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Presentó Madame Bovary, de Claude Chabrol, en el festival de cine de Küstendorf

No tengo una técnica para abordar un personaje; sólo lo hago: Huppert

No soy artista, sino actriz... así se es más libre y feliz, dijo la francesa, quien se definió como obstinada, pragmática, autocrítica y nada sentimental

La parte musical del encuentro, con la banda Pelageya

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Emir Kusturica recibe a Isabelle Huppert a su llegada al encuentro, que se realiza en la villa del cineasta, enclavada en los BalcanesFoto Cortesía del festival
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Periódico La Jornada
Jueves 19 de enero de 2012, p. 9

Mokra Gora, Serbia, 18 de enero. Isabelle Huppert es una de las actrices más prolíficas y versátiles. Oriunda de París, ha participado en decenas de producciones con las que ha ganado premios en festivales como el de Venecia, de San Sebastián y Cannes. En México se le recuerda por filmes como La pianista, del austriaco Michael Haneke, y en varios de Claude Chabrol, uno de los artífices de la nouvelle vague francesa.

“No soy artista, sólo soy actriz. Es más cómodo, porque se es más libre… y feliz. De todos modos es un privilegio ser histrión”, dijo Huppert ayer en una charla en el Festival Internacional de Cine y Música Küstendorf, reunión casi íntima en la que estudiantes de varios países compiten con sus cortometrajes y comparten experiencias con realizadores y actores de clase mundial, como la misma Huppert, quien presentó una de las cintas en las que trabajó con Chabrol: Madame Bovary, filmada en 1991 y extraída de la novela clásica de Gustave Flaubert.

Huppert, de baja estatura pero que, coinciden los presentes, llena la pantalla de los filmes en los que ha participado, es una mujer inteligente, obstinada, pragmática, autocrítica y nada sentimental, se definió.

Egresada del Conservatorio Nacional de Arte Dramático en París, ha encarnado papeles como la Medea de la obra de Eurípides. En 1971 debutó en televisión y al año siguiente en cine, con un mínimo papel en Faustine et le bel été. Además de esos trabajos ha participado en tres o cuatro cintas al año.

Dijo no tener una técnica especial para abordar sus personajes, sólo los hago. Es un misterio para mí definir cómo llego a ellos. Sólo estoy frente a la cámara y sucede. Es como cuando tienes una buena plática con alguien: todo pasa de forma natural e instintiva. No tengo reglas para pararme frente a la cámara; lo veo como un estímulo. Por ello, para mí nada ha sido difícil de abordar.

Carisma

De carisma imponente, la francesa aseguró que no planea cómo realizar sus interpretaciones, porque es un proceso que se da poco a poco, etapa por etapa, detalle por detalle. Es decir, sólo tienes que ver dentro de ti y esperar a que se dé la salida natural del personaje que harás. No tengo técnica alguna. Todo viene orgánicamente. Creo que esto viene porque disfruto ser actriz y más aún si se trata de mujeres que han dejado huella, como Emma Bovary.

Afirmó que fue una ventaja trabajar con directores como Chabrol, a quien extraño mucho. Con él se daba el trabajo de manera instintiva. Realizó con el director películas como Ocho mujeres, Prostituta de día, señorita de noche, La ceremonia y L’ivresse du pouvoir, en la que interpreta a una juez valiente que se enfrenta a un caso de malversación; miradas con cierto aire feminista, como Chabrol se consideraba.

No sé cómo definir al feminismo, dijo Huppert a La Jornada, pero en Madame Bovary “se aprecia un personaje clásico que podría considerarse iniciador de ese concepto. Si en mis representaciones se observa algo de feminismo es incidental, se trata sólo de la mirada de mujeres valientes que no son exageradas. Cuando hice a Madame Bovary entendí muchas cosas al respecto. No tengo una definición de feminismo en la actualidad; Emma Bovary tuvo que serlo en su tiempo, también por cuestiones económicas.”

Música y cine no están separados en este encuentro, cuya característica es la cercanía, pues los foros, salas y cafés están a unos cuantos escalones (Küstendorf se ubica en una de las montañas de los Balcanes, cerca de la población Mokra Gora). En la misma sala en que se proyectan algunos filmes se realizan los conciertos. Pasada la medianoche, la pantalla se retira para dar paso al proscenio por el que ayer, alrededor de la una de la madrugada, se presentó la banda siberiana Pelageya, con sus canciones románticas de folk rock, muy al estilo de la agrupación nórdica ochentera Bel Canto.

Surgida en 1986 en la ciudad industrial y cultural de Novosibirik por unos entusiastas adolescentes, Pelageya, cuyo nombre es el de la intérprete, destacó por la voz de amplios registros de ésta, que erizan la piel de muchos de los asistentes al encuentro, que se dieron tiempo para beber mucha cerveza y rakia, especie de mezcal que se produce en la región y que puso la sangre caliente.

Más de 10 canciones hicieron el deleite de cinéfilos y melómanos de diversas latitudes, que ahora esperan otros días de dosis de celuloide y acústica.