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La muestra, una reinterpretación del fenómeno a partir de obras del acervo del MACG

La exposición Tiempos violentos es un reflejo que confronta con la realidad

Surgió de un seminario, cuya idea era presentar una propuesta crítica desde las reflexiones sobre el tema de pintores como Orozco, Siqueiros y Gerzso, explicó Deborah Dorotinsky

Foto
Subconscious City, de Carlos AmoralesFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Lunes 16 de enero de 2012, p. a12

Tres mil tumbas diminutas bordean una ciudad apocalíptica de edificios negros. Subconscious City, de Carlos Amorales, es una de las casi 100 piezas que integran la exposición Tiempos violentos, que se exhibe en el Museo de Arte Carrillo Gil (MACG).

Su colocación, con las tumbas perfectamente alineadas, toma alrededor de ocho días, explica el curador en jefe del recinto, Carlos Palacios. La muestra nació de un intento de entender el espiral de violencia que ha vivido el país, que parece no tener fin, añade la historiadora de arte Bertha Aguilar, curadora junto con Alejandra Olvera y Sandra Zetina.

El título completo es Tiempos violentos. Reinterpretando la colección de Museo de Arte Carrillo Gil, fruto de un seminario de posgrado impartido simultáneamente durante dos semestres en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México y el museo, con la bodega de obra abierta y a disposición de maestros y discípulos. Del seminario destacaron los ensayos de las tres alumnas vueltas curadoras.

Presentada primero en la Americas Society, la muestra de 39 piezas ahora se ha ampliado a más de 80 núcleos –el de Nosotros no sabíamos de León Ferrari contiene más de 80 gráficas.

En rueda de prensa, encabezada por Vania Rojas, nueva directora del Carrillo Gil, Deborah Dorotinsky, una de los responsables del seminario, habló de la preocupación de presentar el problema de la violencia, sin hacer un trabajo laudatorio de la misma, y “sí con una propuesta crítica desde las reflexiones que los pintores, sobre todo José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Gunther Gerzso, habían realizado con este tema en torno a tres niveles básicos.

Zetina trabajó un núcleo que tiene que ver con una violencia infligida sobre la ciudad, cómo se experimenta esta desarticulación del entramado social que implica la estructura urbana. Aguilar abordó uno que tenía que ver concretamente con la forma en la que los mitos patrios se han edificado y cómo se pueden deconstruir; mientras Olvera reflexionó sobre la violencia dirigida hacia el cuerpo, en particular el de las mujeres.

A la par de las obras de la colección del Carrillo Gil se emplearon piezas contemporáneas -de Carlos Aguirre, Carlos Amorales, Helen Escobedo, Marta Palau, Cannon Bernáldez, Artemio, entre otros, porque éstas por lo general intentan hacer muy evidente su carácter de representación a diferencia de algunas modernas, que más bien intentan fundirse con lo que representan, anotó Aguilar.

“Por alguna razón histórica muy interesante, el arte mexicano moderno, y sobre todo el arte posrevolucionario, está profundamente teñido de imágenes que aluden a la violencia. Las estudiantes realizaron las curadurías relacionadas este fenómeno: una sobre la ciudad como escenario apocalíptico, violento, dominado durante la modernidad por la presencia terrible de la guerra. Ésta como hecatombe cultural; es decir, el fracaso de la razón, la barbarie.

“Otro núcleo es el que tiene que ver con el cuerpo, una lectura mucho más intimista de la violencia, porque es la trasladada a la experiencia íntima de la relación entre violencia y cuerpo.

Y el tercer núcleo es donde la violencia es más bien un paradigma de la política en la colección, precisa Carlos Palacios.

La muestra presenta cuadros, fotografías, instalaciones y video; es una expresión de cómo “el arte no se puede desligar de los problemas sociales y la realidad. De alguna manera, el arte siempre va a ser un reflejo de la sociedad y de sus problemas, así como de la naturaleza humana, y la violencia, se quiera o no, es parte de ella.

Las imágenes de esa naturaleza violenta del ser humano y de la sociedad son muy elocuentes; lo interesante es que esas conclusiones resultan de un programa académico, añadió el especialista, quien considera que la exposición coincide con los tiempos violentos que vive el país, y aunque muchas de las obras presentadas tratan sobre la Segunda Guerra Mundial, los grandes conflictos no dejan de ser actuales.

Hay momentos en la historia en los que las personas quieren negar la realidad, y los artistas son quienes ponen el dedo en la llaga. Una obra de arte es el reflejo que te enfrenta con la realidad. La exposición es resonante en este sentido, concluye el curador.

Tiempos violentos comparte espacio con la muestra Roberto Matta: 100 años de su nacimiento, conformada por alrededor de 30 obras gráficas equivalente a 40 años de producción. De esta manera, el recinto se suma al homenaje al artista, a quien el curador Miguel Ángel Muñoz considera el artista latinoamericano más relevante de la segunda mitad del siglo XX, junto con Wifredo Lam y Rufino Tamayo.

Muñoz recordó que Fernando Gamboa, en calidad de director del Museo de Arte Moderno, trajo a México la primera muestra del pintor surrealista chileno.

Para la presente se contó con el apoyo del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, entre otras instituciones. También se exhibe una medalla de plata, réplica original que se le entregó a Matta cuando ganó el premio internacional de grabado Tomás Francisco Prieto por su trayectoria gráfica, así como un video.

Tiempos violentos termina el 4 de marzo. El Museo de Arte Carrillo Gil se localiza en avenida Revolución 1608, San Ángel.