Opinión
Ver día anteriorSábado 10 de marzo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Los de Abajo

El caso Cassez

C

omo en el caso de la liberación de los asesinos de 45 tzotziles de Acteal (algunos de ellos confesos), ahora se pretende la excarcelación de la secuestradora francesa Florence Cassez, no porque se haya comprobado su inocencia, sino por supuestas o reales irregularidades en su proceso.

El proyecto del ministro Arturo Zaldívar, que propuso la liberación inmediata de Cassez, llegó a la Cámara de Diputados, donde los legisladores se rasgaron las vestiduras y saldaron cuentas partidarias sin tomar en cuenta a las víctimas de la banda de secuestradores encabezada por Israel Vallarta, novio de la francesa.

El caso de Cassez se caracterizó desde el principio por una serie de irregularidades, no sólo las que apela su defensa, sino también diplomáticas y mediáticas. Sus padres hicieron gala de una serie de recursos que llegaron hasta el presidente galo, Nicolas Sarkozy, quien inexplicablemente encabezó una campaña para regresarla a casa, donde, se dijo en un principio, cumpliría el resto de su condena. Ahora ya ni eso, pues si procede el proyecto de Zaldívar, saldrá totalmente libre, y a lo mejor hasta con disculpas.

A unos días de que se tome una decisión, conviene darle voz a una de sus víctimas: Cristina Ríos Valladares, quien el 13 de junio de 2008 escribió una carta pública en la que relata parte del martirio que vivieron ella y su hijo, de entonces 11 años de edad, durante su cautiverio. Cabe señalar que desde ese momento la víctima no volvió a dar ninguna declaración y, como lo anunció, mantiene como prioridad el resguardo de la integridad de su familia.

“Es indescriptible lo que mi hijo y yo vivimos del 19 de octubre de 2005 al 9 de diciembre del mismo año. Fueron 52 días de cautiverio en los que fui víctima de abuso sexual y, los tres, de tortura sicológica. El 9 de diciembre fuimos liberados en un operativo de la Agencia Federal de Investigación (AFI). Acusados de nuestro secuestro fueron detenidos Israel Vallarta y Florence Cassez, esta última de origen francés, quien ahora se presenta como víctima de mi caso y no como cómplice del mismo.

“… Florence Cassez, la misma mujer cuya voz escuché innumerables ocasiones durante mi cautiverio… la misma voz de origen francés que me taladra hasta hoy los oídos, la misma voz que mi hijo reconoce como la de la mujer que le sacó sangre para enviarla a mi esposo, junto a una oreja que le harían creer que pertenecía al niño.”

Al parecer ya nada de esto importa. Como tampoco interesa que los paramilitares que la organización civil Las Abejas identifica como los asesinos de 45 indígenas en Acteal gocen de plena libertad. ¿Quién sigue?