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Vine a rendir homenaje a ese gran cantante, puntualizó el artista y compositor francés

Hervé Vilard: Juan Gabriel es el texto y melodía de México

Sobre la relación entre ambos países, el intérprete dijo: No todos somos como Sarkozy; en el tiempo de Charles de Gaulle ambas naciones estaban mano a mano

Compartirá el escenario con el Divo de Juárez en algunos conciertos que éste dará en el Auditorio Nacional

 
Periódico La Jornada
Martes 14 de febrero de 2012, p. 9

Juan Gabriel es el alma del pueblo de México. Es su texto y melodía, porque viene de la tierra de este país, de la gente sencilla, de lo popular. Un país que no canta no es un país, y Juan Gabriel canta a México. Este razonamiento es del cantautor francés Hervé Vilard, con más de 40 años de trayectoria y muy popular en los años 60 y 70. En 1965 fue reconocido mundialmente por su canción Capri c’est fini (Capri se acabó), que lo tuvo de gira por Latinoamérica en ese tiempo.

Una de las razones por las que el artista galo viene a México es que será la sorpresa en los conciertos que ofrecerá Juan Gabriel en el Auditorio Nacional este 14, 15, 17, 18 y 19 de febrero (aunque no estará en el de mañana). Es decir, Hervé Vilard, figura influyente para el compositor de Ciudad Juárez, ahora le rinde homenaje. Vilard también fue promotor de artistas mexicanos: llevó a Lola Beltrán al teatro Olympia de París.

He venido para rendir homenaje a este gran cantante. Escribí una canción del español al francés, una traducción que será una sorpresa para él. No sé si actuaré en todos las presentaciones, pero es importante para mí, porque se entreteje la relación de la canción francesa y la mexicana. México y Francia son similares en muchas cosas, una de éstas es la canción. Tenemos cantantes y poetas como ustedes; recuerdo a Agustín Lara, afirma en entrevista con La Jornada Vilard, quien aprovecha la charla para expresar su malestar con su presidente Nicolas Sarkozy, de quien dice sentirse avergonzado, por su forma de actuar.

Sarkozy, traicionero

No todos somos como Nicolas Sarkozy, traicionero, con quien no estamos de acuerdo. Soy de la gente que no está con él, por su forma de ser, de dirigirse, de sentirse más alto que los demás. México tenía otra imagen de Francia y ésa es la que me gustaría dar, la buena. No estoy de acuerdo con ese gobierno, porque habla muy mal. No conozco el México de (Felipe) Calderón. Sólo conocí el de Echeverría, de López Portillo. Ahora ha cambiado todo, se revolucionaron, creo, por su juventud, afirmó.

Recordó: En el tiempo de Charles de Gaulle, México y Francia estaban mano a mano; ahora no. No podemos destruir los lazos que esas personas hicieron. La relación entre países es fundamental; yo soy el fruto de ese tipo de relaciones. Aún me acuerdo de Acapulco, de Monterrey, de Puebla. Gracias a De Gaulle pude estar en este país, en esos lugares. Las puertas estaban abiertas entre Europa y México.

Pero ahora, insiste, a estos tipos de gobiernos no les importa mucho la cultura, que es la cuna de un país, aunque creo que no la podrán destruir, porque la cultura no pertenece a la política: viene del pueblo, no de los gobernantes. De todos modos es un horror que quieran hacerle algo, porque un presidente no puede intervenir en esos asuntos, ya que no sería un retroceso, sería una antigüedad. Yo cambiaría a todos los políticos porque son ciegos y sordos. En México, hay que decirlo, veo que hay menos niños en la calle vendiendo chicles, menos pobres; creo que es algo positivo.

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En 1965, Hervé Vilard fue reconocido mundialmente por su canción Capri c’est fini que lo llevó de gira por LatinoaméricaFoto Luis Humberto González

La historia de Hervé es la de quien comienza desde abajo. Desde la calle. Nació en París el 24 de julio de 1946, en un taxi. Su infancia la vivió en un orfanato y en su preadolescencia conoció a quien sería su mentor espiritual: el abad Angrand, quien lo impulsó a estudiar. Fue mesero y vendedor de discos. Por suerte conoció a la actriz e intérprete de origen italiano Dalida (avecindada en Francia), quien lo amadrinó y lo llevó de la mano a convertirse en cantante y a vender –hasta la fecha– millones de discos en Europa y América Latina. Ensemble, Le vin de Corse, L ‘amour défendu, Tout Simplement, Cri du Cœur y Simplement son algunos de sus grabaciones actuales.

“Hay música pura o no la hay. Existen canciones buenas y malas, nada más. Está la hecha por la gente que viene de abajo, que se hace con el corazón. Si es buena, viene de allí. El que viene de abajo no planea, es lo que se quedará; ahora la industria es planeación, mercado, talentos que no existen. El mercado recupera algo que funciona y fabrica. Cada vez hay menos artistas. Yo no me puedo explicar cómo una pieza como Capri c’est fini tuvo tanto éxito cuando no había Internet ni nada de eso. La escribí a los 17 años y no sé cómo llegó hasta estos países”, comentó.

Vilard considera que un cantante no puede ser líder de opinión: “No creo que porque cantes un éxito debas decir a la gente qué hacer. Si escoges ser político, tienes que ser consciente de que no puedes ser libre. Si eliges ser artista, lo primero que debes entender es que la libertad es esencial. Un político se basa en el marketing, el cálculo, pero un artista debe ser convocante natural. Un político tiene origen maquiavélico”.

Del México de los años 70 dijo que extraña los colores de las paredes, la literatura, pero que al asistir al ensayo y escuchar al mariachi entendí que el sonido es una esencia cultural. De hecho sentí la voz de Lola Beltrán, que es como Edith Piaf para nosotros; son la gente que viene de la calle: ésa es la cultura de un país. Para mí, estar en escenarios grandes es una sensación natural, porque soy Hervé Vilard en el proscenio, pero en la calle soy René, porque Hervé es un cabrón.