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Ver día anteriorLunes 20 de agosto de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Sacha Guitry
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asaje por el hades, lugar donde los muertos descansan en el olvido, antes del ascenso a los cielos. No son pocos los verdaderos escritores y artistas que son olvidados una temporada, antes de adentrarse por los senderos de la gloria. Sacha Guitry, escritor, dramaturgo, actor, director de teatro y realizador de cine, ha comenzado una ascención a los reinos eternos del Olimpo. A su muerte, en 1957, Sacha, quien, tal vez inspirado en el consejo de Wilde, gozó de una vida en la que puso su genio, dejando a su obra colosal un talento y un ingenio acaso superiores a su genio, fue decretado autor de segundo rango, escritor humorista de teatro de bulevar y, finalmente, creador de una obra de poca importancia pues sólo aspira a hacer reír, mientras las obras serias deben ser las únicas merecedoras del culto literario. Es curioso notar cómo muchos críticos parecen avergonzarse cuando ríen. A tal punto que algunas escuelas del pensamiento se revelan incapaces de atisbar, por ejemplo, el humor de un Kafka, y se obstinan en encerrarlo en una cárcel metafísica cargada de gravedad, reputación que aleja a lectores temerosos de aburrirse.

Hoy, Sacha Guitry, quien nunca aburre, lo cual no le impide ser grave o profundo, vuelve a esa otra actualidad que pertenece a la Historia y escapa al tiempo.

He evitado no quejarme nunca de falta de memoria, siguiendo la frase: Muchos se quejan de su mala memoria, muy raros se quejan de su falta de inteligencia. Sin embargo, vacilé hace unas noches de la mía al leer que su película Roman d’un tricheur (Novela de un tramposo, 1936) es un monólogo de la voz de Guitry en off, que acapara toda la narración y deja pronunciar a los comediantes apenas unas palabras. Me apresuré a ver la película y, en efecto, la voz de Guitry, voz inolvidable de claridad, ironía y riqueza de tonos, sustituye las del elenco formado por célebres actores de la época. Sacha sabe hacer hablar a los otros con su voz. Guitry, quien primero consideró al cine sólo como un medio para conservar su teatro, montó una película con escenas, filmadas por él, de amigos de su padre, en respuesta a un manifiesto alemán que exaltaba la cultura germanica. Las escenas eran mudas. El asunto tuvo remedio, y magnífico. Guitry anotó o recordó, gracias a su memoria de actor, las palabras exactas de Monet, Renoir, Rodin, Anatole France. Supo modular con su voz la de estos personajes e imitarlos al extremo de hacer dudar que la voz en off (creada por él en esa ocasión, 1915) no sea la de las personas filmadas.

Hijo del actor Lucien Guitry, equivalente masculino de Sarah Bernhard, Sacha tuvo como padrino al zar Alejandro III. Como su padre se hallaba en gira teatral permanente, el joven era siempre inscrito en el mismo año escolar, por lo cual pudo decir que nunca pasó del primero de primaria: su progenitor olvidaba inscribirlo en un grado superior. Sacha Guitry creció en un medio de espíritus selectos, donde el ingenio reinaba.

En sus escritos, en sus piezas teatrales y en su vida, Sacha tuvo siempre la réplica debida, ligera, burlona, antisolemne. Contra cualquier idea de política conforme y correcta, el ingenio de Guitry sale victorioso, con la insolencia que arranca la risa. ¿Cómo no pensar cuando dice: Negar a Dios es privarse del único interés que presenta la muerte? O sonreír ante: Las mujeres honestas no se consuelan nunca de las faltas no cometidas.

Casado cinco veces con cinco actrices, a quienes dirigió, autor de 125 obras de teatro y 37 películas, Guitry renovó el cine con su voz en off, la filmación de camarógrafos, encargados de sonido o de vestuario, escenas que pasó en medio del filme. Como osó dar a dos de sus esposas el papel del de la mujer que fue el primer amor de Napoleón, en la misma película, una joven y otra madura. Welles y Truffaut lo consagraron. Recibido por Guitry en su casa, el filósofo Jean Beaufret dijo que tuvo la impresión de vivir sobre una escena de teatro.

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