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Por primera vez, el tema se difunde en un medio electrónico masivo

El debate público por los crímenes de Pinochet trasciende las fronteras de Chile

Los archivos del cardenal cumplen un papel determinante en algo que no queríamos ver, asevera codirector

La serie televisiva se transmite los miércoles por Canal 22

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Fotograma de Los archivos del cardenal, serie de 12 capítulos dirigida por Nicolás Acuña y Juan Ignacio Sabatini
 
Periódico La Jornada
Sábado 9 de junio de 2012, p. 5

Los crímenes cometidos por la dictadura del general Augusto Pinochet en Chile todavía no han sido juzgamos como, por ejemplo, en Argentina, pero la información y el debate público en torno a ellos es cada vez mayor y trasciende las fronteras del país sudamericano.

Es el caso del debate nacional que desató el año pasado la serie de televisión Los archivos del cardenal, dirigida por Nicolás Acuña y Juan Ignacio Sabatini, la primera vez que el tema se difunde en un medio electrónico de manera masiva.

Apenas a finales de mayo la serie arrasó con los Premios Altazor, los más importantes de Chile, con mejor dirección en género dramático, mejor guión, mejor actriz y mejor actor. Y ahora se transmite en México por el Canal 22, los miércoles a las 9 de la noche.

Los archivos... trata en 12 capítulos del apoyo que la Vicaría de la Solidaridad –creada a solicitud del cardenal Raúl Silva Henríquez– dio a las víctimas de la represión y tortura durante la dictadura pinochetista, en los años 70 y 80.

El problema de la violación de los derechos humanos, lamentablemente, se reproduce en nuestro continente de manera no tan distinta, comenta Acuña en entrevista telefónica desde Santiago de Chile.

Jóvenes, principales destinatarios

–¿La serie es de algún modo un ejercicio de memoria de una etapa muy dolorosa?

–Es muy importante para la historia de nuestro país. Treinta años después de producidas las violaciones más horrorosas de la historia chilena, por fin se pudo contar de manera pública. Es también homenajear a los abogados y asistentes sociales de la vicaría, los únicos contactos que tuvieron las familias para saber algo sobre sus muchísimos parientes que les fueron desaparecidos y asesinados.

La serie ha tenido mucha repercusión en Chile. Está basada en casos reales. Se han hecho películas, libros, pero nunca una serie de ficción, masiva, con actores famosos. Tomó un poco de sorpresa al público chileno. Por otro lado, hemos hecho una serie de género, un policial político con un contenido importante.

–La aplicación de la justicia en Chile no ha sido igual que, por ejemplo, en Argentina, donde sí se ha encarcelado a militares que cometieron crímenes.

–Los procesos de transición a la democracia en ambos países fueron muy distintos, igual que lo es nuestra idiosincrasia. La dictadura chilena fue más larga que la argentina, las dos fueron muy violentas y terribles. Pero efectivamente, los chilenos tendemos a tapar un poco más las historias que no queremos ver. Los archivos del cardenal vienen a cumplir un papel fundamental en algo que no queríamos ver.

–¿Cuál fue la reacción de la sociedad chilena al revisar en la serie esa etapa del pasado reciente?

–Por un lado, a la gente vinculada con los derechos humanos y de izquierda les era muy difícil verla porque tiene escenas muy crudas, que le generaba recuerdos muy tristes. Y por otro, los sectores más ligados a la dictadura militar y la derecha salieron rápidamente a denostar la serie, a decir que eran mentiras, que eso nunca había pasado.

“Me interesaba es dar a conocer esto a las generaciones que no vivieron las violaciones a los derechos humanos en Chile. Nuestro principal público es gente joven que no sabía lo que había pasado hace muy pocos años en su país. Treinta años no son tantos.

“Tengo 40 años y siento una responsabilidad ahí. Los pueblos que de alguna manera no revisitan su historia –y es una frase un poco hecha, pero la siento muy verdad– pueden volver a repetir los errores. Al salir la serie al aire, las divisiones del país, que se sentían un poco olvidadas, afloraron con mucha vehemencia en ambos sectores de la sociedad.

La vicaría era el único lugar que podía hacer una suerte de contrapeso a los servicios de inteligencia de la dictadura. Fueron gente muy joven los protagonistas de la vicaría. Quisimos mostrar cómo se vivía en esa época y cuáles eran las prioridades de la gente, distintas a las que hoy tienen los jóvenes.

Cuenta Acuña que el gran desafío narrativo y estructural fue cuánto se tenían que apegar a los hechos reales y cuánto no. “Cada capítulo está basado en una historia real. Más que recrear exactamente cómo sucedieron los hechos, nos interesó modificar algunos elementos, aunque las circunstancias eran básicamente las mismas.

“Los periodistas e intelectuales hacían referencia a qué caso podría ser el tratado en cada capítulo. Tomamos casos muy emblemáticos, y después incluso salió el libro Los casos reales de los archivos del cardenal, donde se hace un paralelo entre nuestra ficción y el caso real.

Algunos historiadores planteaban que a veces nosotros nos acercábamos más a la verdad que muchos documentales. Especulábamos con muchas cosas que no sabíamos realmente cómo sucedieron, cosas que sólo supieron las víctimas y los victimarios. Muchos artículos de prensa decían que la ficción a veces se acerca más a la realidad que otro género.

Sin censura y mucha polémica

–¿Le afectaron esos hechos de manera directa?

–Una de las historias, un caso emblemático sobre unos profesores degollados al final de la dictadura, en 1985. Me tocó ser testigo porque era alumno del colegio donde daban clases esos docentes, que eran comunistas.

Acuña comenta acerca de los varios premios Altazor que ganó la serie apenas a finales de mayo. Es un reconocimiento muy importante. Fue un trabajo muy difícil y tardado, y en un momento pensamos que lo podrían censurar, porque ahora hay un gobierno de derecha. Finalmente la serie salió sin censura, generó mucha polémica y tuvo mucha audiencia.

Para el equipo de Nicolás Acuña los premios también son muy importantes porque ayudarán a concretar una segunda temporada de la serie. Casos, lamentablemente, sobran.

Manifiesta satisfacción por la aceptación de la serie fuera de Chile. Fue vendida a una televisora por cable en Estados Unidos, pero todavía no se ha transmitido. Podría darse también un contrato en Argentina, aunque no se ha confirmado.

Cuando salió la serie tuvieron publicaciones en The New York Times, la BBC y Al Jazeera. Que ahora se transmita en México es un gran orgullo. Hubo muchos chilenos que salieron exiliados a ese país. Hay ahí una historia común importante.