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Ver día anteriorMiércoles 9 de mayo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Se va Onésimo Cepeda, el pastor de los poderes fácticos
E

n breve comunicado, la sala de prensa del Vaticano señaló que el Papa aceptó con prontitud la dimisión de Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec, según el artículo 401.1 del código de derecho canónico, a sólo 44 días de haber sido presentado. Cepeda Silva, con 75 años, pasa a retiro. Al parecer Roma tenía prisa, dado el atípico comportamiento de un obispo polémico, envuelto invariablemente en querellas y tormentas mediáticas que han comprometido la imagen de la Iglesia. Onésimo Cepeda es el arquetipo del obispo adicto al poder y a los acaudalados. Es de todos conocido que le gusta vivir con refinamiento y se apoya en una red de relaciones de personas opulentas para financiarse; es el pastor de las élites y de los poderes fácticos. A pesar de que se autoproclama daltónico, su corazón y acciones lo delatan priísta, presume su relación cercanísima con el actual gobernador mexiquense, Eruviel Ávila, de quien dijo era su padrino político, y por supuesto de Enrique Peña Nieto. Su apoyo categórico a Jorge Hank Rhon durante su detención en Tijuana mostró sus fuertes vínculos con el llamado grupo Atlacomulco. A pulso se ganó la denominación de capellán del PRI. El obispo de Ecatepec también es como la clase política: pragmático. Pese a que en 2000 apostó fuertemente por la candidatura de Francisco Labastida Ochoa, Olga Wornat, en su libro La Jefa (2003), deja ver la participación decisiva tanto de Onésimo Cepeda como del cardenal Rivera en la anulación religiosa del matrimonio de Marta Sahagún, sin duda la clave del reposicionamiento político de los obispo cortesanos.

Sus declaraciones públicas muchas veces han sido desafortunadas. En el pasado proceso electoral calificó de estupideces posturas de López Obrador, con las que ganó amonestaciones de Gobernación y duras calificaciones del PRD al señalarlo como mercader de la religión y la política. Al salir a la opinión pública los primeros indicios de los abusos sexuales perpetrados por Marcial Maciel, Onésimo Cepeda declaró que a los ex legionarios les debe haber gustado, si tardaron tanto tiempo en denunciarlo; con todo lo que se ha revelado sobre el caso debe sentirse ahora avergonzado por su extrema vulgaridad. En plenos festejos del bicentenario, Onésimo tuvo otra ocurrencia que levantó revuelo al asegurar que en México el Estado laico era una jalada. Podríamos llenar páginas enteras con las provocaciones de este prelado, quien con sus desatinos ha incomodado principalmente a la propia Iglesia. Una más, en 2004, cuando se discutía la cuestión de la píldora del día siguiente, con falta de tacto explicó: La píldora sirve muy bien para tenerla en medio de las rodillas; cuando tienes apretadas las rodillas y la píldora en medio, no tienes problemas, ¿ok?; cuando se te cae la píldora, entonces es cuando vienen los problemas.

Eso sí, se ha mostrado hábil para obtener recursos. Así lo demostró al construir la costosa catedral de Ecatepec en tiempo récord, gracias a numerosos donativos millonarios. Dineros, poder y política han acompañado al polémico obispo, hoy retirado. Siempre en la frontera, Onésimo Cepeda desmintió que haya recibido un millón de pesos del empresario argentino Carlos Ahumada Kurtz, a pesar de que éste lo suscribió en su libro Derecho de réplica (2009). Sin embargo, la acusación de fraude y sustracción de valiosas piezas de arte ha sido el caso más amenazador que ha enfrentado el jerarca católico. Como se recordará, Arthinia Internacional demandó al obispo; utilizó una hoja en blanco, firmada por Olga Azcárraga, para simular el pagaré por 130 millones de dólares que después el sacerdote endosó en favor de Matute Labrador. Salió favorecido del caso. Poco antes, de manera retadora, sentenció burlonamente: A mí me la persignan. Sus principales detractores no están fuera de la Iglesia, sino dentro. Cepeda Silva ha venido desafiando los estilos y las moderadas rutinas de los obispos en el ámbito público. Se le reprocha, por tanto, alejarse de la imagen de un obispo pastoral por el actor mundano, frívolo y arrogante.

Onésimo Cepeda es abogado por la UNAM, 1956-1960, y uno de los poquísimos obispos con estudios en universidades laicas. Su vocación sacerdotal es tardía. Se ordenó a los 33 años, después de una disipada vida como rockero, torero, parrandero y bolsero. En sus primeros años sacerdotales, en los 70, se amparó bajo el signo de progresismo católico, impulsado por el Concilio Vaticano II, en la avanzada diócesis de Cuernavaca. Tomó distancia de su obispo, Sergio Méndez Arceo, refugiándose en los conservadores movimientos carismáticos. Incursionó como teleevangelizador en una pequeña televisora estadunidense. Años después las preocupaciones de Roma y los nuevos vientos disciplinarios colocaron a Onésimo Cepeda en una posición inmejorable para tomar revanchas. Se convirtió en aliado incondicional del nuncio Girolamo Prigione para desmantelar y estrujar la obra pastoral de don Sergio. Apoyó la persecución encabezada por los obispos sucesores, Posadas Ocampo y Reynoso Cervantes, contra los teólogos de la liberación, así como de los agentes de pastoral popular de las comunidades de base.

Ahora pasa a la jubilación muy a su pesar, pues quería quedarse unos años más. Su retiro representa la pérdida de un valioso activo para el PRI y mayor debilitamiento del cardenal Rivera, su aliado incondicional. Más que su cercanía con los legionarios y simpatía al brazo de la vieja guardia wojtyiliana, encabezada por Ángelo Sodano, Onésimo se va por ser un actor inextricable. Su estilo bocón y su poca congruencia irritó institucionalmente a la jerarquía, la cual ha encontrado en el retiro una inmejorable oportunidad para desembarazarse de un obispo incómodo, quien desde su jubilación ya no tendrá el mismo peso, poder ni reflectores a los que llegó ser adicto.

Él ha declarado perdonar a sus detractores que lo han calumniado en los medios, pero debería preguntarse si la propia Iglesia le dispensará todas sus desviaciones, extravagancias e incoherencias religiosas. ¿Dios le perdonará?