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Tumbando Caña

Julia Marichal en la memoria

C

on profundo pesar e indignación recibimos la noticia del trágico fin de Julia Marichal. Luchadora social, afectuosa amiga, artista creativa y solidaria, cuyo gran propósito en la vida fue compartir la creencia de que este mundo tiene posibilidades de ser rescatado de la violencia y la ignorancia.

Actriz, docente, conferencista, promotora cultural, declamadora y declarada mujer de izquierdas, sus inquietudes y preocupaciones le llevaron a unirse a varias organizaciones sociales y culturales. Colaboró en la fundación de movimientos artísticos, y durante años se desempeñó como promotora cultural incansable. Recientemente se había integrado al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza el poeta Javier Sicilia, donde, junto con otros poetas y artistas, integró la plataforma de Arte y Cultura, con la que realizaba campañas de concientización sobre la violencia en México.

Se encontraba retirada de la actuación, profesión que ejerció en cine, teatro y televisión, pero para sobrevivir dictaba clases y talleres de actuación y dinámica de la expresión en instituciones educativas privadas. Asimismo, había iniciado un valioso trabajo de investigación sobre la vida y obra de su padre adoptivo, el inolvidable y querido escritor Juan de la Cabada, quien le inculcó, según expresaba, un profundo sentimiento de solidaridad con las causas de la democracia y la libertad.

Era una mujer alegre, que gustaba del baile y las fiestas, algo que había heredado de su madre, la actriz cubana Esther Martínez Peñate, con quien De la Cabada se desposó.

Durante años escenificó un maravilloso recital poético musical, El Caribe Negro, que presentaba donde lo solicitaran. Así fue como la conocí, declamando poemas de Nicolás Guillén, Emilio Ballagas, Palés Matos, Nicomedes Santa Cruz, José Vasconcelos (El Negrito Poeta), José Juan de la Tablada… en uno de los escenarios del Festival Oposición, que organizaba allá por los años 70 el Partido Comunista de México en el Palacio de los Deportes.

La recuerdo con su voz, profunda y ronqueta, declamar el intenso poema de Victoria Santa Cruz, ¡Me gritaron Negra!, poema que le emocionaba sobremanera, porque al igual que sucedió a su autora en Perú, ella padeció de discriminación siendo niña. Ser negro es estar jodido aquí y en cualquier lugar del mundo.

Tenía siete años apenas,/ apenas siete años,/ ¡Qué siete años!/¡No llegaba a cinco siquiera!/ De pronto unas voces en la calle/ me gritaron ¡Negra!/ ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!!/ ¿Soy acaso negra? –me dije/ ¡Sí!”

Con el paso del tiempo nos hicimos amigos y cómplices de muchas aventuras. La invité a presentarse con su grupo en programas como el Festival Internacional del Caribe en Quintana Roo, el Afrocaribeño de Veracruz, y actividades promocionales de la revista Bembé, de la cual fue gran divulgadora.

La última vez que se le vio en un escenario fue en el homenaje al Gran Fellove (primero de agosto de 2008), donde, con buena sandunga, declamó su poesía negra acompañada por Miguelito Valdés y Joel Fuentes.

Como suele ocurrir a muchos artistas y creadores en México, Julia Marichal fue ignorada por quienes administran la cultura, negándole toda posibilidad de trabajo, por lo que su situación económica era precaria. Siempre andaba en las últimas, agobiada por la necesidad, pero orgullosa de haber dedicado su vida al arte y de seguir siendo útil.

Es el caso que al enterarse que yo estaba recabando información sobre las familias mexicanas de origen afro con el fin de realizar un reportaje de largo aliento, se prestó a ayudarme. Estaba muy emocionada y su colaboración era muy valiosa para mí.

Quedamos que en cuanto tuviera algún material informativo se comunicaría conmigo para revisarlo. La busqué a principios de noviembre y quedó en llamarme luego.

Hoy ya no está.