La presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, advierte que la resistencia a modificar la manifiesta ruta fallida de las políticas públicas radica en la construcción de intereses político-económicos y acusa que la falta de revisión de dichas directrices se da, en gran medida, porque los responsables saben que se terminará su espacio de confort si aceptaran el agotamiento o, peor aún, el fracaso de tales estrategias.

Con referencia al sistema educativo afirma que en un principio se fijaron objetivos muy claros, pero perdieron impulso y viabilidad por los intereses que se construyeron en su entorno.

El decrecimiento consistente del financiamiento para la educación básica muestra qué tanto hemos llegado a perder de vista los objetivos y definiciones sustantivas de las políticas educativas. Sostiene, asimismo, que no somos capaces de poner el dinero detrás de las palabras.

En el texto Ir por el futuro, contenido en la antología de los trabajos del quinto Congreso Nacional de Educación, repartida el martes a los docentes cercanos a la lideresa, la maestra se lanza contra el federalismo educativo, que ella pactó con el entonces presidente Carlos Salinas, y señala que hoy vemos nuevos fenómenos negativos auspiciados por la implantación distorsionada de ese federalismo, como son los subejercicios presupuestales, la desviación hacia otros programas no educativos, mayor corrupción, entre otros.

Sin embargo, la ex secretaria general del PRI enfoca su crítica hacia la mala conducción de las políticas públicas. Por ejemplo, dice que la pobreza “sigue aumentando a pesar de que durante muchas décadas se han invertido cuantiosos recursos para abatirla; esto demuestra que las estrategias elegidas no fueron las más efectivas.

“Asimismo, que no se haya logrado el objetivo durante tanto tiempo, indica que las instituciones encargadas de aplicar las políticas en contra de la pobreza, se han resistido a revisar y modificar la manifiesta ruta fallida.

Resulta claro que dicha resistencia radica en la construcción de intereses político-económicos, algunos legítimos y otros no tanto, que fueron surgiendo a la luz de la necesidad de atender problemas específicos.

Y advierte que el hecho de que los viejos problemas educativos sigan vigentes, junto con lo que denomina el surgimiento de fenómenos aberrantes como “más de 20 millones de jóvenes mexicanos catalogados como ninis, obligan a plantear el futuro de las instituciones nacionales desde otra perspectiva.

Más adelante enfatiza que para avanzar acertadamente hacia un mejor futuro reclama cambiar diametralmente el presente y añade que los índices de marginalidad educativa y de reprobación prácticamente no se han alterado, por lo que estas fallas revelan que la ausencia de capacidad crítica del sistema educativo prevalece sobre la necesidad de revisar las políticas.