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La angustia de vivir

Ahora me da risa, pero en aquel momento me quería morir

Miedo a todo, la fase que inmoviliza después de años de preocupaciones
 
Periódico La Jornada
Domingo 26 de agosto de 2012, p. 3

Una de las mayores preocupaciones que tenía Hilaria era la falta de dinero. No había suficiente, al menos yo así sentía y por eso se preocupaba y enojaba. No sabe cuánto tiempo transcurrió antes de que le empezara el miedo para todo. Dejé de salir a la calle porque creía que algo me iba a pasar y estando en mi casa sentía que alguien se iba a meter. Tampoco me bañaba porque pensaba que me iba a pasar algo dentro del baño.

Ahora que lo recuerda le da risa, pero en aquel momento me quería morir y varias veces pensé aventarme a las llantas de los tráileres que pasaban por mi casa, dice. Acudió con médicos que después de varios estudios clínicos, con los que no pudieron diagnosticar nada en concreto, sólo atinaron a llenarme de pastillas, dizque para los nervios, pero no funcionaron. Más bien me tenían atarantada y cansada.

Hilaria llegó a un grado de enfermedad, ansiedad y depresión que no podía cuidar a su hija, entonces de apenas cinco años; quería que a mí me cuidaran, tomar mi pastilla y dormir para no saber de nada.

Hasta que un día, después de varios años, llegó a Neuróticos Anónimos, un grupo de autoayuda, donde encontró la tranquilidad y una nueva forma de ver la vida. A causa del terror que le daba salir a la calle, su esposo la acompañó varios días a las sesiones.

Al principio no creía que ahí me pudieran ayudar si sólo eran pláticas. Hilaria tampoco se dio cuenta cuando empezó a mejorar; sólo recuerda, a 25 años de distancia, que conforme pasaron los meses dejó de sentir miedo.

Y eso de quejarme porque no teníamos dinero se terminó. Ahora sé que si quiero más debo prepararme y esforzarme para conseguirlo.

Dice que en Neuróticos Anónimos sus compañeras le preguntaron qué sabía hacer y su respuesta nada. Sólo gelatinas. Y soltaba el llanto.

Luego entendió, agrega, y se fue a vender gelatinas afuera de una escuela, ahora lo sigue haciendo, pero ya no en la calle. Tiene bajo su responsabilidad la venta de alimentos en la cooperativa de ese mismo plantel.

Con el apoyo del grupo, que practica una terapia similar a la de Alcohólicos Anónimos, Hilaria hizo la carrera de puericultura, el servicio social en el Hospital Adolfo López Mateos del Issste y ahora está buscando trabajo.

A Neuróticos Anónimos vamos para curarnos de los disturbios emocionales que nos hacen sufrir y luego se convierten en enfermedades. No le llaman estrés, sino angustia, ansiedad, ira, temor, resentimiento u otras emociones que no podemos controlar. Esta es una opción que en México existe desde 1974 y sí funciona, dice Hilaria.

Mayor información de Neuróticos Anónimos en los teléfonos 55 12 37 74, 6344 y 4383 o en la página de internet www.neuroticos-anonimos.org.mx.