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Es un material distinto a lo que he hecho; me ha pillado en el cambio: Pedro Almodóvar

“La piel que habito, intenso drama, unas veces noir y otras ciencia ficción”

Es una historia de venganza con un personaje diabólico, en el que me costó trabajo meterme, dice el realizador

La película, que se estrena hoy, lo vuelve a reunir con Antonio Banderas

Foto
Antonio Banderas y Elena Anaya en un fotograma del largometraje
 
Periódico La Jornada
Viernes 2 de diciembre de 2011, p. a11

Hoy se estrena en México la reciente película de Pedro Almodóvar La piel que habito, protagonizada por Antonio Banderas, Elena Anaya, Marisa Paredes, Jan Cornet, Roberto Álamo, Eduard Fernández y Blanca Suárez. Almodóvar define la cinta así: “Creo que es un intenso drama que a veces se inclina por el noir, en ocasiones por la ciencia ficción, y en otras por el terror... es un material muy distinto a todo lo que he hecho, porque me ha pillado en pleno cambio; es una historia durísima de venganza, con un personaje muy diabólico en cuya piel me costó meterme”.

Presentado oficialmente en el Festival Internacional de Cine de Cannes 2011, en el que compitió por la Palma de Oro, La piel que habito es el decimoctavo largometraje de Pedro Almodóvar, que vuelve a reunirlo con Antonio Banderas después de 21 años de no filmar con él. Con la mezcla de géneros que caracteriza la producción alomodovariana, la película admite influencias, según las declaraciones del director, de Luis Buñuel, de Alfred Hitchcock, de todo el cine de Fritz Lang, desde lo gótico al noir, de la estética pop del horror de la Hammer o del estilo aún más kitsch de Darío Argento, Mario Bava, Umberto Lenzi o Lucio Fulci, así como del lirismo de Georges Franju.

Pedro Almodóvar explica en las notas de producción de la cinta que “hay procesos irreversibles, caminos sin retorno, viajes sólo de ida. La piel que habito cuenta la historia de uno de estos procesos. La protagonista recorre involuntariamente uno de esos caminos, es obligada violentamente a emprender un viaje del que no puede regresar. Su kafkiana historia corresponde al dictado de una condena, cuyo jurado está compuesto por una sola persona: su peor enemigo. El veredicto, por tanto, no es sino una forma de venganza extrema”.

En El Cigarral

Almodóvar continúa: “Narra la historia de esa venganza. Las primeras imágenes de la película muestran una mansión rodeada de árboles, un lugar idílico, que se llama El Cigarral, y que está protegido por una muralla y una alta puerta con rejas. A través de una de las ventanas de la mansión, también enrejada, vislumbramos una figura femenina en movimiento. Una vez dentro de la habitación, la mujer parece estar desnuda mientras lleva a cabo unas complicadas posturas de yoga; en los planos cortos descubrimos que está totalmente cubierta por un body de color carne, pegado al cuerpo como una segunda piel. En la cocina, Marilia, el ama de llaves, le prepara el desayuno, que después le envía a un torno que se abre directamente en el interior de la habitación.

Desde el principio El Cigarral se muestra como una cárcel en medio de la naturaleza. Un lugar aislado e inaccesible a la mirada exterior. Las primeras acciones que muestran a Vera, la mujer cautiva concentrada en sus posturas de yoga, y a Marilia, su carcelera, resultan extrañamente cotidianas, exentas de tensión. Pero no siempre la vida en El Cigarral fue tan apacible. En los seis años de reclusión obligada, Vera ha perdido, entre otros, el miembro más extenso del cuerpo humano, la propia piel. Literalmente ha dejado la piel en el camino.

Almodóvar considera que en su cinta la piel es la frontera que nos separa de los demás, determina la raza a la que pertenecemos, refleja nuestras raíces, ya sean biológicas o geográficas. Muchas veces refleja los estados del alma, pero la piel no es el alma. Aunque Vera haya cambiado de piel, no ha perdido su identidad (la identidad y su invulnerabilidad es otro de los temas de la película). De todos modos, es una pérdida terrible, algo atroz. Ésta es sólo una de tantas pérdidas que sitúan a Vera al borde la muerte, por voluntad propia o en el quirófano, a manos del doctor Robert. Pero ella es una superviviente nata y, después de muchas vicisitudes, decide que debe aprender a vivir dentro de la piel que habita, aunque sea impuesta por el doctor Robert. Una vez aceptada su segunda piel, Vera toma la segunda decisión más importante para sobrevivir: saber esperar.

El cineasta manchego agrega: “Elías Canetti, en sus notas sobre El enemigo de la muerte (un título que define muy bien la actitud de Vera frente a la vida), del Libro de los Muertos, escribe: ‘…el ininterrumpido ir y venir del tigre ante los barrotes de su jaula para que no se le escape el único y brevísimo instante de la salvación’. Curiosamente, ese breve instante al que alude Canetti le llega a Vera en forma de tigre, mejor dicho, de hombre disfrazado de tigre. Un día de carnaval, un hombre disfrazado de tigre se las ingenia para llegar hasta la puerta cerrada de la habitación donde vive Vera cautiva. Este hecho rompe el impasse en el que viven los tres personajes que habitan en El Cigarral. Paradójicamente a los usos del carnaval, éste es el momento en que los personajes se despojan de sus máscaras y la tragedia final proyecta su negra sombra, sin que ninguno de ellos pueda hacer nada para evitarla”.

La piel que habito narra la historia del doctor Robert Ledgard, eminente cirujano plástico, quien desde que murió su mujer a causa de las quemaduras que sufrió en todo el cuerpo en un accidente automovilístico se interesa en crear un nuevo tipo de piel con el que podría haberla salvado. Doce años después consigue cultivarla en su propio laboratorio. Es sensible a las caricias, pero a la vez una auténtica coraza contra todas las agresiones, tanto externas como internas, de las cuales es víctima frecuente el mayor órgano del cuerpo. Para lograrlo ha utilizado las posibilidades que le proporciona la terapia celular.

Además de años de estudio y experimentación, Robert necesitaba una cobaya humana y un cómplice sin escrúpulos. Para él éstos nunca representaron un problema, no formaron parte de su vida. Marilia, la mujer que se ocupó de él desde el día que nació, es a la vez su cómplice más fiel, nunca le fallará. Y respecto de la cobaya humana, comienzan a desaparecer de sus casas decenas de hombres y mujeresjóvenes, en muchos casos por voluntad propia. Uno de ellos compartirá con Robert y Marilia la espléndida mansión El Cigarral. Y será contra su voluntad.