, muchas usan bolsas grandes porque cargan objetos de la familia: los lentes del esposo o los dulces de los niños. Dado que no pocas han sufrido asaltos prescinden de tarjetas de crédito y de otros valores, sobre todo cuando van a sitios inseguros o viajan en transporte público. No faltó la entrevistada que sugirió diseñar bolsas con chip integrado, como el de los carros, para rastrear este preciado objeto.

Cervantes, quien lleva más de tres décadas dedicado a los estudios de opinión, se sorprendió al descubrir el aprecio que siente la mujer por su bolsa: es algo personal, no lo comparte, se aferra, y la agarra de las asas, no quiere que otros metan mano.

Un aspecto revelador –explica– es que llevan “mucha basura. Sacaban recibos, envolturas de chicles, de dulces, de comida, papeles viejos, recibos y decían: ‘no sé, pero ahí se quedaron’”.

Al fin de cuentas, muchas cargan con todo un repertorio de objetos para evitar olvidar algo, perder tiempo, desaprovechar oportunidades, tener complicaciones, verme fuera de lugar, o no encajar socialmente.

¿Y qué dice el bolso del estatus de la portadora? Las que gastan una mayor cantidad en su adquisición (778 pesos o más) representan 14 por ciento y les importa: que hable de cómo es mi personalidad, me ayude a sentirme joven, me haga sentir segura de mí misma, sea una marca exclusiva o sus diseños sean originales.

Quien invierte un poco menos (686 pesos) equivale a 22 por ciento y considera importante: que valga el precio que pago por ella, sea una marca de calidad u una que recomendaría a mis amigas y familiares, que le quepa todo lo que necesito llevar, que sea cómoda de cargar, que me permita movilidad, que no se ensucie fácilmente.

Diecisiete por ciento dedica 618 pesos en promedio a la compra de la bolsa y le interesa que su arreglo personal sea de lo mejor, sea apropiada en toda ocasión y que combine con todo, aunque no sea de diseñador o de tradición.

Para quienes erogan 500 pesos (22 por ciento) lo más apreciado es su duración y mantener en buen estado los objetos que guardan ahí, no piensan si las acompañará en los momentos importantes ni que hable de su personalidad.

Al grupo más grande (34 por ciento) le cuesta 483 pesos su bolso, lo cual no le impide soñar con una bolsa de marca, por eso les importa mucho que se vea como de diseñador.

El sitio donde se compra el querido objeto también es importante; no es lo mismo adquirirlo en un tianguis que en la tienda departamental. Eso comunica estatus, poder adquisitivo, referencia de moda.

Cervantes, quien se inspiró en estudios similares hechos en Estados Unidos, concluyó que la bolsa es tan importante para la mujer que cuando deja de usarla (por vieja o pasada de moda) no la tira, sino que muchas veces la regala a una prima joven o a alguien más para evitar su defunción.