Sociedad y Justicia
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El MP de Tacámbaro, la SEP estatal y la CNDH se han negado a aceptar la denuncia

No hay garantías de educación ni de libre culto en Nueva Jesusalén, afirma maestro

Parece que fuera un Estado encima de otro, lamenta un fundador de la primera escuela

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Ruinas de la escuela Vicente Guerrero, luego que fue quemada por los seguidores de Martín de Tours
 
Periódico La Jornada
Martes 17 de julio de 2012, p. 38

Hace cinco años el maestro Armando Munguía fundó la primera escuela desde que se creó la ermita Nueva Jerusalén, en 1973. A él le tocó levantar el censo de alumnos y hacer las gestiones para ponerla en pie. Al otro día de la quema y destrucción del centro escolar, acudió a ver las ruinas y se impresionó tanto que no tiene palabras para describirlo, aunque dice que lo que le da “más terror es tener autoridades patito que no apliquen la ley”. Junto con sus compañeros, tenía la ilusión de sacar a la primera generación de niños escolarizados en toda la historia de la comunidad.

Su sueño comienza a evaporarse. Los otros 12 maestros de su escuela, la Vicente Guerrero, ya pidieron ser reubicados en otras comunidades y quizá él también lo haga. Si antes de la demolición del plantel aguantaron las amenazas del séquito del líder de la secta, Martín de Tours, fue por las ganas que tienen los pequeños alumnos de aprender, dice el profesor Munguía.

Los padres de estos niños, comenta, ya nacieron en la comunidad de fanáticos, y por ese motivo sólo algunos saben leer y escribir. Ellos no quieren que sus hijos vivan también en el oscurantismo, quieren liberarse del yugo al que han sido sometidos.

De los 2 mil 533 moradores en aquel poblado del municipio de Turicato, Michoacán, 816 –de 15 años de edad en adelante– no tienen escolaridad. De ellos, 679 viven sin conocer las primeras letras. Otros 243 acabaron la primaria y 98 la secundaria. En todo el pueblo hay siete personas con educación posbásica, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Pese a ello, desde hace casi cuatro décadas, las únicas reglas que se siguen en la localidad son las de las voces que bajan del cielo, de la Virgen del Rosario.

Cinco años atrás, el maestro Munguía trabajaba en una escuela en la localidad de La Injertada, donde se había incrementado la matrícula con niños de la Nueva Jerusalén, debido a que en la ermita está proscrita la educación.

Así nació la escuela Vicente Guerrero. El primer levantamiento que hizo el profesor arrojó que había 118 niños que necesitaban escolarizarse en el centro escolar de la Nueva Jerusalén. Corrieron los trámites para la instalación del servicio y, una vez autorizado, el maestro Munguía y otros educadores ubicaron por grado a los alumnos, de acuerdo a sus conocimientos.

Ninguno de los menores tenía antecedentes escolares de ningún tipo, recuerda. Así que como el tope para primaria es hasta los 15 años, la mayoría quedó en segundo y tercer grados. Eran niños de 12, 13 o 14 años de edad.

La escuela abrió sus puertas y pusieron el grito en el cielo. Pretextaron que los alumnos tenían que vestirse “como dijo la Virgen del Rosario –ellas con mantos y faldas hasta los pies y ellos con escapularios–”, que debían estar separados niños y niñas en los salones. De cualquier forma, desde el inicio, la secta amenazó a los niños, a los padres y a los maestros con agresiones físicas si no se detenía la enseñanza, cuenta.

Así, los seguidores de De Tours tomaron el plantel en agosto de 2011 hasta el pasado mes de abril, cuando el gobierno del estado lo retomó, pero le puso sellos y la escuela fue para nadie. Después de una marcha que hicieron los padres de familia desde la Nueva Jerusalén hasta la capital, la gente de la procuraduría estatal regresó las instalaciones.

Esto ocurrió el 5 de julio. Es decir, nos la entregaron para que la quemaran ya en nuestras manos, porque al otro día, la supuesta vidente Rosa Gómez Gómez tuvo la revelación divina de la Virgen del Rosario que le ordenó acabar con la escuela Vicente Guerrero, ahí estudiaban 128 niños en la primaria, 45 en el prescolar y más de 40 en la telesecundaria.

El 7 de julio el maestro Munguía acudió a ver las ruinas y francamente no me quedaron ganas de regresar... ¡La impresión que me llevé cuando vimos tanto trabajo tirado y tanta autoridad ausente!

¿Qué va a pasar con los alumnos? Es una buena pregunta que debe hacerse a la autoridad, afirma el profesor. La comunidad escolar siempre ha pedido auxilio y por respuesta sólo ha encontrado frialdad.

Ya enviaron una carta al presidente Felipe Calderón, ya acudieron al Ministerio Público en Tacámbaro y ni siquiera agarraron la denuncia, que porque es un asunto político. Ya fueron a la Secretaría de Educación Pública local y nos dijeron lo mismo. También acudieron a la comisión estatal de derechos humanos”, pero no les hicieron caso, porque no tenía condiciones de hacer una recomendación y ni siquiera la Comisión Nacional de los Derechos Humanos atendió el problema porque no le corresponde.

No entiendo, dice el maestro, cómo estas instituciones pueden hablar de garantías individuales cuando se atreven a dar este tipo de respuestas en un pueblo donde no hay derecho de libre tránsito, de seguridad, de educación, de libertad de culto, de libertad. No es posible que una comunidad esté por encima de un código constitucional nacional, es como si fuera un Estado encima de otro”, se lamenta.