Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 3 de junio de 2012 Num: 900

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Presentación

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Hugo Gutiérrez Vega

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La poesía y el
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Ricardo Yáñez entrevista
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Dylan, Sakamoto, Parker y McCartney

Pésimo el concierto de Bob Dylan en el nuevo foro Pepsi Center del World Trade Center. Bueno el de Ryuichi Sakamoto con Alva Noto en el Metropólitan. Magnífico el de Maceo Parker en el Plaza Condesa. Paul McCartney, por supuesto, se cuece aparte. Fue histórico.

La presentación del señor Dylan tuvo todo en contra, empezando por él mismo. Es verdad: en este mismo espacio recomendamos asistir a su presentación, conscientes de que su comportamiento nunca responde a las convenciones y de que su pensamiento es políticamente incorrecto. Así, atendiendo a la congruencia y respetando su influencia en la historia de la música popular, nuestra crítica no va más que en sentido estético, contra él y contra nuestra propia audiencia, así como contra quienes pensaron que semejante espacio estaba listo para albergar espectáculos masivos.

Dictador inflexible, Dylan impide que la extraordinaria banda que lo acompaña desarrolle su potencial. Tiene una magnífica sección rítmica, dos tremendos guitarristas y un talentoso multiinstrumentista de apoyo; pero no, ha de ser él quien toque cada solo de la noche con cualquier instrumento, y lo hace muy mal. Vaya, sabemos que su voz está rota, que nunca fue un gran cantante, pero esto es otra cosa. Las letras, hoy incomprensibles, lo justificaban todo. Ahora es la estructura, el arreglo y el cobijo mismo de su canto lo que falla. Hablamos de paupérrimas ideas melódicas, de una interpretación descuidada y en decadencia, de muy poca autoridad tímbrica. Repeticiones ad nauseam, silencios incoherentes, escalitas en ascenso o descenso eterno… Una verdadera ofensa a quien tenga un poco de juicio crítico.

Así las cosas, mientras él se equivoca una y otra vez pisando cromatismos en la guitarra, la armónica o el teclado, sus músicos lo observan buscando algún eco o indicio, alguna señal que les permita hacer algo más que los trucos de siempre:  exagerar dinámicas haciéndose chiquitos durante los versos, creciendo durante los coros y explotando en los “solos”.  Pero no.  El señor Dylan ha venido por un cheque y lo demás es lo de menos, incluso la gente, ésa que comúnmente aplaude el puro hecho de ver a una leyenda aunque venga a burlarse de todos.

Finalmente, el foro Pepsi es un asco. El escenario está a una altura que impide el gozo a quienes pagan boletos de pie. El aire acondicionado funciona mal. El segundo piso está demasiado lejos. El sonido es malo. No hay pantallas. En fin. Parece una obra en proceso que ha sido inaugurada antes de tiempo por un presidente que va de salida. Muy a nuestro estilo. Ojalá que lo mejoren pronto pues hoy parece apenas una buena posibilidad.

Sakamoto y Noto, por otro lado, hicieron de las suyas en el marco del Festival de México. Minimalistas y oníricos (igualmente recomendamos su concierto en esta sección), lograron su cometido con un teatro a medio gas, pues los curadores del siempre cambiante FMX no saben medir bien las cosas. Este show era para el Teatro de la Ciudad y el de Antony con la Filarmónica de la Ciudad de México debía suceder, precisamente, en el Metropólitan. Probablemente eso hubiera contribuido a tener precios más justos, pues pese a los múltiples subsidios el festival parece haber abandonado su política de acceso fácil a la cultura (sí, hubo conciertos gratuitos, pero cuando cobraban se excedían).

Maceo Parker, contrariamente, estuvo perfecto. Hombre de casi setenta años, fue generoso al brindar una presentación de casi tres horas en la que su banda (de la que sobresalía Rodney Curtis, bajista de Parliament Funkadelic) pudo lucir su discurso a niveles apoteósicos. Funk, jazz y R&B se combinaron en un despliegue de virtuosismo al servicio del mensaje. Dinámicas imposibles, arreglos de relojería que equilibraban la improvisación constante. Lo más cercano que hoy puede estarse de James Brown o George Clinton. Una maravilla que el lector no debe perderse cuando vuelva, pues es un hecho que así será. Esperamos que entonces el precio no sea tan elevado.

Finalmente diremos que los shows de McCartney en México representan el ABC de una leyenda, de alguien señero que pese a los años transcurridos no pierde el respeto ante su audiencia, no pierde la capacidad de asombro y, más aún, no pierde su compromiso con la belleza, acaso una de las pocas cosas que podrán salvarnos a la larga, por encima de candidatos insulsos, estudiantes sobredimensionados, líderes sindicales enfermos de poder, narcos enardecidos, maestros mal educados, militares corruptos y periodistas y ciudadanos asesinados.