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La Arcadia de los K (réplica a Steinsleger)
E

l pasado miércoles 29 de febrero mi viejo amigo José Steinsleger publicó en estas páginas un artículo titulado “La Argentina de ‘los K’ y Miguel Bonasso, el novelista”, en el cual, tras elogiarme mucho más allá de mis merecimientos, me regaña con cariño por un comentario atroz vertido en una entrevista anterior con este diario (La Jornada, 25/2/12) y sostiene que en periodismo y literatura me ha ido muy bien, pero en la política no, porque mis diferencias con los K me habrían cegado.

Creo, con todo respeto, que está equivocado y su error no merecería esta aclaración si su cariñoso recordatorio estuviera limitado a mi actuación personal y no contuviera una visión idílica sobre el proyecto político, económico y social del finado Néstor Carlos Kirchner y su viuda, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Proyecto que apoyé al principio, cuando proponía algunas herramientas válidas para salir de la terrible crisis de 2001 y dejé de apoyar cuando se hizo evidente –más allá de la retórica progresista– que entregaba todos los recursos naturales de Argentina (glaciares, bosques, campo y plataforma marítima patagónica) a trasnacionales de prosapia filantrópica como Monsanto, Barrick Gold o las petroleras británicas que devastan las islas Malvinas. Proceso entreguista que detallo pormenorizadamente en el libro que he venido a presentar en México (El mal. El modelo K y la Barrick Gold: amos y servidores en el saqueo de la Argentina) que Steinsleger considera –paradójicamente– como un texto de consulta ineludible.

En la entrevista que lo desconcertó, afirmé efectivamente que las economías de México y Argentina están desna- cionalizadas y agregué que la entrega de soberanía avanzaba como un cáncer sobre todo el lomo de América (desde el sagrado Wirikuta de los huicholes hasta el Esquel de los mapuches) con las exponenciales inversiones de la megaminería a cielo abierto, que constituyen el Potosí del siglo XXI, en perjuicio directo de los más desamparados: campesinos y pueblos originarios. Lo reitero aquí, como la denuncia judicial por tráfico de influencias que interpuse ante la justicia federal argentina contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el secretario de Minería Jorge Mayoral, el secretario de Hacienda Juan Carlos Pezoa y el gobernador de la provincia de San Juan, José Luis Gioja. Todos ellos vinculados dolosamente a Barrick Gold, empresa fachada de la CIA que fue creada por George Herbert Walker Bush, el traficante de armas saudita Adnan Kashoggi y el front man de la minera canadiense Peter Munk para financiar el Irán-Contras.

Cuando dije que el presidente Felipe Calderón no ocultaba su ideología derechista y Cristina –en cambio– se presentaba como adalid del progresismo, de ninguna manera lo hice para ocultar la ordalía de sangre que padece México o para igualar los crímenes inenarrables o la política de limpieza étnica a la que alude el viejo amigo con la situación imperante en Argentina.

Pero tampoco el estado de derecho bonaerense que Steinsleger presenta con perfiles nórdicos es ajeno a la criminalización del conflicto social. Las guardias blancas de los terratenientes soyeros asesinan líderes campesinos como Cristian Ferreyra; las guardias urbanas de los charros sindicales de la Unión Ferroviaria ultiman activistas de izquierda, como Mariano Ferreyra; los represores solapados por gobernadores corruptos como Gioja han producido el primer desaparecido en democracia, que es Jorge Julio López; el Congreso (con mayoría oficialista) ha votado en diciembre una siniestra Ley Antiterrorista, que ya aplican algunos jueces y fiscales contra las asambleas ciudadanas que luchan por el agua en provincias como La Rioja y Catamarca; hay más de 5 mil activistas sociales procesados; se ha descubierto un tenebroso Proyecto X de la gendarmería para espiar militantes populares y el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel tiene que recordar cada tanto a la presidenta que los derechos humanos no son cosa del pasado.

El reciente accidente ferroviario en la estación de Once, que costó 51 muertos y 700 heridos, demuestra que la corrupción mata. Entregados a concesionarios privados que no invierten pero sobornan a los funcionarios del ramo, los trenes que diariamente transportan como ganado a millón y medio de ciudadanos constituyen una de las mayores pruebas de cargo contra el modelo K. En ocho años el matrimonio Kirchner dispuso de una caja de 400 mil millones de dólares que fueron usados para asistencialismo y no para obras de infraestructura, como la reconstrucción de los ferrocarriles, destruidos por su actual aliado Carlos Saúl Menem.

Finalmente, el recordatorio de Steinsleger comienza con una cita del economista belga Eric Toussaint, en la cual éste pone a los Kirchner como modelo de patriotas que se rehúsan a pagar la deuda externa. Es curioso, porque el 2 de mayo de 2011 Toussaint participó en una audiencia pública en el Congreso argentino, donde se denunció al gobierno K por pretender pagar la deuda con el Club de París usando reservas del banco central y estafar al pueblo diciendo que el pago por adelantado al FMI de 9 mil 810 millones de dólares (efectuado en enero de 2006), más la negociación de una quita con los acreedores privados, había resuelto para siempre el problema de la deuda.

La verdad es que siguieron reconociendo hasta el endeudamiento contraído por los militares. Más allá de la deuda que permaneció en default, como la de los llamados fondos buitres, los K pagaron 50 por ciento de intereses y fueron renegociando el otro 50 por ciento, con lo que se acumularon intereses sobre intereses, en un fenómeno usurero e ilegal que los jueces llaman anatocismo.

Por si alguien tiene dudas, conviene citar lo que dijo Cristina Kirchner en una reunión con empresarios realizada en Nueva York el 27 de septiembre de 2010 y organizada por el Council of the Americas, que preside el filántropo David Rockefeller: Es la primera vez desde que me entrevisto con empresarios que veo este cambio de actitud. Obviamente ha tenido que ver la restructuración de la deuda: cuando uno paga lo que debe te miran más lindo.