Economía
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Hogares y mujeres son los más vulnerables a la recesión y los choques externos, dice

BM: a México le tomó 10 años recuperarse de la crisis de 1995

Aumentan riesgos y consecuencias del cambio climático y desastres naturales

Pobres y estratos de ingreso medio, extremadamente vulnerables a precios de alimentos y combustibles

 
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de marzo de 2012, p. 28

Los efectos sociales de una crisis económica persisten varios años después de que el ajuste ha ocurrido. México es ejemplo de ello. Un nuevo informe del Banco Mundial documentó que el país tardó una década en remontar el aumento de la pobreza a consecuencia de la crisis de 1995, año en que ocurrió una caída de la actividad comparable a la registrada en 2009.

Después de la recesión de 1994-1995 tomó más de diez años a México recuperar los niveles de pobreza que existían antes de la crisis, expuso el organismo. Señaló que las mujeres son más vulnerables a las crisis y que en una situación de contracción económica, los hogares reducen el gasto asociado con la educación y la compra de alimentos.

La evidencia muestra que el número de crisis que afectan el ingreso de los hogares va en aumento, expone el organismo en el documento Respuesta a la crisis en protección social, estudio que forma parte de la discusión de estrategias del Banco Mundial para la siguiente década.

Un elemento que introduce el documento es la relación entre los procesos de apertura y liberalización económica, de los que ha sido activo promotor, y la forma en que los hogares son afectados por esas crisis cada vez más frecuentes.

Expone: la globalización ha incrementado la interdependencia entre países y, como resultado, ha hecho a los hogares más vulnerables a choques externos, al transmitirles las crisis económicas y la volatilidad.

Además, la dinámica demográfica, así como el crecimiento de las áreas urbanas y la migración, aumentaron el riesgo y las consecuencias de desastres naturales y del cambio climático.

Agrega: los años 2008 y 2009 fueron marcados por uno de los más serios descensos en la actividad económica en los tiempos recientes, originado en los países desarrollados y con consecuencias en los países emergentes y en desarrollo, al mismo tiempo en que una secuencia de choques mundiales, relacionados con el precio de alimentos y combustibles, los había hecho ya vulnerables. Esto provocó sustanciales impactos sociales.

Las personas pobres, así como las que se ubican en los estratos medios de ingreso, son extremadamente vulnerables a choques como los ocurridos con el precio de alimentos y combustibles y, posteriormente, el de la crisis de 2008-2009, no sólo en los países de ingreso bajo, sino también en los de mediano, apunta el documento, que forma parte del bagaje de discusión de la estrategia del organismo para la próxima década en cuanto a programas de protección social y laboral.

De acuerdo con la clasificación del Banco Mundial, México es considerado un país de ingreso medio, con 8 mil 900 dólares por habitante. Poco más de la mitad de la población, 51.3 por ciento, es pobre.

Los pobres tienen un muy limitado acceso a mecanismos efectivos de gestión de riesgos y a estrategias de adaptación, lo que afecta de manera negativa a largo plazo el capital humano y perpetúa el ciclo intergeneracional de pobreza. Las crisis también afectan a las clases medias en cuanto las colocan en riesgo de perder su ingreso y caer, así sea temporalmente, en pobreza.

La discusión que plantea el Banco Mundial como parte de su estrategia para los próximos diez años tiene que ver con retomar la experiencia de las crisis recientes y sus consecuencias sociales, que se resienten por un periodo prolongado, con el objetivo de reforzar mecanismos de protección social.

Uno de los mecanismos que, menciona, han funcionado para reducir la pobreza son las transferencias condicionadas de efectivo a familias, como Oportunidades en México o Bolsa Familia, en Brasil.

En varios países de ingreso medio los programas de transferencias condicionadas de efectivo, como Bolsa Familia y Oportunidades han funcionado como instrumentos para reducir la pobreza estructural. Sin embargo, esos programas pudieron ampliarse rápidamente cuando los países fueron afectados por crisis financieras, establece.