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Evocaron a quien antes de despedirse les legó el océano infinito de sus palabras

Carlos Fuentes recibe cálido homenaje de sus cómplices literarios en España

La vasta obra del autor es una cartografía de México e Hispanoamérica, dijo Juan Goytisolo

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Juan Goytisolo, Víctor García de la Concha, José Manuel Caballero Bonald y Julio Ortega, ayer, en el Instituto Cervantes, en MadridFoto Armando Tejeda
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 6 de junio de 2012, p. 5

Madrid, 5 de junio. Carlos Fuentes, patricio veneciano y embajador permanente del territorio de La Mancha, recibió hoy un cálido homenaje de sus amigos escritores del otro lado del Atlántico con los que compartió durante décadas complicidades literarias.

En la sede central del Instituto Cervantes de Madrid acudieron dos de los autores españoles más vinculados al autor de Aura, Juan Goytisolo y José Manuel Caballero Bonald, además del crítico literario peruano Julio Ortega y de Víctor García de la Concha, en su calidad de anfitrión. Con palabras, literatura y lágrimas rememoraron el eterno amanecer evocado por Fuentes antes de despedirse de nosotros y legarnos el océano infinito de sus palabras.

De la Concha, presidente del Instituto Cervantes y ex director de la Real Academia Española (RAE), explicó: “Estábamos tan acostumbrados a verlo siempre. Con su perfil juvenil. Con su porte de patricio veneciano. Siempre tan británico y un poco casi como galán de Hollywood. Y creíamos que nunca se nos iba a marchar. Nélida Piñón dijo que Carlos Fuentes nunca dejaba de ser el más mexicano de los griegos, el más griego de los europeos, el más romano de los africanos... Y la verdad es que Carlos Fuentes había aprendido muy pronto en el Inca Garcilaso que mundo sólo hay uno y de ese mundo apegado a una tierra, terra nostra, y abierta a la universalidad se había proclamado ciudadano”.

Diagnósticos esclarecedores

Caballero Bonald resaltó algunas cosas esenciales de la obra de Fuentes y de su libro La gran novela latinoamericana: Mostró siempre preocupación por cuestiones claves de la historia cultural latinoamericana: la Colonia, el mestizaje, el barroquismo, la identidad mexicana y en especial la lengua. A él se deben algunos diagnósticos singulares afines a sus tesis del proceso evolutivo de la novela... Y el veredicto de Carlos Fuentes es sumamente esclarecedor.

El poeta gaditano explicó que, según la tesis de Fuentes, las grandes novelas contemporáneas de la órbita del español no existirían fuera del lenguaje. Y que es ese lenguaje el que designa todo lo que la historia ha callado. Y esto también dispone de una tradición que se inicia con los cronistas de Indias, que tuvieron que inventarse una nueva prosa narrativa para describir hechos y datos maravillosos, sorprendentes por desconocidos. Según Fuentes lo que había muerto no era la novela, sino la forma burguesa de la novela y esa estilización del realismo burgués. Esa destrucción de un lenguaje envejecido y de nadie dejó paso a una realidad literaria mucho más poderosa, a una nueva categoría del lenguaje.

Criticó que el purismo léxico, por su mismo carácter inmovilista, remite al atasco dogmático de las ideas. La reacción contra las formas rígidas del español metropolitano, incluso también una reacción literaria contra un modelo centralista afincado en esa musaraña académica del peligro de fragmentación o de impureza del idioma. ¡Qué magnífica lengua impura, mestiza, la que hablan Pedro Páramo, Artemio Cruz, El Jaguar, La mala, Aureliano Buendía y tantos personajes que acuden a esas novelas para saber que existen, como decía Fuentes.

Tocó turno a Goytisolo. Comenzó leyendo un fragmento de la novela póstuma de Fuentes, Federico en el balcón, en la que hablaba del eterno amanecer. Para añadir: Si la obra de Fuentes elude de mil maneras distintas el dilema de ¿qué haré en el tiempo a fin de trascenderlo?, no glorificó como Virgilio el mundo cruel e injusto en el que vivió ni puso la pluma al servicio de los poderosos. Fue al revés; un crítico implacable de la sociedad mexicana, que retrató con una certeza e imaginación a veces visionaria, que podemos calificar de goyesca. Su vastísima obra es una cartografía de México, incluso de Hispanoamérica, con sus diferentes estados históricos, culturales y humanos.

En su obra también reivindica el mestizaje creado con la conciencia iluminadora de que toda cultura es la suma de las influencias exteriores que ha recibido a lo largo de su historia. La referencia en su novela al tiempo, que reitera eternamente sus ciclos ante seres humanos fugaces como el ave, pero tenaces como el águila, que busca su destino, que a veces lo halla en la obra minuciosamente creada. Este fue el eterno amanecer evocado por Fuentes antes de despedirse de nosotros y legarnos el océano infinito de sus palabras.

Mientras, Julio Ortega resaltó que Fuentes nunca escribió dos novelas parecidas. Nunca se aferró al éxito de un estilo. En cada novela escribía su primer libro.

De la Concha cerró el homenaje de estricta justicia, porque Carlos Fuentes mereció y merece el título de embajador permanente del territorio de La Mancha.

El acto tuvo escaso público y el embajador de México, Francisco Ramírez Acuña, no asistió, pues prefirió estar en la presentación del libro del empresario Valentín Díez Morodo, Corona: la cerveza mexicana que conquistó el mundo.