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Expone por primera vez en México en la galería Hilario Galguera

Lorca exhibe en Casita de dulces una técnica clásica que posee por instinto
Foto
Fragmento de uno de los cuadros del pintor chileno, tomada del sitio de Internet de la galería Hilario Galguera
 
Periódico La Jornada
Domingo 12 de febrero de 2012, p. 4

El pintor chileno Guillermo Lorca (1984), dueño de una factura realista que se antoja clásica, no niega las nuevas tecnologías, porque la capacidad de componer con Photoshop puede aportar mucho más a mi trabajo de lo que puedo hacer sólo con lápices. La figura infantil, en especial la de las niñas, protagoniza Casita de dulces, su primera exposición en México, que consta de 13 cuadros realizados al óleo, y que exhibe en la galería Hilario Galguera (Francisco Pimentel 3, colonia San Rafael).

Lorca utiliza a las niñas como un elemento más, pero también como objeto preciado, querido, al que te importa lo que le puede pasar. Lo miro, no desde el punto de vista de la sicología del personaje, sino de su función como ser bello, que está allí, más que como la personalidad propia de la niña.

El entrevistado tiene una modelo que ocupa como referencia, sin embargo, tiendo a modificarle la cara hasta llegar al ideal estético que me interesa. Tiendo a modificar las mandíbulas, la nariz, ciertas cosas que son muy sutiles, porque me interesa que mantenga apariencia humana, que ni siquiera sean notorias. Reconoce que su obra está influenciada por la animación japonesa de los años 90 del siglo pasado.

Trabaja de forma mixta, con el modelo en frente cuando se puede, pero por lo general “tiendo a componer primero. Hago todo en papel, intento pasar lo que tengo en la cabeza; hago dibujo, boceto, armo la composición. A partir de eso busco modelo, trabajo con fotografías, en la computadora armo collages de Photoshop hasta lograr la composición correcta. La parte que necesito pintar en vivo la pongo en el taller y lo pinto en forma simultánea”.

Recurrir a la modelo en vivo depende mucho de su disponibilidad. En el cuadro Casita de dulces II, la protagonista nunca tuvo puesto el vestido como allí se ve, sino que Lorca armó un maniquí en su taller. También crea una problemática conceptual a partir de la que hace el cuadro.

–¿Qué tan usual es que una persona de su edad pinte de modo clásico?

–Lo clásico se da mucho también por la capacidad de poderlo hacer; o sea, en los niños cuando uno empieza a dibujar, pintar, busca la mimesis como algo casi instintivo. Se necesita cierta capacidad que para mí viene de fábrica, no sólo es aprendible, eso determina también el tipo de factura. Mi mamá es escritora, hay influencia intelectual en la familia (es pariente del poeta Vicente Huidobro). He visto varias líneas de pensamiento, ya sea en el mercado, o en la misma academia y la crítica, sobre lo que pasa con la pintura y, en especial, con el realismo que está en un punto muy complejo, porque hay toda una línea con autores como Claudio Bravo.

La pintura que es ciento por ciento clásica tiene otro tipo de mercado, de pensamiento y busca otro tipo de cosas que no me interesan. Encuentro una línea que se agota sobre sí misma, no alcanza mayor profundidad, aunque logre pericias técnicas fantásticas. Lo mío es técnico más que nada en lo superficial. Me gusta una pintura clásica, pero también de una época en que hubo bastante libertad pictórica,como en el barroco.

Casita de dulces permanecerá abierta hasta el 29 de febrero.