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En las cárceles los reos imponen las reglas, denuncia la CDHDF

En este autogobierno lo único que importa es el dinero y las autoridades lo toleran, señala

Los encargados de los penales filtran a líderes información de internos para extorsionarlos, dice

 
Periódico La Jornada
Domingo 26 de febrero de 2012, p. 33

En las cárceles de la ciudad de México quienes imponen las reglas son los internos. Se trata de un autogobierno basado en relaciones de poder y subordinación en el que lo único que importa es el dinero y que es tolerado por las autoridades penitenciarias, coincidieron activistas de defensa de las garantías individuales de los presos y la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF).

En cada celda, explicaron, la mamá del cantón, que generalmente es el preso con más antigüedad de cada dormitorio, es el que ejerce la autoridad: decide quien duerme en el peor lugar y quien debe realizar las labores de limpieza, actividades que delegan al reo de nuevo ingreso, salvo que pague para no hacerlo, señaló Pedro Arellano Aguilar, director de la Pastoral Penitenciaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

En los centros penitenciarios capitalinos, agregó, se han conformado grupos de poder liderados por unos cuantos, principalmente quienes están acusados de secuestro o delitos contra la salud, que controlan la venta de drogas, las extorsiones a los mismos presos y sus familias, la venta de comida y la renta de las llamadas cabañas, entre otras actividades y parte de las ganancias son entregadas al personal de seguridad y custodia para que los dejen seguir trabajando.

Para el fundador de la Asociación Nacional de Familiares y Amigos de Detenidos, Pedro Cedillo, si bien los internos son los que ponen las reglas, éstas son fomentadas por las autoridades, pues desde que alguien llega al área de ingreso, los demás ya saben quién es, por qué delito está allí y quién es su familia, información que utilizan para extorsionarlos.

En este autogobierno también hay códigos de conducta, explicó Arellano Aguilar: quienes son encarcelados por delitos que consideran aberrantes, como violación, especialmente de menores, los reos le imponen el llamado castigo canero, el de la cárcel, que va en proporción de lo que hicieron, a menos de que pague para evitarlo.

Aunque en la mayoría de las ocasiones no hay registro de estos hechos, pues las víctimas no denuncian o las autoridades no las investigan, la segunda visitadora de la CDHDF, Rosalinda Salinas Durán, indicó que en todos los casos de quienes ingresan a prisión por delitos como violación y homicidio en grado de parentesco, la Subsecretaría del Sistema Penitenciario del DF, dice darles protección especial para garantizar su seguridad.

Arellano Aguilar y Salinas Durán coincidieron que el autogobierno que se vive en las cárceles de la ciudad se debe a la sobrepoblación de más de 100 por ciento, pues no hay poder humano que gobierne todo eso, por lo que se va perdiendo el control, ya que no hay capacidad de respuesta por parte de las autoridades para atender a los 42 mil internos.

Cuando el interno no tiene dinero para pagar la protección, la única forma que tiene de sobrevivir es haciendo favores a otros presos, que van desde lavarles la ropa, vender drogas hasta sexuales, comentó Arellano Aguilar. Se trata de relaciones de subordinación, que en realidad son mecanismos de sobrevivencia, dijo Rosalinda Salinas.