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Ver día anteriorLunes 18 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a Morir

Paliar y soñar

P

aliar significa mitigar la violencia de ciertas enfermedades, suavizar, atenuar una pena, disgusto, etcétera; disculpar o justificar algo, y por último es sinónimo de encubrir y disimular males mucho más graves que el intento de medio solucionarlos, por ejemplo los costosos e inservibles segundos pisos ante la multiplicación de vehículos. De paliar viene también el término paliativo, referido especialmente a los remedios que se aplican a enfermedades incurables para mitigar su violencia y refrenar su rapidez.

Un lector, cuyo tono contradice el humanitarismo del que alardea, señala en una parte de su correo: “… y un tufo hipócrita de fascista solución final despide su artículo Piedades y realidades del 4 de junio pasado al poner en duda la viabilidad de los cuidados paliativos como alternativa de toda sociedad civilizada frente al enfermo terminal… Exterminar al que no sirve ni produce resulta más barato que respetar los ciclos de la vida”, concluye como indignado.

Bien. Si algo ha entorpecido el ejercicio sensato de la solidaridad y el respeto a la libertad propia y ajena, es un asistencialismo demagogo invocado a los cuatro vientos como discurso político, pero en la realidad impracticado por unas instituciones públicas a las que no alcanzan los recursos para una cobertura convencional de los servicios de salud. Si se añade la sacralización a rajatabla de la vida por parte de las instituciones religiosas, los beneficios recaen en otros, no en el paciente terminal y su familia.

En teoría, los cuidados paliativos ofrecen una asistencia total, activa y continuada para los pacientes y sus familias por un equipo multiprofesional cuando la expectativa médica no es la curación. El objetivo fundamental es mejorar la calidad de vida de los pacientes y su familia afectados por una enfermedad en fase terminal, sin intentar alargar ni acortar supervivencia. En la práctica, asistencia total, activa y continuada, equipo multiprofesional y mejoramiento de la calidad de vida del paciente terminal y su familia tienen unos requerimientos profesionales y unos costos que el Estado mexicano y los familiares, salvo excepciones, no pueden afrontar.

Para que el concepto cuidados paliativos deje de ser mera frase feliz y plataforma tranquilizadora, primero deberá modificarse a fondo el sistema económico avalado por la fallida alternancia y, simultáneamente, adoptar otra mirada ante la muerte y el morir.

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