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Debaten expertos en el Foro México y el Mundo, auspiciado por La Jornada y Casa Lamm

La historia oficial se debilita; los jóvenes repudian una sola visión: Rubén Amador

Habrá una relaboración del discurso construido por gobiernos priístas, dice Bernardo Ibarrola

 
Periódico La Jornada
Miércoles 11 de julio de 2012, p. 5

La historia oficial, analiza el especialista Rubén Amador, se debilita no tanto porque el Estado insista en ello, sino porque los jóvenes ya no aceptan que haya una sola visión.

Así lo manifestó anteanoche en el Foro México y el Mundo, organizado por La Jornada y Casa Lamm, también con la participación de Bernardo Ibarrola, Sergio Miranda y Raúl González Lezama, quien en su turno expresó la dificultad de combatir la historia oficial si no la podemos ver. Pero, aclaró, lo que sí podemos historiar fácilmente es cómo nace la idea de que existe una historia oficial.

Ese concepto comienza a fraguarse en 1929, cuando Plutarco Elías Calles llama a transformar la educación y hacerla socialista. Después, con las reformas constitucionales y cuando, en efecto, se empieza a intervenir en la creación de los libros de texto para uniformar la educación básica, de manera que en las escuelas particulares se usaran obligatoriamente los libros autorizados por el Estado.

En paralelo, comenzó esa pugna contra la historia oficial vista como una imposición que, en efecto, hay que combatir contrapuesta a la verdadera historia.

Para González Lezama ahora nos toca vencer esa idea y terminar por descubrir que no existe realmente esa historia oficial y que los únicos censores que puede haber de la mala historia somos nosotros al estudiar y seleccionar muy bien los libros que vamos a leer.

Bernardo Ibarrola, a su vez, recordó que lo que sí hay es el uso del pasado por actores bien precisos, como los gobiernos federales. Sin embargo, estos dos últimos sexenios, encabezados por el PAN, no quisieron o no pudieron desarrollar un discurso histórico propio. Era de suponerse que a partir de la alternancia federal en 2000, ese discurso iba a ser atacado, cuestionado, revisado, por lo menos matizado, porque quien ocupaba el poder en ese momento era el PRI, la oposición histórica del PAN, pero no ocurrió y fue una sorpresa porque tanto en el medio académico como en el ámbito de la divulgación de la historia, esta revisión o ataque a esta estructura representacional sí comenzó.

A partir del primero de diciembre vamos a presenciar la relaboración del discurso construido por los gobiernos priístas, federales, durante todo el siglo XX mexicano. No obstante, ¿podrá el PRI resignificar el viejo discurso histórico oficial para poner al nuevo PRI en su cima y seguir gobernando arbitrariamente a cambio de gerundios?, dijo Ibarrola.

Hace un par de meses se anunció la creación del Observatorio Ciudadano de Historia, a partir del 16 de agosto en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Asimismo, Rubén Amador enumeró algunas características de los programas de estudio que hacen posible esta visión unificadora de la historia. La primera es el conocimiento de los orígenes, allí estaríamos pensando ya en el inicio de un discurso oficial. Planteó que los profesores, en lugar de transmitir una visión del pasado, deben lograr que los estudiantes sean capaces de reconocer por qué y cómo se construyen las historias oficiales.

Otras características de los programas de estudio de la historia es que son enciclopédicos, además, se da el uso del memorismo, la repetición de contenidos, el hecho de que la historia oficial es de adultos y varones, finalmente, el aspecto teológico, es decir, los mexicanos del pasado lucharon por ti, entonces no te toca hacerlo, sino disfrutar de ese México ensangrentado por la lucha en el pasado. Advirtió que la historia oficial se mantendrá siempre y cuando la enseñanza mantenga estos rasgos.

Sergio Miranda se remontó a 2004, cuando en “un gobierno panista quisieron imponer una reforma a la enseñanza de la historia que no satisfizo a la opinión pública informada y crítica del país. Se respondió con una movilización ciudadana que la rechazó. La presión fue tal que el gobierno federal no tuvo más que incorporar un grupo de especialistas –del que él formó parte– a esa reforma, que señaló cuáles debían de ser los contenidos de la enseñanza oficial de la historia en la secundaria”.

Sin embargo, la comunidad de académicos no estaba del todo preparada para una tarea de esta envergadura, porque nos rehusamos a incorporar esta tarea a los profesores en las aulas, sino comprender que el mundo en que viven es de una complejidad inaudita. Una reforma de la enseñanza de la historia no es sólo un cambio curricular. Habría que haberle seguido con una reforma que incluyera la capacitación, la preparación y profesionalización de los maestros. Que los educandos estuvieran en condiciones óptimas para ser educados. Una reforma que eliminara la vergonzosa y criminal intervención del sindicato sobre los asuntos educativos, afirmó.