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A la mitad del foro

Al día siguiente de nunca jamás

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icardo Monreal litiga. ¿El abogado Jaime Cárdenas Gracia formula algún recurso para llegar al día siguiente en el proceso del nunca jamás? Luis Videgaray sueña con la pasión de mandar del Conde-Duque de Olivares, desde el poder a la sombra que le atribuyen los de arriba para pasmo de los de abajo. Gustavo Madero se arrima al fuego que atiza Juan Manuel Oliva para impedir que Felipe Calderón haga suya de por vida la brega de eternidad; perdido el poder, el que controla el partido prepara la fuga hacia el exilio dorado: Nuevo apóstol de la democracia alternativa, Calderón imita a Zedillo y busca cátedra académica, allá al otro lado.

En el PRI, Pedro Joaquín Coldwell y Jesús Murillo Karam responden a las impugnaciones y se erigen en defensores del número de votos obtenidos por Enrique Peña Nieto. Imposible perder en tribunales ese pleito. Aunque los intelectuales inorgánicos y los jóvenes cortesanos de la transición en fuga han dado en decir al final del día, en lugar de a fin de cuentas, los millones de votos se cuentan, cuentan, recuentan y son, a final de cuentas, el capital político en la república laica de la democracia representativa. Aferrados a la fortuna que cayó en sus manos con los más de quince millones de votos depositados el 1º de julio a favor de López Obrador, los que controlan el PRD hacen sus propias cuentas y esperan que coincidan la sentencia del tribunal y la instalación del Congreso para cobrar la herencia.

Las tribus rompen lanzas y guardan las flechas en espera de cobrar sus dietas y de los millones de pesos que recibirán del erario por los votos recibidos a la sombra del de la desmesura tropical sujeta al autocontrol y a la vocación de predicador de la bondad como única defensa contra la corrupción y la impunidad, siempre y cuando gobernara él. En cuanto el tribunal deseche la queja, las fuerzas del Movimiento Progresista serán centrífugas. Sin la conducción de Andrés Manuel López Obrador, Jesús Zambrano y sus tocayos se reducen a recolectores de botín político; crecen los que se hicieron de la vieja clientela del viejo PRI; Bejarano aparece en los muros como sombra de estadista; Manuel Camacho desempolva papeles del Colegio de México y sueña con la alquimia que le permitiría convertir a Marcelo Ebrard en candidato presidencial de las izquierdas, y vengarse del agravio imaginario de Carlos Salinas: viejas promesas, antiguos compromisos, equívocos eternos.

Pero López Obrador conservará el capital político de esos quince millones de votos y algo más. Sin heredero alguno, sin otro horizonte que el del poder sexenal que ha disputado dos veces. Y al día siguiente del nunca jamás, que harán los miles de feligreses y los colaboradores que una y otra vez han soñado verlo asumir el supremo Poder Ejecutivo de la Unión. No la presidencia legítima para una campaña permanente, sin la levita negra ni el sobrio carruaje que llevó a Juárez a refugiarse en el desierto. Los detractores del tabasqueño que le atribuyen ambición sin límites, obsesión enfermiza con la persecución del poder, dan por resuelto el proceso electoral de 2012 y dan por hecho que López Obrador ya está en campaña para el de 2018. El aflojado en terracería todavía podría volver a recorrer todos los municipios. El tiempo está en su contra, para colmo. Pero es mucho lo que pesa un capital político de quince millones de votos.

Tres millones más acumuló Enrique Peña Nieto. Tras el desliz de Guadalajara y la confusión de la Universidad Iberoamericana, se impuso la prudencia y el candidato dejó el litigio en manos de los dirigentes de su partido; reconoció la importancia del rechazo estudiantil a su candidatura y el derecho de los jóvenes a manifestarlo. A fin de cuentas, la mayoría de votos contados en las casillas y vueltos a contar, le daban la delantera: una ventaja de seis millones sobre la candidata del partido en el poder; tres millones por encima del Movimiento Progresista. Pero es largo el interregno en el sistema mexicano y seguimos dando vueltas a la noria. Calderón hace maletas y, aseguran fuentes tejanas, ya busca alojamiento en el rumbo de Austin, donde se dedicaría al estudio o a la enseñanza. Y resulta inconcebible a estas alturas el silencio de Peña Nieto. Porque afectan al país graves problemas. Va a amanecer y callan los dados a repetir el anglicismo de al final del día.

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Jaime Cárdenas, del PT, formula recursos en contra del proceso comicialFoto José Carlo González

Litigio en un frente y en el otro, además de la conjura maderista en la disputa por el control del PAN, el recuento lamentable del gobierno que deja un país en ruinas, instituciones demolidas, decenas de miles de muertos y quién sabe cuántos desaparecidos por la violencia desatada en la guerra contra el crimen organizado. Y, entre festejos calderonistas por los logros de su gestión, infraestructura inenarrable, salud universal, el Ejecutivo presenta la oferta de centros de estudios superiores y tecnológicos, sin maestros, sin laboratorios, sin talleres, sin sistemas ni equipos de cómputo y aulas sin mobiliario, para dar cabida a los miles de rechazados, a los que no tuvieron acceso a la UNAM, al Politécnico, la UAM y las universidades estatales de la educación pública gratuita y laica.

Tres décadas de crisis económicas recurrentes. Aunque los de la derecha digan que durante la docena de su desgobierno, las crisis vinieron de fuera. Un catarrito, sentenciaría rotundamente Agustín Carstens antes de suplir a Guillermo Ortiz en la banca autónoma de México. Pero es patético el crecimiento económico y no hay desarrollo; impera el desempleo y crece exponencialmente el número de trabajadores en la economía informal; los millones que sobreviven en la pobreza, sin poder comer tres veces al día, reciben auxilio oficial más próximo a la caridad que al exigible derecho de una política social de Estado. Por no cumplir con el mandato constitucional y solicitar autorización del Congreso para suspender derechos individuales, se ha impuesto un estado de excepción ficticio en todo el país.

Con el incontestable argumento de que el país estaría bajo control de los criminales si el gobierno no cumple con la obligación de combatirlos, se confundieron las funciones de autoridades civiles y militares: a la autoridad civil corresponde atender los asuntos de seguridad pública; al Ejército la responsabilidad de la seguridad nacional. Se ha expuesto al Ejército al riesgo de violentar derechos humanos al sacarlo a las calles a hacer tareas de policía. Los elogios al accionar heroico del señor Presidente, alientan las ambiciones autoritarias del poder civil y la tentación pretoriana entre las fuerzas armadas de la Revolución, ejemplo de institucionalidad y disciplina al mando civil que han dado a México 83 años sin amagos de cuartelazos. La confusión imperante parece conducir a sobreponer las pugnas palaciegas a la tradición institucional. A encarcelar a generales como Tomás Ángeles Dauahare, de incuestionable prestigio en lo militar y en la sociedad civil.

Es hora de enfrentar los problemas del país. El 1º de septiembre se instalará el Congreso de la Unión. El PRI ya convocó a elegir coordinadores parlamentarios: Manlio Fabio Beltrones será líder en San Lázaro; Emilio Gamboa en el Senado pero dicen que podría ser Cristina Díaz Salazar. El de Enrique Peña, dice Francisco Rojas, será un gobierno que busque el consenso entre los mexicanos para alcanzar el objetivo de un México más justo, más democrático y más libre. Vale, pero Peña Nieto tiene que hacerse presente ya. No hasta el día siguiente de nunca jamás.