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Sigue siendo la principal actividad económica de la comunidad desde hace cuatro décadas

Pese a la falta de apoyo, la talabartería se niega a morir en San Vicente Ferrer
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La talabartería sigue siendo la principal actividad económica de San Vicente Ferrer, municipio de El Marqués, Querétaro. Alrededor de 30 talleres que confeccionan cinturones, carteras y bolsos, entre otros productos, resisten el embate de artículos de vinipiel importados de China y surten pedidos al Bajío y al norte del país. En la imagen, el artesano Juan BrionesFoto Demián Chávez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 31 de enero de 2012, p. 38

El Marqués, Qro., 30 de enero. Entre calles de terracería, competencia desleal y falta de promoción, los talabarteros de la comunidad de San Vicente Ferrer sobreviven con la confección de bolsas, monederos, cinturones y chamarras de piel.

Unos 3 mil habitantes de esa localidad, ubicada a 15 kilómetros de la capital de Querétaro, se dedican a la confección y venta de artículos de piel, y aunque algunos complementan sus ingresos con la agricultura y la ganadería, la principal actividad económica sigue siendo la talabartería.

En esta comunidad, que pertenece al municipio conurbado de El Marqués, aproximadamente 30 familias tienen tiendas y 20 manejan talleres.

La talabartería surgió aquí en 1979, cuando la familia Briones Valencia regresó después de haber aprendido el oficio en las ciudades de México y Guadalajara, en la década de 1960.

Lucio y Juan Briones Valencia enseñaron a nuevas generaciones e incluso diseñaron herramientas para la elaboración de carteras para dama y caballero.

Lucio Briones, de 65 años de edad, relata que innovó el diseño de artículos de piel y dio nombre a cada uno de sus modelos, que otros fabricantes imitaron.

“ A la billetera cruzada le decíamos la canguro porque tenía bolsita por fuera. La FBI era cartera de dama. La del venadito tenía mucha demanda”, recuerda Lucio Briones.

A causa de una enfermedad dejó el negocio a sus familiares, pero quebró en 1988.

José Redentor Molina Briones fabrica artículos de piel desde que tenía 18 años de edad. Recuerda que, uno tras otro, candidatos a cargos de elección popular han prometido pavimentar o adoquinar las calles de la localidad e impulsar el turismo y la comercialización de los productos de piel, pero ninguno ha cumplido.

Lamentó que el presidente de la comisión de desarrollo económico y turismo de la 56 Legislatura local, Joaquín Cárdenas Gómez, priísta y oriundo de esa localidad, no promueva los productos de San Vicente Ferrer ni gestione obras. Aparentemente sólo para su santo rezan, dice.

El legislador, agregó, tiene locales de venta de artículos de piel a la entrada a la comunidad, donde se concentran las mejoras.

La piel curtida se compra en el estado de México o en León, Guanajuato. Su precio oscila entre uno y cinco pesos el decímetro cuadrado. Para confeccionar una chamarra se necesitan 240 decímetros, y para una bolsa, 75.

Los lugareños se quejan de bajas ventas. Antes un establecimiento podía ganar 2 mil pesos al día, monto que ha disminuido a 400 pesos en promedio.