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Presentan libro sobre el vástago del Benemérito y Margarita Maza

Hijo de Juárez fue un júnior sin oficio ni beneficio: experta

El único descendiente varón de ese matrimonio fue una figura menor, pues vivía de las apariencias, afirma la investigadora Esther Acevedo

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El protagonista de Por ser hijo del Benemérito: una historia fragmentada, Benito Juárez Maza, 1852-1912, libro de Esther Acevedo, en imágenes incluidas en el volumen publicado por el INAHFoto Arturo Chapa
 
Periódico La Jornada
Jueves 22 de marzo de 2012, p. 5

El único hijo sobreviviente del matrimonio formado por el presidente Benito Juárez García y Margarita Maza fue un júnior, como los que podemos ver ahora, sin oficio ni beneficio más que usar el nombre del padre, pues no le salió nada en la vida, ni los negocios ni tuvo familia. No fue un buen gobernador de Oaxaca y quedó totalmente endeudado. Era un hombre que vivía de las apariencias, afirma la investigadora Esther Acevedo.

Benito Juárez Maza protagoniza Por ser hijo del Benemérito: una historia fragmentada, libro que hoy a las 19 horas será presentado por Leticia Reina, Rosa Casanova, Hugo Arciniega y Eduardo Flores Clair en la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ubicada en la calle Allende 172, Tlalpan.

Ese trabajo de Esther Acevedo se desprende de la exposición, cuya curaduría estuvo a cargo de la autora en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, para conmemorar el bicentenario de Benito Juárez en 2006. Al buscar material se encontró con el archivo de Juárez Maza, de más de 3 mil documentos, heredado a los descendientes del hermano de su esposa francesa, María Klerian.

La investigadora recuerda que Daniel Cosío Villegas recomendaba sacar nuevos archivos para los estudios de la Revolución y hacía hincapié en estas segundas figuras que no habían participado para entender qué había sido el movimiento armado en la vida cotidiana.

Entonces, “esto es un claro ejemplo –indica Acevedo– de una figura menor que llega a ser gobernador de Oaxaca, pierde las elecciones como todos los que iban con Madero las perdieron, después las gana, pero no entendía lo que pasaba. Quería relegirse y que hubiera nuevas personas, pero con el sistema del porfiriato”.

Nombre e influencia, nada más

De niño, Benito Juárez Maza conoció a Porfirio Díaz, como amigo de su padre y después como su enemigo: Ciertamente Díaz dice qué hago con un Benito Juárez Maza, que se vaya. Así que se fue de diplomático unos años, primero a Italia, luego a París, Alemania, Washington y de regreso a París, que le fascina. Sin embargo, de acuerdo con cartas encontradas en el archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Juárez Maza “no tiene lo que se necesita para ser un diplomático, lo que llaman conveniencias.

Es decir, no tiene los convencimientos de que Díaz es un buen presidente. Entonces, Juárez Maza no puede ser representante diplomático si está en contra del régimen por debajo del agua. Además, era una persona un poco colérica; en cuanto alguien hablaba mal de su padre, lo retaba a duelo. Tiene duelos con muchos franceses. Finalmente, se casa con una francesa y regresan a vivir a México.

Aunque era masón, no era la masonería de su padre. Al respecto, Acevedo anota: la masonería en México no ha podido ser realmente estudiada, porque los archivos no los prestan y tampoco sabemos si existen. El estudio del archivo de Juárez Maza arroja que cada vez utiliza menos su apellido materno y que se hace de cierto poder al reunir una serie de pequeñas logias en la ciudad de México. Luego creó una agencia en la que hace negocios con más o menos el siguiente esquema: Él pide a Díaz un favor, ya sea que le done 30 hectáreas de tierra en Guerrero; entonces consigue un socio con dinero, con quien pone un negocio. Luego consigue comprar, por ejemplo, caballos que vende al Ejército Mexicano. Son negocios en los que nada más pone su nombre e influencia.

Por ser hijo... es un libro con muchas fotografías. De las cerca de 250 imágenes del archivo, Acevedo utilizó 115, muchas inéditas. El texto se entreteje entre documento y fotografía. Podríamos definirlo como un libro de historia cultural, más que de historia, porque se basa en la fotografía como material de ayuda para que los documentos escritos tomen más peso. También es una historia fragmentada, porque la investigadora de la DEH –especializada en historia del arte del siglo XIX mexicano– no cree en la necesidad de tener todos los datos para hacer un perfil biográfico.

–¿Alguien ha estudiado a los hijos de otros ex presidentes?

–Que yo sepa, no. Sería bueno ver qué han hecho los niños Salinas, los jóvenes Zedillo, los Fox... creo que lo mismo: valerse del nombre del padre y conseguir negocios.