Opinión
Ver día anteriorMiércoles 9 de noviembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Dudar: necesidad y decencia
E

n México, los pedagogos pagados por el gobierno, decidieron, hace dos o tres años, retirar de la escuela las humanidades; consideraron que ética, filosofía y civismo eran materias inservibles en la formación de la juventud. Se equivocan: las humanidades siembran preguntas y fertilizan dudas. ¿Por qué los responsables de la Secretaría de Educación Pública eliminaron las humanidades?, y, ¿por qué no las han reincorporado tal y como lo prometieron? ¿Plan con maña, maña con plan o anemia moral? Las tres respuestas son válidas, de todas, extraigo realidades. La tercera, anemia moral, tiene una connotación especial para mí: es un término que retrata la amoralidad y la inepcia de nuestros dirigentes.

Dudar de nuestra clase política es obligación y necesidad. Basta saber que hoy, uno de cada dos mexicanos es pobre o padece miseria y que mañana será más pobre. Suprimir materias cuyo leitmotiv es cuestionar pretende acallar voces antagónicas. Aceptar disenso es demasiado fuerte para quienes padecen anemia moral: ¿cómo rebatir o debatir? Dudar es necesario y dudar de lo dudado imprescindible. En estos tiempos mexicanos y mundiales, donde campea el pesimismo y florece el escepticismo, es útil rescatar algunas ideas de pensadores como Arthur Koestler o George Orwell, cuya verticalidad y valor fueron ejemplares. Me ocupo sólo de una de las múltiples ideas –herencias– del segundo.

The freedom of the press (La libertad de la prensa) es un texto de George Orwell escrito hace casi setenta años; en él se exponen los escondrijos y chapucerías de la prensa libre y se denuncian los medios utilizados para suprimir verdades incómodas. El ensayo estaba destinado a ser el prefacio de su famosa novela Animal farm, pero, por razones no bien conocidas, no se incluyó en la primera versión. The freedom of the press fue encontrado años después en el escrito original. Escribe Orwell: If liberty means anything at all it means the right to tell people what they do not want to hear (“Si libertad –liberty– significa algo, ha de ser el derecho a decir a la gente lo que no quiere oír”).

Cité en el idioma original y escribí en español liberty, porque Orwell utiliza liberty con toda intención, a pesar de que en el título de su ensayo escoge la palabra freedom, que, como se sabe, también significa libertad. Liberty, además de libertad, incluye otras ideas: ser libre para hacer, tener la libertad de hacer, vivir a tu libre albedrío. Gracias a liberty, las personas pueden elegir cómo actuar. En cambio, freedom permite decir lo que se piensa, pero apegándose a las reglas de la convivencia social. La libertad –liberty– de Orwell autoriza y arma al individuo; separarse de algunas reglas de la sociedad, cuestionar, dudar y disentir son el corolario.

Disentir y dudar en México y en el mundo es obligación. Aunque las metas del disenso no siempre se cumplan, sirven para exponer la amoralidad, inter alia, de algunos políticos, de banqueros y dictadores, de quienes trafican con seres humanos. Lo mismo sucede con la duda. Aunque cuestionar no siempre rinde réditos, dudar permite remover, y, con suerte, castigar a quienes usufructúan el poder arropados por su anemia moral y por esa catastrófica ineptitud tan propia de nuestros gobiernos.

Ignoro de dónde nació la iniciativa de retirar las humanidades de los ciclos escolares básicos. Poco importan los nombres, todos maman de la misma hiel e integran la misma camada. Lo que sí importa es el daño generado en los jóvenes escolares. ¿No han hablado incontables veces Felipe Calderón y Elba Esther Gordillo acerca de la educación?, ¿de la educación como prioridad?

La liberty pregonada por Orwell, admirable y valiente ser humano, sólo se fortalece cuando se ofrecen medios para cultivarla. Nuestros educadores, por razones obvias, anemia moral, anemia intelectual, incapacidad para confrontar disensos y necesidad de fortalecer el statu quo, borraron, de la formación básica, las humanidades. Las anemias de los deseducadores de la SEP son graves e irresolubles: al no percatarse de su dislate fomentarán, ad infinitum, su contumacia. Tiene razón Adriana Malvido cuando afirma: La eliminación de la filosofía, la ética, la estética y la lógica en los programas de bachillerato por parte de la SEP favorece más a la barbarie que a la formación de jóvenes que razonen, pregunten, aprendan a dialogar y a valorar la vida (Milenio, 31/8/11).

Sepultar las humanidades en la formación de los jóvenes atenta contra la cultura de la duda y de la liberty. La anemia produce fatiga, la anemia moral no valora y no permite preocuparse por los otros y, la anemia intelectual impide dialogar. La SEP del presidente Felipe Calderón padece todas esas anemias.