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Las publicaciones, entre los actos para conmemorar el que sería el aniversario 80 de su natalicio

Hará el FCE edición especial de los diarios y otra de los noctuarios de Salvador Elizondo
Foto
El volumen conmemorativo abarcará desde que el escritor tenía 11 años hasta que nació su hijo Pablo, en 1982Foto cortesía de Paulina Lavista
 
Periódico La Jornada
Domingo 26 de agosto de 2012, p. 3

El viernes pasado fue un día significativo para la familia del fallecido escritor Salvador Elizondo (1932-2006). Por un lado, parte de las cenizas de éste fueron vertidas por su hijo Pablo en el mar de Irlanda, país a cuyos escritores, pintores y cultura en general el autor admiraba sobremanera, si bien profesó siempre devoción especial por James Joyce.

En tanto, ese mismo día, pero en México, su viuda, la fotógrafa Paulina Lavista, acordó con el Fondo de Cultura Económica (FCE) la publicación de un par de proyectos editoriales.

El primero, según informó Lavista a La Jornada, será una edición conmemorativa de los diarios escritos por Salvador Elizondo a lo largo de su vida, proveniente de 83 cuadernos que permanecieron inéditos hasta que en 2008 ella hizo una selección que fue publicada en una revista nacional.

Fueron esparcidas parte de sus cenizas en Irlanda

Ese volumen, cuyo título tentativo es La punta del iceberg, abarca desde que el escritor tenía entre 10 u 11 años hasta que nació su hijo Pablo, en 1982. Su publicación se prevé en diciembre próximo, en el contexto del homenaje que el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) rendirá al autor en esas fechas con motivo del que sería su octogésimo aniversario de nacimiento, que se cumple el 19 de ese mes, indicó Lavista.

El otro proyecto editorial, señaló la fotógrafa, consiste en la publicación de los cinco noctuarios, como el escritor llamó a los cuadernos en los que registró los apuntes que a lo largo de 10 años, de 1986 a 1996, hizo durante la noche y las madrugadas.

Salvador encontró que en el encamado nocturno hacía muchas cosas. Era para él como meterse a un sueño; acompañado de su whisky y sus pinturas, se ponía a escribir y a dibujar, una especie de viaje hacia la aventura del recuerdo. Él sostenía que lo que se escribía y hacía a esas horas era muy diferente a lo que se podía hacer durante el día.

De ese quinteto de cuadernos, hasta la fecha sólo ha sido publicado el primero, por la editorial Atalanta; los cuatro restantes permanecen inéditos. Su aparición bajo el sello del FCE será en el transcurso del año próximo, precisó la pareja del autor.

Aún en ciernes, otro proyecto es publicar en 2014 el Diario de la muerte, escrito por Salvador Elizondo desde que se le diagnóstico la enfermedad que provocó su deceso (cáncer) hasta que éste ocurre, el 29 de marzo de 2006.

“Pocos escritores han hecho un trabajo de esas dimensiones –afirmó su viuda. En ese cuaderno, Salvador dibujó, pintó, escribió. La suya fue una enfermedad relacionada con lo que él mismo escribió en Farabeuf o la crónica de un instante (una de sus novelas más conocidas e importantes).”

De acuerdo con Paulina Lavista, verter parte de las cenizas de su esposo en Irlanda fue una decisión que tomó al lado de su hijo luego de que ese es un país de cuya literatura y pintura Elizondo vivió siempre apasionado y el cual nunca pudo conocer.

Especialmente, fue gran admirador de James Joyce, a quien tomó como referente y modelo. Dedicó varios ensayos a ese autor irlandés, además de que hizo cinco lecturas exhaustivas del Ulises, en sendos libros que él marcaba y en el cual realizó anotaciones, resaltó.

El escritor fue asimismo un gran conocer de Irlanda. Aunque nunca estuvo allí, conocía Dublín mejor que otras personas que han estado allí. Acostumbraba, además, festejar el Día de San Patricio, y fue profundo admirador del batallón que con ese nombre luchó en México contra la invasión estadunidense en 1847.

Esas son las razones que argumentó la fotógrafa para llevar parte de las cenizas a aquel país, si bien contó que la idea original era esparcirlas en el río más importante de Dublín, proyecto que cambió de último momento.

Lo anterior, refirió, debido a que por coincidencia se encontraba en esa nación británica el buque-escuela Cuauhtémoc, de la Armada de México, cuyo capitán ofreció a Pablo Elizondo Lavista realizar la ceremonia en altamar luego de conocer por éste la historia de su padre y los motivos que lo tenían allí.

Paulina Lavista comentó que decidió dividir las cenizas de Salvador Elizondo en tres partes. Además de las que yacen ahora en aguas irlandesas, otra de ellas serán esparcidas en Monte Albán, Oaxaca, debido a que el escritor era amante de viajar y de todo aquello que tenía que ver con lo mexicano: sus paisajes, bebidas, comidas y, en especial, zonas arqueológicas.

La última parte de esas cenizas están reservadas para cumplir el deseo de la propia fotógrafa, llegado el momento de su deceso, de mezclarlas con las suyas y depositarlas en el hermoso jardín que juntos crearon y cuidaron en su casa.

Una acotación de Paulina Lavista sobre la edición conmemorativa que el FCE hará de los diarios de su esposo es que en ellos se da cuenta de cómo éste se fue conformando como escritor, ámbito en el cual fue considerado el más original y vanguardista de su generación en el país.