Opinión
Ver día anteriorMartes 7 de agosto de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Oro negro y en el erario

¿Lastre presupuestal?

Privatización educativa

E

n materia petrolera, el calderonista fue otro sexenio perdido para el gran capital privado, nacional y trasnacional, porque no logró avanzar sustancialmente –a pesar de todas sus intentonas por desmantelar la propiedad del Estado– para que el control y usufructo de ese recurso estratégico pasara a manos particulares. Cero y van cinco administraciones al hilo que han hecho hasta lo impensable por ceder el oro negro a terceros, y la tecnocracia neoliberal de plano no ha pasado de ciertas fronteras. Y, si es que llega, ya está más que puesto el sexto gobierno consecutivo para concretar la acción de sus cinco fallidos antecesores.

Desde la dirección general de Petróleos Mexicanos (Juan José Suárez Coppel) se afirma que por ser paraestatal, Pemex es un lastre para el país y, por lo mismo, para las finanzas públicas. Ayer en este espacio se documentaron los capítulos de ingresos y costo de producción, pero ¿qué sustento tiene esa aseveración en lo que a finanzas públicas se refiere? El Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados nos obsequia un paseo por el tema, en el que destaca que en los últimos tres sexenios (Zedillo, Fox y Calderón) los ingresos no petroleros se han ubicado entre 12.3 y 15.2 por ciento del producto interno bruto, mientras los ingresos petroleros han fluctuado entre 5.2 y 8.7 por ciento del PIB, con un mayor grado de volatilidad, que deriva de los altibajos registrados en los precios del petróleo que, en este periodo, pasó de su nivel más bajo (7.01 dólares por barril, el 10 de diciembre de 1998), a su máximo histórico (132.71 dólares por barril de petróleo crudo, el 14 de julio de 2008).

Ante estos escenarios de precios elevados, apunta el CEFP, surgen factores que afectan las finanzas públicas y que disimulan la realidad en que está inmerso el sistema tributario de México. Tal es el caso del subsidio a las gasolinas y el diesel, que no permite observar el deficiente desempeño que han tenido las finanzas públicas ante las reformas fiscales aprobadas y evitan que la dependencia de los ingresos petroleros se incremente. Los ingresos petroleros se integran por los derechos a los hidrocarburos y los impuestos derivados de la actividad petrolera (entre los que se encuentra el impuesto especial sobre producción y servicios a gasolinas y diesel y el impuesto a los rendimientos petroleros), además de los ingresos propios de Pemex.

En el periodo comprendido entre 1995 y 2012 (de Zedillo a Calderón), estos ingresos han tenido marcados altibajos, los cuales tienen origen, principalmente, en el precio del petróleo que es la base para calcular los impuestos y derechos relacionados con esta industria. En el sexenio comprendido entre 1995 y 2000 (Ernesto Zedillo) los ingresos tuvieron un crecimiento moderado, pues se incrementaron a una tasa media anual de 4.1 por ciento. Este módico crecimiento, pero sobre todo los marcados altibajos registrados en este periodo, fueron consecuencia de los bajos precios del petróleo, registrando el 10 de diciembre de 1998 el menor precio del periodo analizado, con apenas 7.01 dólares por barril.

Para el sexenio comprendido entre 2001 y 2006 (Vicente Fox), la situación en materia energética tomó un rumbo diferente, pues el incremento en los precios del petróleo generó que los ingresos petroleros registraran una tasa media de crecimiento anual del 10.3 por ciento, superior al reportado en los ingresos tributarios (3.7 por ciento como promedio anual). “No obstante que el precio promedio del petróleo alcanzó un promedio de 31.93 dólares por barril (precio promedio observado en el periodo comprendido entre enero de 2001 y diciembre de 2006) la dependencia del petróleo se incrementó considerablemente, alcanzando un promedio de 34.1 por ciento de los ingresos presupuestarios. La mayor dependencia de los ingresos petroleros se registró durante 2006, cuando estos ingresos significaron 38 por ciento de los ingresos públicos. Este año fue el primero en aplicarse el cambio en el régimen fiscal de Pemex, cuya finalidad era ‘disminuir la dependencia de los ingresos petroleros’”.

En los primeros cinco años del calderonato, a pesar de haberse registrado el mayor número de reformas tributarias (incluidas las del régimen fiscal de Pemex), no se incrementó el nivel de ingresos no petroleros y la dependencia de los recursos petroleros prácticamente se mantuvo en los niveles promedio registrados en el sexenio previo. La dependencia de los ingresos provenientes de la actividad petrolera no ha sido tan evidente debido a las tasas negativas en el IEPS petrolero, situación que redujo considerablemente los niveles de ingresos provenientes del petróleo. Entre 2007 y 2011 el subsidio a las gasolinas fue de 598 mil millones de pesos a precios de 2012, equivalentes a 80.4 por ciento de los derechos petroleros estimados para el ejercicio fiscal de 2012. Sin embargo, a pesar de la creciente dependencia de la importación de gasolinas y otros combustibles, el gobierno calderonista nada hizo para corregir esta lamentable situación.

Por otra parte, con los diversos cambios al régimen fiscal de Pemex se ha buscado disminuir la carga fiscal de la paraestatal mediante el establecimiento de nuevos derechos a la extracción de petróleo crudo y gas natural; sin embargo, es un hecho que los altos precios del petróleo registrados durante los últimos años han evitado que la dependencia petrolera se reduzca y que las finanzas públicas del país tengan déficit importantes. Por lo tanto, ante la incapacidad de elevar los niveles de recaudación tributaria mediante las reformas planteadas por el gobierno, los ingresos petroleros han sido un sustento para las finanzas públicas que tarde o temprano deberá ser sustituido por mecanismos de recaudación que hagan más eficiente la obtención de recursos y acaben con las prácticas de elusión y evasión fiscal. Así, la dependencia que las finanzas públicas tienen de los ingresos petroleros se ha mantenido en rangos de entre 33.2 por ciento (1995) y 35.4 por ciento (estimado para 2012), nada más lejano al lastre argüido por Suárez Coppel.

Las rebanadas del pastel

La feroz privatización de los cinco gobiernos tecnocráticos no se ha limitado a la infraestructura productiva del Estado. También se han empeñado en desmantelar, por dos vías, la educación pública, laica y gratuita: la sustancial caída de la calidad educativa pública y el impulso de la educación privada, de corte eclesiástico preferentemente. Información de la SEP revela que del ciclo escolar 1995-1996 al de 2010-2011, la matrícula en instituciones de educación pública reportó un aumento de 21.39 por ciento, mientras la correspondiente a la educación privada avanzó 76.5 por ciento.