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Los reparación de la iglesia de San Lorenzo comenzó hace cuatro meses, señala Miquel Adriá

A partir de hoy, México tiene un pabellón permanente en Venecia

Asumimos como herramienta de trabajo la incertidumbre de trabajar en un espacio que requiere ser restaurado y que representa una gran oportunidad, afirma

Para esta Bienal de Arquitectura se exhibirá Cultura en construcción..., “que mostrará la diversidad, principal valor del país”: el curador

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La iglesia de San Lorenzo es donde Vivaldi ensayaba todas sus arias con las monjas de clausura, refirió Adriá en entrevistaFoto cortesía de Miquel Adriá
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La iglesia de San Lorenzo es donde Vivaldi ensayaba todas sus arias con las monjas de clausura, refirió Adriá en entrevistaFoto cortesía de Miquel Adriá
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La iglesia necesita reparaciones que van a durar años, tiene excavaciones arqueológicasFoto cortesía de Miquel Adriá
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La iglesia necesita reparaciones que van a durar años, tiene excavaciones arqueológicasFoto cortesía de Miquel Adriá
Enviada
Periódico La Jornada
Lunes 27 de agosto de 2012, p. 7

Venecia, 26 de agosto. México en Venecia. A partir de este lunes nuestro país contará con un pabellón permanente para las bienales de arte y arquitectura que se realizan en esa ciudad italiana. Gracias a un acuerdo de comodato suscrito con la comuna de Venezia, México podrá utilizar la antigua iglesia de San Lorenzo, que involucra una inversión de 1.5 millones de euros en los próximos años para su restauración y preservación.

Para esta Bienal de Arquitectura, que se inaugura oficialmente el miércoles, México lleva la muestra Cultura en construcción: la colectividad de los espacios culturales, en la que participan los trabajos de 13 arquitectos en proyectos de intervención en edificios históricos hasta espacios contemporáneos o en el equipamiento cultural de jardines y parques urbanos.

El curador de la muestra es el arquitecto Miquel Adriá, uno de los principales especialistas en el tema en nuestro país y director de la revista Arquine, quien habla con La Jornada acerca de lo que México presentará en esta 13 Exposición Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia, cuyo lema es Common Ground (Terreno común).

En el pabellón de México –que participa en el concurso de la Bienal– veremos dos cosas: por un lado el pabellón mismo, resultado de un proceso entre el Instituto Nacional de Bellas Artes, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la Secretaría de Relaciones Exteriores para conseguir un espacio maravilloso en Venecia, que es la iglesia de San Lorenzo, la cual estaba abandonada desde hace años. En la década de los 80 se hizo un concierto, pero nada más.

La iglesia de San Lorenzo, añade, es el lugar donde Vivaldi ensayaba todas sus arias con las monjas de clausura que estaban en esa iglesia. Es un recinto fantástico, bastante extraño en su forma, de planta cuadrada. México se compromete en los próximos nueve años a gastarse lo que se habría gastado rentando otros espacios, que no le habrían dado ninguna plusvalía, en reparar y preservar la iglesia.

El inmueble no está en condiciones para ser utilizado de inmediato, se realizarán labores que permitan garantizar la seguridad de los visitantes, y en este caso el proyecto está en manos de Gastón Ramírez Feltrin, quien de acuerdo con un comunicado del CNCA cuenta con una amplia experiencia en el área de conservación y restauración de bienes culturales, y como colaborador y productor de distintos pabellones en la Bienal de Arte de Venecia. Este año tiene el cargo de comisario del Pabellón Mexicano, como ocurrió en 2011.

Tanto México como Italia, agrega Adriá, tienen gran sensibilidad en cuanto a la relación con su historia y su patrimonio. La iglesia obviamente necesita reparaciones que van a durar años, tiene excavaciones arqueológicas, dado que se encontraron restos de una iglesia del siglo VII, y se supone también que Marco Polo está enterrado ahí, aunque eso se dice de muchos lugares. Lo que sí está comprobado es que Vivaldi ensayaba ahí.

Como el interior de la iglesia no está en condiciones de ser ocupado de inmediato, procedimos a hacer un pabellón que es como si fuera un andamio, de casi 20 metros de ancho por seis de alto, donde se recogen obras de México, obras que están en la misma sintonía: en construcción. Son las bibliotecas que se están terminando en México, centros culturales, la Cineteca, galerías de arte, museos, en las que todas son intervenciones contemporáneas de arquitectos de primera línea que intervienen edificios que forman parte del patrimonio histórico de México.

