ingún personaje de la historia o de la ficción ha sobrevivido tanto en la memoria humana como Jesús, el Cristo que refieren los Evangelios.
Su vida sencilla ha dado lugar a complejísimas interpretaciones teológicas. Tantas que muchas parecen contradecir abiertamente el eje de su doctrina que él mismo resumió en la frase ama a dios por sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo
.
Podría decirse que su doctrina del amor ha generado más guerras y más odios que ninguna. Cuando un grupo de fanáticos y líderes corruptos quiso imponer su reino en la tierra en nombre de la Verdad Única y el Dios Verdadero sólo lograron construir las zonas más oscuras de la oscura Edad Media.
Ecos sangrientos de aquella teocracia fallida aún se escuchan en muchas partes: en la veneración a terroristas como los cristeros que combatieron la educación volando trenes y violando maestras rurales, o en el inverosímil San Juan Chamula donde en el nombre de su divinidad se impide a niños de otras creencias asistir a las escuelas públicas.
Pero Jesús, forma griega de Josué, no deja de seguir sorprendiéndonos. Los Manuscritos de Nag Hammadi, los Rollos de Qumrán o del Mar Muerto, o el Evangelio de María Magdalena han alimentado a las nuevas generaciones de lectores sobre la vida y obras de este personaje cuya doctrina, asegura, puede anular el pasado.
Apócrifo en la antigüedad significaba oculto, secreto, escondido. Los Apocrypha eran libros para los iniciados, para los que habían rebasado los conocimientos básicos y querían y podían no conformarse con este mundo sino transformarlo. Hoy apócrifo es sinónimo de falso y se les denomina a todos aquellos textos que refieren la vida de Jesús pero que no forman parte del canon bíblico.
Los cuatro evangelios aprobados por la Iglesia dan cuenta de la vida de Jesús pero omiten etapas fundamentales. Si aceptamos la sentencia de que infancia es destino podríamos vislumbrar el destino del nazareno a través de su infancia pero esa es una etapa casi desconocida en las versiones oficiales de su vida.
Si dios se hizo carne para redimir a los hombres, los Evangelios Apócrifos nos muestran a un Jesús más humano que el que nos muestran estampas y retablos.
En esos evangelios podemos ver a un niño que se divierte un sábado haciendo palomas con lodo y cómo los padres de la iglesia lo reprenden por trabajar ese día reservado para adorar a la divinidad. Para no dejar huella de lo que hacía o para evitar más reprimendas el pequeño Jesús ordenó a las palomas de barro volar y estas emprendieron el vuelo.
En otra ocasión mientras jugaba con otros niños uno de ellos calló muerto a causa de un golpe. Como Jesús era el único extranjero en ese pueblo fue fácil culparlo. Sobre todo si el niño muerto era el hijo del rey.
Jesús fue acusado y señalado por un testigo y al darse cuenta de que nadie defendería su inocencia le pidió permiso al rey para llamar a un testigo que diría la verdad. Como accedió el monarca Jesús le ordenó al niño muerto despertar para que dijera quién lo había matado y acto seguido el príncipe se levantó del lecho y señaló al culpable.
Según la Iglesia, los libros apócrifos son falsos y en el mejor de los casos piadosas versiones populares que intentaron llenar los huecos dejados por los libros aceptados por el alto clero. Si fuéramos estrictos podríamos decir que los libros aprobados por el canon bíblico son a su vez versiones de otros tantos libros donde aparecen mesías redentores y diluvios universales. Basta acercarse al Gilgamesh para comprobarlo.
Como sean, los Evangelios Apócrifos y en general los libros apócrifos nos muestran a un Jesús más humano y en cuya vida aparecen las mujeres con un papel más activo y protagónico como la aún desdeñada María Magdalena, quien en dos mil años no ha logrado quitarse la imagen de ramera y tampoco que su evangelio –en el que aparece más cercana a Jesús El Cristo que el resto de sus discípulos– circule tanto como la Biblia.