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Un día antes de morir había comenzado a escribir una nueva novela: El baile del centenario

Mi sistema de juventud es trabajar mucho, tener siempre un proyecto

Antes los problemas empezaban en AL y ahora parece que llegarán a esa región, dijo a El País

Foto
Carlos Fuentes en su casa, el pasado 17 de enero, durante una entrevista con La Jornada Foto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Miércoles 16 de mayo de 2012, p. 5

Un día antes de morir, el narrador Carlos Fuentes había comenzado a escribir el que habría sido su nuevo libro, El baile del centenario. Y en unas semanas deberá publicarse Federico en su balcón, que recientemente había entregado a la editorial.

Incansable lo observó a principios de mayo el reportero Francisco Peregil, del diario español El País, al entrevistarlo en Buenos Aires, en la que fue su última charla periodística. Incluso declaró:

Cuando se llega a cierta edad, o se es joven o se lo lleva a uno la chingada. Y hasta compartió secretos: Mi sistema de juventud es trabajar mucho, tener siempre un proyecto pendiente.

Durante la charla, publicada este lunes 14 de mayo en que Fuentes había anunciado que comenzaría a escribir el nuevo libro que ya no será, el autor de La región más transparente se mostró muy atraído por asuntos mundiales diversos, como las revoluciones en los países árabes, la inconformidad social en Europa y Estados Unidos o los cambios en América Latina:

“Me fascinan los cambios que estamos viviendo. ¿Quién iba a decirle a usted que los cambios iban a empezar en el norte de África? Y de ahí se ha extendido a buena parte de Europa y a los Estados Unidos, donde muchos de mis estudiantes me dicen: ‘Yo soy doctor y no encuentro trabajo’. O… ‘Mi padre ascendió a la clase media y yo siento que estoy bajando a la clase trabajadora’.

“En América Latina también hay cambios muy grandes, aunque se ha mantenido cierta estabilidad. Antes los problemas empezaban en América Latina. Ahora parece que van a llegar a América Latina. Y es un mundo que no sabemos nombrar. Si uno le dice a Dante, ¿qué se siente estando en plena Edad Media?, él nos diría: ‘¿Y qué es la Edad Media?’ No podemos nombrar esta época, pero sentimos que todo está cambiando. El Renacimiento sabía que era el Renacimiento, la Edad Media no sabía que era la Edad Media.”

Conversación con Nietzsche

–¿Qué opina de la expropiación del 51 por ciento de las acciones de Repsol en YPF? –le preguntó Peregil sobre esa decisión del gobierno argentino.

–En México nacionalizamos el petróleo en 1938. Hay actos que están dentro de las facultades de cada gobierno y después están las consecuencias de esos actos. Y eso es lo que todavía no sabemos. Vamos a ver qué consecuencias tiene este acto. Los problemas internos de la Argentina, que son muchos, son resueltos a veces con un golpe de prestidigitación que acarrea el apoyo de toda la sociedad. Aquí hasta Menem se ha manifestado a favor de esta medida. Y se olvidan un poco de algunos errores, que ya vendrán otros.

Acerca de Federico en su balcón, Fuentes sólo adelantó: Nietzsche aparece resucitado en un balcón a las cinco de la mañana y yo inicio con él una conversación.

Y de El baile del centenario, compartió de manera más amplia: Termina una trilogía de la Edad Romántica, que cubre desde la celebración del centenario de la Independencia en septiembre de 1910, que lo organiza Porfirio Díaz, y la celebración del fin del centenario en 1920, que la organiza Álvaro Obregón con José Vasconcelos, de manera que cubre diez años de la vida de México. Tengo ya muchos capítulos, notas y personajes. Hay una mujer que me interesa mucho, que no quiere decir nada de su pasado y se va descubriendo poco a poco, hasta que llega al mar y se libera.

–¿No cree que a veces al cumplir años uno no se hace más sabio sino más torpe a medida que se afianza en sus viejas convicciones?

–Depende de quién. Yo soy muy amigo de Jean Daniel, el director del Nouvel Observateur. Es un hombre que acaba de cumplir 91 años y es más lúcido que usted y yo juntos. Nadine Gordimer tiene noventa y tantos. Luise Rainer, la actriz, a quien veo mucho en Londres, tiene 102 años. Y va conmigo a cenas, se pone un gorrito y va feliz de la vida. No hay reglas. El hecho es que cuando se llega a cierta edad, o se es joven o se lo lleva a uno la chingada.