Los proyectos elegidos son el Centro Cultural de España; el Centro de las Artes, en San Luis Potosí; el centro Cultural de San Pablo, en Oaxaca; el Museo Amparo de Puebla; el rescate del Monumento a la Revolución y la Plaza de la República; la remodelación del Museo Rufino Tamayo; La ciudad de los libros, en la Ciudadela, con las bibliotecas personales de intelectuales mexicanos; la Tallera Siqueiros, en Cuernavaca; el Centro Cultural Elena Garro; la galería Kurimanzutto; la Cineteca Nacional, y las intervenciones en el Museo Laberinto de las Ciencias y las Artes, de San Luis Potosí, y el Jardín Botánico, en Culiacán.

Para la selección de los proyectos, dice Miquel Adriá, “hice casi un escaneo sistemático. Estoy trabajando en una serie de televisión de Arquine, la segunda, y en este caso estamos abordando todos estos temas. Teníamos mucho material de lo que se está haciendo, así que básicamente traté de que fuera una representación de lo mejor de la arquitectura contemporánea mexicana, uno de cuyos valores principales es la diversidad.

“En México tenemos la particularidad de que se está dando muy buena arquitectura proveniente de distintas generaciones. Por un lado está la diversidad generacional, pero también la estilística; esa no es una condición que se dé en todos los países. La lona que colocamos frente a la fachada de San Lorenzo, un espectacular de 20 metros de ancho por seis de alto, trata de expresar esa diversidad a partir de unas franjas de colores muy abstractas.

“Son 14 colores distintos que forman parte de cierta paleta cromática propia de México, sin caer en lo típico ni lo folclórico, pero sí esencialmente mexicana en la medida que sale de un análisis cromático de artesanías mexicanas que van de los huicholes a los huipiles oaxaqueños. Esas franjas muestran ese valor de la diversidad per se.”

Debido a que no se puede ingresar a San Lorenzo se tomó la decisión de dejar la puerta abierta: es una puerta de ocho metros de alto. No se puede entrar por cuestiones de seguridad, pueden caer pedazos de plafón. En días de lluvia o viento han caído algunos pedazos. Aún no está en condiciones para que se pueda usar públicamente. Sí se ha hecho una limpieza exhaustiva, pero finalmente es una zona de excavación. Desde la puerta se va a poder ver el interior, que es espectacular.

Paralelo a la fachada, explica el curador, está un galerón en el que se muestran fotografías, planos y videos de la muestra arquitectónica mexicana, con los trabajos de Teodoro González de León, Enrique Norten, Bernardo Gómez Pimienta, Mauricio Rocha y Alberto Kalach, entre otros.

La iglesia de San Lorenzo se encuentra además cerca de la Plaza del San Marcos y el Arsenale, de fácil localización, “a diferencia del del año pasado, que era un lugar para el que necesitabas no un mapa, sino un guía que te llevara. Este es algo espectacular y que está generando mucha expectación.

Es un pabellón que está hecho con una estrategia de bajo costo. El acuerdo del gobierno de México con el de Venecia ha sido muy bueno para México, porque se compromete a gastarse lo que se gastaría en la renta de cualquier otra cosa. Y tal como hemos hecho la exposición de que, a diferencia de otros, cualquier despilfarro nos parece brutal, cualquier contención en el gasto es muy oportuna.

Hubo retos al momento de preparar el contenido de la muestra, sobre todo gestionar mucha incertidumbre. El convenio se firmó apenas hace un mes y medio, así que estábamos trabajando en el aire pensando que una de las posibilidades, la deseada, era tener el espacio de San Lázaro, aunque pensábamos que quizás ya se podría haber recuperado parte del interior para hacer la exposición ahí. Los trabajos comenzaron hace unos cuatro meses.

–¿No es algo hecho al vapor?

–Al vapor se cocina muy bien, se conservan todas las vitaminas y la esencia de cada producto. Al vapor en el mal sentido de la frase, no. La curaduría fue muy bien pensada, tuve discusiones muy productivas con David Chipperfield (director de esta bienal de arquitectura) y con los curadores de los pabellones de España y Chile, por ejemplo.

Al vapor en el mal sentido no se hizo. Se hizo asumiendo y aceptando como herramientas de trabajo esta incertidumbre que significa trabajar en un espacio que requiere ser restaurado, pero que representa una gran oportunidad. Creo que va a poner a México muy por encima de lo que ha estado en ocasiones anteriores, porque en realidad nunca había tenido un pabellón y esta vez se va a vestir de gala.