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La mexicana Natalia Beristáin debuta con No quiero dormir sola

Ken Loach recibe premio a la trayectoria en la Mostra

Emotivo recibimiento a Linhas de Wellington, de Valeria Sarmiento

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La actriz Gina Lollobrigida a su llegada al estreno de Linhas de WellingtonFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Miércoles 5 de septiembre de 2012, p. a10

Venecia, 4 de septiembre. El cineasta inglés Ken Loach recibió hoy el premio Robert Bresson (1901-1999) a la trayectoria artística en el 69 Festival Internacional de Cine de Venecia.

Considerado el realizador que mejor retrata al proletariado, Loach obtuvo el galardón por el fuerte compromiso social y político de su obra, destacan medios especializados.

Según el dictamen del jurado, las películas de Loach retratan las condiciones de vida de la clase obrera explotada, de los inmigrantes, de los desocupados, de todos a los que a menudo se les falta al respeto en su dignidad humana, por lo que merecen justicia social.

Al hacer entrega del lauro, el patriarca de Venecia, Francesco Moraglia, destacó que en una sociedad y una cultura en la que cada vez es más difícil ampliar los espacios de la razón, el cine es un medio potente capaz de ayudar a la reflexión.

Tributo a Raoul Ruiz

En tanto, dentro de las actividades de la Mostra, resultó difícil y a la vez emotivo el papel de Valeria Sarmiento, quien estrenó Linhas de Wellington, cinta que iba a rodar su marido Raoul Ruiz antes de morir y que finalmente dirigió ella.

Raoul Ruiz habría hecho una película completamente diferente, dijo la directora chilena en un encuentro con los medios de comunicación.

Sarmiento defendió como suyo el proyecto que puso en marcha el director de Misterios de Lisboa, y que se interrumpió tras su muerte, en agosto de 2011.

“Él habría hecho una película de seis horas, pero yo pasé 64 días rodando en pleno invierno en Portugal. La siento muy mía.

Creo que la sombra de Raoul planeó sobre todos nosotros, y lo que nos hizo, francamente, es ser mejores, porque cada uno trataba de ser mejor para homenajear a Raúl, explicó Sarmiento, quien contó además con el apoyo de John Malkovich, Michel Piccoli, Isabelle Hupert o Catherine Deneuve, en un tributo que estos actores quisieron rendir al director.

Linhas de Wellington, ambientada en 1810, se centra en la invasión francesa de Portugal, en la resistencia y los efectos devastadores que tuvo para el pueblo lusitano.

El guión del portugués Carlos Saboga tenía una cosa muy inteligente, y es que no había batallas en directo, explicó Sarmiento, quien subrayó que, a diferencia de otras películas del género, en ésta se incluye el punto de vista de las mujeres que sufrieron el conflicto.

Por la carga emocional que conlleva este proyecto, Linhas de Wellington, que compite por el León de Oro, podría figurar en el palmarés de Venecia.

Drama sobre la vejez

Por su parte, la realizadora mexicana Natalia Beristáin, una de las escasas representantes del cine iberoamericano en esta edición del festival, recibió un caluroso aplauso por su debut con No quiero dormir sola.

Este drama sobre la vejez recupera para la gran pantalla a Adriana Roel, quien da vida a una actriz con problemas de memoria y alcohol de la que se ocupa su nieta (Mariana Gajá). Por medio de esa relación se ofrece un retrato de amor, tierno y descarnado a la vez, sin caer en sensiblerías.

En mi generación hay, por un lado, una especie de rechazo y temor a envejecer sin detenerse a pensar demasiado en lo que significa; pero, por otro, tampoco te detienes a pensar en lo que vives ahorita. En un mundo que se mueve tan rápido y es vertiginoso siento un poco que los de esta generación nos dejamos llevar, explicó en entrevista la joven actriz, quien gestó el proyecto tras vivir una estrecha relación con su abuela, Dolores Beristáin, también actriz.

Incluida en la Semana de la Crítica, en la que sólo han sido seleccionadas siete películas de todo el mundo, No quiero dormir sola es la única representante del pabellón iberomercano en esa sección y la única mexicana en todo el festival, aparte del documental Miradas múltiples, de Emilio Maillé, y el cortometraje Las manos limpias, de Carlos Armella.