Sociedad y Justicia
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Retrospectiva a 25 años de la conformación del Consejo Estudiantil Universitario

Vigentes, postulados del CEU: gratuidad y defensa de la educación superior

Sus dirigentes Imanol Ordorika, Antonio Santos y Carlos Imaz hablan de su legado

 
Periódico La Jornada
Lunes 31 de octubre de 2011, p. 37

Fue un 31 de octubre de 1986, en el auditorio Ho Chi Minh de la Facultad de Economía, cuando tras una larga discusión y ante el intento de dar un golpe a la educación superior pública, decenas de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) constituyeron el Consejo Estudiantil Universitario (CEU).

Los alumnos respondieron así al documento Fortaleza y debilidad de la UNAM, presentado en abril de ese año por el rector Jorge Carpizo, aprobado por el Consejo Universitario (CU) en una larga sesión que se prolongó del 11 al 12 de septiembre, donde entre otros puntos establecía cuotas, limitaciones para el pase automático de bachillerato a licenciatura, y exámenes departamentales, lo que desde la perspectiva estudiantil representaba la andanada neoliberal para privatizar la universidad nacional.

A 25 años de ese momento histórico vivido en la institución, sus principales protagonistas: Imanol Ordorika, Antonio Santos y Carlos Imaz, exponen a La Jornada logros y vigencia de aquel movimiento que en un México autoritario sentó en un diálogo público a directivos y alumnos para establecer un proyecto de universidad.

Desde antes que el diagnóstico de rectoría fuera aprobado, grupos de consejeros estudiantes –entre los que estaban el propio Ordorika y Santos– organizaron una contrapropuesta llamada La universidad hoy. Ahí mostrábamos las difíciles condiciones en las que los estudiantes realizaban sus actividades académicas y se hacía una crítica de la UNAM desde una perspectiva distinta, que incluía el impacto de los bajos salarios de los profesores y la ausencia de becas para alumnos, entre otras.

El planteamiento central del CEU –recuerda Imaz, quien estudiaba en ese entonces en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales– era: No nos oponemos a reformar la UNAM nos oponemos a ese tipo de reforma por ser excluyente, financista, antiacadémica y burocratizante. Por lo que propusimos empezar de nuevo, hacer una reforma universitaria con la participación democrática por medio de un Congreso Universitario.

Para Santos, el CEU surgió en respuesta de la comunidad estudianti ante el intento de las autoridades de imponer una reforma contraria al carácter público de la universidad.

Una vez que el CU aprobó las modificaciones a varios reglamentos en varios frentes, los estudiantes comenzaron a movilizarse. Se crearon asambleas por escuelas y se realizaron debates con directivos universitarios. Así se llegó al auditorio Ho Chi Minh aquel 31 de octubre, donde representantes de más de 20 entidades aprobaron la conformación del CEU, que enarboló varias demandas: derogación de todas las reformas, diálogo público y la realización de un Congreso Universitario del que surgiría la transformación democrática de la institución.

Con argumentos, brigadeos y movilizaciones los jóvenes lograron el apoyo de los trabajadores administrativos e incluso el de los académicos. Teníamos claro que no podríamos realizar una propuesta vanguardista con grupos limitados de activistas, estudiantes y militantes tradicionales; necesitábamos construir un movimiento de masas que incorporara varios sectores de la universidad, o no podríamos detener esa reforma, porque correspondía no sólo a una política universitaria, sino de carácter nacional, refiere Ordorika.

El rector tuvo la sensatez de ir al diálogo y evitar la represión, resalta Ordorika. Las autoridades tenían en la figura del entonces secretario general de la institución, José Narro –hoy rector—, a su principal negociador. Tras intensos trabajos, las autoridades aceptaron hacer ajustes en lo referente al incremento de cuotas, pero no cedieron en otros puntos. En el primer minuto del 29 de enero de 1987 el CEU estalló la huelga, que se prolongaría 10 días.

Carpizo convocó entonces a una sesión del CU donde se suspendieron las modificaciones y se conformó una comisión especial para organizar la elección de la comisión que organizaría el Congreso Universitario.

A 25 años de aquel movimiento, los tres líderes estudiantiles tienen una visión distinta de su legado. Imaz evidencia que la intentona de privatizar este nivel de estudios ha continuado, por lo que otros movimientos estudiantiles han retomado a la defensa de la gratuidad de la educación superior. Agrega que la actual defensa que las autoridades de la institución hacen de la autonomía y mayores presupuestos tiene que ver más con su propia sobreviviencia y con la necesidad de legitimidad interna, frente al cambio del partido en el gobierno federal.

Santos expone que varios de los legados del CEU son la realización de elecciones limpias, la búsqueda del diálogo, la movilización de las izquierdas y la defensa que hoy desde las esferas directivas de diversas universidades se da de la educación superior gratuita como una manera de abrir más oportunidades a los jóvenes mexicanos.

Finalmente, Ordorika sostiene que en cierta medida, la Universidad actual, consciente o inconscientemente, vela por aquellos postulados: gratuidad y defensa de la educación superior pública, la democratización de la institución y que la casa de estudios aborde temas de índole nacional.