Opinión
Ver día anteriorLunes 12 de marzo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
¿La fiesta en Paz?

Vaivenes del corazón

E

l corazón es un cazador solitario, decía la vanguardista escritora Carson McCullers, y otro gringo casi tan talentoso como ella, el director de cine Woody Allen, advirtió: El corazón es un músculo demasiado elástico, mientras que el dramaturgo griego Eurípides, quien 400 años aC incorporó a las mujeres al escenario teatral, comprobó que es una carga demasiado pesada para un solo corazón sufrir por dos.

Los toreros no lo saben o tal vez prefieren no enterarse, pero cada tarde, en cada suerte frente al toro, vienen a ofrecer su corazón, como diría mi primo Fito, o a ensayar su corazón en otros días solos y dramáticos, que escribiera el delicado poeta peruano Juan Parra del Riego, primer esposo de la uruguaya Blanca Luz Brum, quien luego fuera bellísima musa y tornadiza esposa de Siqueiros.

En el ruedo, el corazón de las mujeres metidas a toreras irradia una temperatura mucho más elocuente que el de los varones, y por más que procuren presencia de ánimo frente al toro y revistan su rostro de entereza, el grado de armonización alcanzado por ese voluble órgano aflorará junto con sus recursos técnicos, su valor y su temple. Ya han burlado demasiadas embestidas para cuando se enfundan en el traje de luces y hacen el paseíllo.

Por ello los publicronistas –Alcalino dixit–, embarullados de siempre para ver cualidades y defectos en toros y en toreros, se complican aún más a la hora de percibir el corazón de una mujer frente a los pitones. Por ello, al fin, el enorme y sensible corazón de Hilda Tenorio logró armonizarse para sostener y expresar la inmensa vocación torera que posee. Su madura y expresiva actuación del 4 de marzo en la 19 corrida, fue confirmadora.

No obstante la mansedumbre, escasa fuerza y pobre transmisión del encierro de San Judas Tadeo, la actitud de la menuda michoacana sobresalió toda la tarde. Cerebral y precisa con su primero, y volcada y gozosa con su segundo, imprimiéndole a su capote y a su muleta un sentimiento que parecía perdido por las malas pasadas de ese antojadizo brujo bromista, conocido también como corazón, la matadora Tenorio volvió a decir: ¡aquí estoy y quiero ser la mejor!, a pesar de los pesares, de la inestabilidad e inconstancia de los corazones, de la duración y fragilidad de las intenciones.

Someter el corazón a nuevas y atroces emociones, frente a los afectos y frente al toro, es el reto de todo torero, sea hombre o mujer.