Espectáculos
Ver día anteriorViernes 25 de noviembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

El músico inglés estuvo acompañado de la New Blood Orchestra, de 48 integrantes

Peter Gabriel obsequió una exquisita sinfonía de historias en el Auditorio

In Your Eyes, arreglo que erizó la piel, Don’t Give Up y The Nest that Sailed the Sky, el encore

Foto
El también activista social durante el conciertoFoto Fernando Aceves
 
Periódico La Jornada
Viernes 25 de noviembre de 2011, p. a12

Una sinfonía de historias fue lo que narró acústicamente el inglés Peter Gabriel la noche del miércoles en el Auditorio Nacional. Su sustento: la New Blood Orchestra, con la que presentó algunas de sus piezas representativas y otras actuales, así como de otros artistas, incluidas en su reciente disco New Blood.

Desde su salida de la banda de rock progresivo Génesis a finales de los años 70, Gabriel se ha mostrado como un artista vanguardista, explorador de las siques humanas. El avant-garde, lo electrónico y el world beat fueron las esencias de sus primeros trabajos de solista. A la fecha, no ha dejado de proponer conceptos en todos sus proyectos.

Ayer exhibió lo que ya había hecho en Argentina y Chile con esta gira: un performance refinado, con piezas más cercanas a la profundidad gélida de un score cinematográfico.

Su voz, de registros altos y temperatura cálida, se fusionó con las cuerdas de los violines, violonchelos, contrabajos, fagots, tambores…inclusive de un djembé (interpretado por los talentosos miembros del combo: la mitad de Estados Unidos e Inglaterra, y de aquí, de ustedes, dijo Gabriel en español), que dio por resultado un concierto de sonidos pulidos, bien ecualizados.

Gabriel ya ha presentado extraordinarios conciertos en México. Basta recordar el de 1993, en el Palacio de los Deportes (adonde trajo a la entonces rapadita Sinead O’Connor, como parte de sus coros, y en ese tiempo su pareja sentimental), así como en 2002, cuando vino con su Growing Up Tour, y en 2009, en el Foro Sol, donde tuvo como invitada a la banda Travis, ocasiones en las que ha externado su activismo social. No hay que olvidar que en ese año el inglés formó parte de una delegación, junto con Diego Luna y Saúl Hernández (de Jaguares), que se reunió con Felipe Calderón, a quien le entregó una misiva para que interviniera en uno de los cientos de casos de mujeres que desde 1992 habían sido violadas, desaparecidas y asesinadas en Chihuahua, como se consignó en estas páginas (28/3/09).

Varias dedicatorias

En el transcurso del concierto fueron varias las dedicatorias para algunos luchadores sociales. Eran los preludios de esas historias acústicas desarrolladas casi a las perfección por la orquesta de 48 miembros. Gabriel no dejó a un lado la tecnología como apoyo visual: las imágenes de las pantallas colocadas en el recinto complementaban los relatos acústicos. Incluso cuando interpretó Father, son apareció él en esas mamparas junto con su padre, quien en abril cumplió 100 años, dijo el británico, impulsor de talento joven: antes de iniciar el espectáculo presentó a dos serafines en forma de mujeres: Jesca Hoop y Rosie Doonan, quienes interpretaron dos piezas propias, que originaron un paseo telequinésico hacia un bosque frío.

Heroes (de David Bowie), Wallflower (dedicada contra la tortura), y Aprés Moi (Regina Spektor) fueron las primeras canciones. Fue la introducción al universo sonoro de Gabriel... y de los miembros de su combo de sangre nueva, quienes, hay que decirlo, usaron auriculares, lo que ayudó a minimizar el feedback del sonido sobre el escenario. Hay que aclarar que los arreglos son responsabilidad del pianista John Metcalfe, y la dirección de la orquesta del energético y larguirucho Ben Foster.

Continuó con Intruder y una introducción en español: Conocí a un joven que trabajaba de portero en Estados Unidos; resultó ser un nativo apache. Luego vino San Jacinto, y la segunda parte del relato: Esa noche me contó cómo un curandero lo llevó, a los 14 años de edad, a la cima de una montaña para su iniciación. El curandero llevaba una serpiente de cascabel que colocó al joven cerca del brazo hasta que lo mordió para que tuviera visiones. Si lograba regresar, sería un valiente.

Posteriomente ofreció Secret World, Signal to Noise y Downside Up, rola que propuso, por medio de las imágenes, levitar entre las nubes. Con Diging in the Dirt recordó la esencia del más refinado, lo que reforzó con Mercy Street, Rhythm of the Heat y Red Rain, aunque muchos esperaron para cantar al unísono Salsbury Hill, tema clásico que apareció en su primer trabajo en solitario.

Tributo a Steve Biko

Bajó el ritmo y tiempo con la pieza Biko, parte del disco homónimo (tiene tres titulados así, ediciones de la misma revista, como los calificaron en el libro All Music Guide to Rock), y que fue hecha para rendir pleitesía al activista sudafricano anti apartheid Steve Biko, asesinado por la causa.

Un breve espacio de quietud que dio paso a un encore de tres canciones: In Your Eyes, celestial arreglo que erizó la piel y lo erigió como diestro de las notas dulces; Don Give Up, en la que sus ángeles-coristas y la voz elevada del británico crearon un mundo paralelo, y The Nest that Sailed the Sky remacharon el regalo exquisito de este embajador de conciencia de Amnistía Internacional.