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No se trata de crear un ministerio de la moral, sino de sembrar valores: clérigo Carvajal

Tras décadas de repliegue, la Iglesia católica cubana reconstruye su plataforma de difusión

Es posible tener un espacio religioso en alguno de los canales de tv, señala Gustavo Andújar

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El sacerdote Yosvani Carvajal, rector del Centro Cultural Félix Varela, y Gustavo Andújar, director de Audiovisuales del Arzobispado de La HabanaFoto Gerardo Arreola
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 20 de marzo de 2012, p. 23

La Habana, 19 de marzo. Después de tres décadas de repliegue en los templos, la Iglesia católica en Cuba volvió a la calle y logró reconstruir una plataforma de difusión de su pensamiento, que ahora incluye centros culturales, posgrados con aval extranjero, una red de prensa con unos 250 mil lectores y una veintena de medios digitales.

No pretende volver a tener escuelas como hace medio siglo ni busca un canal de televisión, pero el sacerdote Yosvani Carvajal, rector del Centro Cultural Félix Varela y el laico Gustavo Andújar, director de Audiovisuales del Arzobispado de La Habana, dicen a La Jornada que la Iglesia podría aspirar ahora, por ejemplo, a impartir posgrados en las universidades cubanas o acceder a un espacio fijo en la televisión y el radio.

La Iglesia no puede ser excluida en la formación de la sociedad, señala Carvajal. Incluso para un plan de gobierno como la reforma económica hace falta también fortalecer una serie de bases éticas que la sociedad cubana desgraciadamente ha perdido estos últimos años.

No se trata de crear un ministerio de la moral, explica el clérigo, sino de sembrar valores humanos, rescatar a la familia, que está en crisis, muy resquebrajada y dividida. La Iglesia quiere trabajar con “la juventud cubana (…) que es una juventud sin esperanza, a veces, sin expectativas. La única vía de salida es irse del país. ¿Cómo lograr que el joven cubano opte por Cuba, que quiera quedarse en Cuba?”

Tras el conflicto con el gobierno al triunfo de la revolución de 1959, la Iglesia católica redujo su actividad al mínimo, pero empezó a reanimarla a finales de los años 80. Su actual expansión se inició en los 90 y tomó fuerza en el último lustro.

La educación formal está en manos del Estado, pero con su sistema de extensión en todo el país, la Iglesia católica ofrece cursos (computación, idiomas, mercadotecnia, filosofía, diseño); talleres de verano (educación, liderazgo, planeación educativa, método pedagógico) y diplomados y maestrías (pedagogía, informática, inglés o bioética). Sólo por los posgrados han pasado más de mil 200 estudiantes.

Algunos estudios tienen avales extranjeros, como los de las universidades La Salle y Cristóbal Colón (México), la Católica de Valencia, la Loyola de Chicago, la Pontificia de Comillas (Santander, España) o el Instituto de Investigación para el Desarrollo de la Educación, de México. Carvajal cree que con esa experiencia la Iglesia puede impartir posgrados de teología y humanidades en las universidades cubanas. El Estado tiene que reconocer a la Iglesia el rol que le corresponde en la sociedad.

El Félix Varela tiene su sede en el emblemático edificio colonial del siglo XVIII donde estuvo el Seminario de San Carlos y San Ambrosio. Lleva el nombre del sacerdote precursor de las ideas insurgentes que, entre otros intelectuales cubanos, enseñó detrás de los mismos muros de piedra.

En esta casa nació Cuba, la nacionalidad cubana, dice Carvajal. Fue la “casa de formación de los grandes pensadores. En continuidad con esa historia queremos que esta casa también sirva de encuentro entre todos los cubanos (…) que la Iglesia brinde ese espacio para el pensamiento serio, de recuperación de nuestras raíces”.

El centro hace difusión artística y forma laicos. Tramita ante el Vaticano un estatus que le permitiría otorgar títulos de bachiller y licenciaturas en humanidades, con reconocimiento pontificio. Si la gestión prospera, se convertiría en germen de un centro de estudios superiores, no competidor de los estatales, sino complementario, señala su rector.

Ya tiene 45 estudiantes en una maestría en administración de empresas, con apoyo de la Universidad de Murcia, España, y expedirá un título válido en la Unión Europea.

Andújar estima que no hay razón por la cual la Iglesia católica, como otras iglesias, no pudiera tener espacios religiosos en alguno de los cuatro canales nacionales de la televisión. Piensa en algo parecido a un popular programa sobre vida cotidiana, que conduce un sicólogo.

“Este es un pueblo mayoritariamente creyente y la gente agradecería mucho una orientación religiosa (…) merece una palabra de aliento en estas condiciones tan difíciles en que vivimos”, señala Andújar, también vicepresidente de Signis, la asociación católica mundial de comunicadores. Recuerda la experiencia de las radios comunitarias en América Latina y conjetura que, de surgir algo parecido en Cuba, no estaría nada mal que el párroco ahí tuviera un espacio.

Ahora los obispos cubanos emiten mensajes radiales en algunas fiestas religiosas; la televisión nacional transmite ceremonias por Semana Santa o Navidad, tanto de Cuba como del Vaticano y eventualmente abre un espacio, como lo hizo para el cardenal Jaime Ortega el martes pasado.

Con excepción de la hoja dominical, las actuales publicaciones católicas surgieron durante los últimos 20 años. Según el recuento de Sergio Lázaro Cabarrouy, responsable de la red informática de la Iglesia, además de decenas de pequeños impresos parroquiales, hay 46 boletines y revistas, cuyos lectores se calculan en un cuarto de millón, porque cada ejemplar pasa de mano en mano.

En la web, la revista del Arzobispado de La Habana (palabranueva.net) tiene la mayor audiencia, con mil 780 visitantes diarios. Cerca de 20 por ciento del total de entradas a los sitios católicos se origina en Cuba, un registro que se explica por el limitado acceso a Internet en la isla.

Lo que el público aprecia de los medios católicos es que nunca son estridentes, dice Andújar. “Nunca provocan o alientan situaciones de conflicto; dicen las cosas –sin tratar de ocultar, de esconder o de maquillar– respetuosamente y dejando abierto siempre la posibilidad del diálogo.”