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Ver día anteriorSábado 15 de septiembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Seguridad y soberanía alimentaria
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e lee en La Jornada de ayer: la Comisión Económica para América Latina (Cepal) recomendó la creación de fondos de alimentos para enfrentar el incierto panorama que se plantea en la producción mundial por la sequía, inundaciones e incremento de precios.

La discusión sobre los alimentos se ha convertido en tema estratégico por la volatilidad de los precios de algunos alimentos a partir de la crisis de 2007-2008. Como señalamos recientemente De Janvry, Sadoulet y yo: El alza de los precios de 2008 fue seguida de otros aumentos de precios y en general de una tendencia al alza, lo cual constituye en sí un punto de inflexión en la situación alimentaria mundial. Los inventarios mundiales de alimentos están en su punto bajo más bajo, lo que contribuye a la volatilidad en los precios alimentarios. La demanda por biocombusibles compite contra la demanda por alimentos que añade una presión alcista en los precios de los granos. En el corto plazo los países respondieron el aumento de precios con barreras a la exportación y compras de urgencia para proteger a los consumidores. Después de 25 años de relativo estancamiento los países también han comenzado a invertir masivamente en la producción de alimentos para aumentar sus autosuficiencias, incluso mediante acaparamientos de tierras en otros países”. (FERDI, Policy brief, March 2012)

Como miembro del grupo de siete expertos en planeación estratégica alimentaria convocado por el director general de la FAO he participado en las tres reuniones del grupo, siendo la más reciente en Roma hace unos días. La visión predominante respecto a los retos que implica la producción de alimentos la podría resumir en los siguientes puntos.

La volatilidad de los precios se ha agudizado como consecuencia del cambio climático que ha impactado por medio de sequías y/o inundaciones a amplias regiones del mundo, algunas de las cuales son clave en la oferta mundial de alimentos.

Los factores más profundos tienen que ver con la desviación de granos básicos como maíz o de caña a de azúcar o de remolacha a la producción de biocombustibles. De otra parte la inestablidad de los mercados financieros se ha trasmitido a los mercados agrícolas de futuros generando condiciones para la especulación.

Respecto a la demanda se observa dos distintas tendencias en los hábitos alimentarios de los consumidores, que son impulsados por los profundos cambios demográficos y económicos: la convergencia y la adaptación dietética. La primera explica la creciente similitud de las dietas de todo el mundo, y se caracteriza por una mayor dependencia de pocos cereales básicos (trigo y arroz), así como por un mayor consumo de carne, productos lácteos, aceites comestibles, sal y azúcar. (FAO, 2004a). La adaptación dietética se refiere a los cambios alimenticios experimentados por la población debido a las características de la vida urbana, en cuanto al apremio del tiempo y el acelerado ritmo de vida. Estos cambios de hábitos de consumo han generado una situación paradójica en la cual coexisten problemas de desnutrición con problemas de obesidad, relacionados a su vez con situaciones de pobreza.

Pero la intensificación de la agricultura ha generado por sí misma problemas ambientales. En sistemas de cultivos intensivos el excesivo e inapropiado uso de agroquímicos contamina las aguas, y afecta los ecosistemas. Sistemas de ganadería intensiva también generan problemas ambientales y de salud humana. En otras áreas la agricultura se ha desarrollado de manera extensiva ampliando las tierras en cultivo llevando a la degradación y pérdida de bosques, pastizales, suelos y pantanos.

Ahora bien, lo anterior nos obliga a responder a la muy pertinente pregunta que planteó la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, ¿quién va a producir los alimentos? A tratar de responderla dedicaré otro artículo.

A la memoria de mi padre

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