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Intercambiaron experiencias e inquietudes

La FIL fue escaparate para futuros talentos en la literatura

Jóvenes escritores de AL conversaron con los lectores en la feria del libro de Guadalajara

 
Periódico La Jornada
Jueves 8 de diciembre de 2011, p. 4

La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara dejó de ser este año un escaparate exclusivo para los grandes autores y se convirtió en una plataforma también para los escritores noveles latinoamericanos.

En cinco mesas redondas denominadas Los 25 secretos mejor guardados de América Latina, el encuentro editorial presentó a quienes considera podrían ser futuros talentos literarios.

Durante cinco sesiones, plumas incipientes de El Salvador, Costa Rica, Nicaragua, Guatemala, Honduras, Panamá, Bolivia, Uruguay, Venezuela, Chile, Ecuador, Colombia, Argentina, Perú y México conversaron con los lectores sobre sus inquietudes literarias, su trayectoria y generaron un debate en torno a la situación editorial que en lo individual han experimentado en sus países.

Búsqueda de proyección

En entrevista, los narradores Juan Álvarez (Colombia, 1978) y Luis Alberto Bravo (Ecuador, 1979) coinciden en que ante las condiciones editoriales adversas en sus respectivos países, ya sea por las crisis económicas, el poco interés de los gobiernos en la cultura o simplemente la escasa cantidad de empresas editoriales, un proyecto como Los 25 mejores secretos… fue, sin duda, un espacio apto para buscar proyección.

“En mi caso –comenta Álvarez, cuya primera novela, C.M. no récord, fue publicada por Alfaguara el pasado abril–, la invitación a la FIL se tradujo en beneficios concretos: firmé una redición de mi libro de cuentos y dos adaptaciones para cortometrajes de mis relatos.”

C.M. no récord y la colección de narraciones breves Falsas alarmas son las dos obras publicadas por Juan Álvarez. Para conseguirlo, explica, tuvo que tocar la puerta de la editorial en más de una ocasión; el proceso llevó de cuatro a cinco años. Sufrió un primer rechazo y después, una vez que aceptaron imprimir la novela, llegó la crisis y se postergó un año, hasta que vio la luz este 2011.

La historia de Bravo es distinta. En Ecuador, afirma, la única manera de existir como escritor es autopublicándose o pagando; no hay una plataforma editorial.

Sin embargo, el autor se ayudó de Internet para contactar editoriales fuera de su país. Así consiguió ser incluido en una antología en Chile y después, en 2010, la editorial mexicana Arlequín publicó su libro Cuentos para hacer dormir a una niña punk.

Conocí ahora en Guadalajara a mis editores y contacté a otros, repartí manuscritos, indica. Considero que pertenezco a la generación del Facebook, porque en un país tan pequeño como Ecuador, donde el Estado no apuesta por la cultura y la cantidad de lectores es casi nula, la red social se convierte en el medio para conocer a otros escritores, editoriales y lectores. Mi obra en el exterior es posible gracias a ello, señala.

Al hablar sobre su más reciente obra, C.M. no récord, Álvarez refiere que retrata a su generación durante los años 90 en Bogotá. Hay razones sociológicas; fue una época que tuvo que ver mucho con la música; se inició la transición digital, la música comenzó a ser portátil. La historia trata sobre los cambios culturales en ese tiempo y espacio en particular.

Por su parte, Luis Alberto Bravo considera que su obra es un constante homenaje a otras creaciones artísticas que lo han seducido: cine, pintura, música. Sus cuentos están llenos de referencias a otras propuestas, desde textos de Rodrigo Fresán hasta series televisivas como Dawson’s Creek o actrices como Natalie Portman. No puedes ser ajeno a símbolos masivos de la cultura que de alguna manera influyen en ti, concluye.