Opinión
Ver día anteriorDomingo 2 de septiembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Más petróleo
¡B

uena noticia para un final del sexenio bastante complicado de por sí! Ese yacimiento, que ha tenido el gusto de quedar fuera del territorio estadunidense (¿o será maritorio?), ciertamente me tranquiliza, siempre y cuando se establezcan medidas adecuadas para evitar su robo Hemos dependido siempre del petróleo y yo, en cierto modo, me siento vinculado a la explotación petrolera ya que sin duda alguna, mi punto de llegada, en México, Coatzacoalcos, es zona petrolera y el viaje a Veracruz lo hicimos los De Buen en un barco petrolero, el Cerro Azul.

Me alegro por Felipe Calderón que por lo visto está demasiado subordinado a la inminente decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que todos suponemos será favorable al PRI y por tanto, a Enrique Peña Nieto. Si por un milagro de los que no se dan entre nosotros, esta instancia califica de positivas –que lo son– las objeciones de la izquierda, el problema sería menor, pero esa es una hipótesis que cada día veo más difícil de que se produzca.

En estos tiempos de economías deprimidas: me importa sobre todo lo que pasa en México y en España, como es natural, una noticia de tantos valores económicos, es sensacional. No creo que los gringos pretendan ahora modificar nuestra relación marítima a partir de una medición texana del mar territorial.

Lo importante será, desde luego, la aplicación de esta nueva expresión de la riqueza. No podemos olvidar nuestro desgraciado desempleo, ni la miseria de los salarios, lo que aunado a la economía informal caracteriza nuestros tiempos. Eso supone que sabremos emplear los nuevos recursos en el incremento de las fuentes de trabajo y en la mejoría de las condiciones. El problema será del siguiente gobierno, pero será una verdadera idiotez que no aplique la mejoría de nuestros recursos con sentido social.

A mí desde siempre me ha preocupado el descubrimiento de nuevos yacimientos. Somos un país tan dependiente del petróleo que no puedo creer que eternamente podamos descubrir y explotar nuevos yacimientos. Así me ha pasado con todo lo que ha hecho posible la expansión de la industria petrolera, pero ciertamente sería de desear que esto suponga mayores beneficios para los trabajadores de esa industria, pero no para su discutible organización sindical, cuyos antecedentes nefastos no pueden olvidarse.

Claro está que esto se relaciona con la perspectiva de una reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT) que debería encontrar la vía para acabar con los sindicatos corporativos que celebran los mal llamados contratos colectivos de trabajo de protección sin el consentimiento de sus trabajadores. Lo que pasa es que la LFT hace demasiado fácil la celebración y revisión de contratos de protección, simplemente porque basta la firma del secretario general de un sindicato para que se pueda depositar el contrato colectivo de trabajo.

La LFT no exige la prueba de que la asamblea sindical ha aprobado el texto y de allí viene la proliferación de las transas que generan los contratos de protección. En ese sentido –y en otros muchos– debe reformarse cuanto antes la LFT, y el cambio de Congreso sería una maravillosa oportunidad para hacerlo, aunque tengo fuertes dudas al respecto porque adivino la alianza entre el PRI y el PAN sobre el particular. Los proyectos de ambos partidos tienen enormes semejanzas y no precisamente en beneficio de los trabajadores.

De paso, tampoco estaría mal que se reformara la Ley Federal del Trabajo suprimiendo las juntas de conciliación y arbitraje que siempre dependen de los poderes ejecutivos y se establezcan jueces de lo social dependientes del Poder Judicial. Porque las juntas, integradas con representantes de los patrones y de los sindicatos, por conducto de la representación estatal se ponen descaradamente al servicio de los intereses del Estado y nadie duda de la alianza de los diferentes gobiernos con los conservadores. Basta echar la vista atrás para confirmar esa afirmación. Los sindicatos minero y electricista han padecido y padecen esa enfermedad social congénita.

Es posible que vengan tiempos mejores. El señor Peña Nieto tiene una oportunidad maravillosa para que se borren las dudas más que justificadas sobre lo democrático de su elección. Y de paso, habría que revisar la conformación del tribunal electoral, con el simple objeto de que se integre por magistrados capaces de resolver estrictamente sobre las constancias de los expedientes y no con supuestas o reales instrucciones de arriba.

Lo veo difícil, por supuesto.