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Con su compañía MAU presenta la obra Birds with skymirrors en el Cervantino

El arte es el poder de la humanidad, no su debilidad, asevera Lemi Ponifasio

El coreógrafo discrepa de la visión eurocentrista de la estética, el tiempo y la época

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Escenas de la coreografía de Lemi PonifasioFoto cortesía del FIC
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Escenas de la coreografía de Lemi PonifasioFoto cortesía del FIC
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Escenas de la coreografía de Lemi Ponifasio, que explora la condición humana, interpretada por su compañía MAU, en GuanajuatoFoto cortesía del FIC
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Periódico La Jornada
Sábado 22 de octubre de 2011, p. 4

Guanajuato, Gto., 21 de octubre. Lemi Ponifasio proviene de una isla del Pacífico, donde es casi seguro que pocos han escuchado hablar de ballet, Pina Bausch o Peter Brook; ni siquiera hay teatro. Sin embargo, con el tiempo se ha convertido en uno de los coreógrafos más relevantes de Nueva Zelanda, por su visión progresista del arte.

Suelo admirar el trabajo de los artistas y de algunos dirigentes políticos; tenemos un papel difícil, ambos compartimos la idea de trabajar por la paz, si bien en estos momentos no estamos haciéndolo bien, sostiene.

Cuando veo a la sociedad entiendo que parte del problema soy yo. El arte debe cultivar una paz, la belleza; es el poder de la humanidad, no su debilidad.

A su llegada a Guanajuato, donde su compañía MAU estrenó el jueves la coreografía Birds with skymirrors, dentro del Festival Internacional Cervantino, el creador escénico se manifiesta partidario del arte comprometido con su época y entorno.

Si el teatro que hago no propicia una transformación, no mejora la manera como percibimos e interactuamos con el mundo, entonces sólo sería un elemento más de esa distracción en la que nos encontramos, enfatiza.

Su propuesta, dice, se aleja de los parámetros culturales y estéticos europeos y se sustenta en los valores, tradiciones y cultura de su tierra natal: la isla Tarawa.

Hago danza o teatro para decir mi verdad, buscar mi espacios, encontrar mis propios movimientos, no tratar de parecerme a (Vaslav) Nijinsky ni a nadie.

Una comunidad de iguales

Esta singular visión contempla asimismo la manera en la Ponifasio concibe su compañía, a la cual asume no como una agrupación artística, sino como una comunidad de iguales que trabaja en un proceso encaminado a un logro colectivo.

El nombre del grupo, MAU, lo expresa puntualmente: quiere decir mi declaración de la verdad, aunque también puede significar revolución o mucha comida, define.

Para crear mi verdad o mi revolución me adentro en la historia de la que provengo, la forma cómo una isla del Pacífico observa al resto del mundo. La mía no es una visión eurocentrista del arte, el tiempo ni el espacio; no estoy de acuerdo con ellas.

Ponifasio defiende el sentido más inmediato y cosmogónico de la danza, no el histórico: Crecí en un entorno en el que bailar y cantar era lo mismo que aprender a respetar a los padres, pescar o hacer el resto de cosas cotidianas.

De allí que su forma de trabajar proponga que el bailarín vaya más allá de ejecutar ciertos movimientos con una técnica impecable.

Tiene que ser también una persona muy consciente de su propia vida, de la necesidad de respetar a la cultura, a los padres, a quien lo dirige, destaca.

Debe ser alguien con otras habilidades en muchas dimensiones. Por ejemplo, para mí es esencial que un bailarín sepa pescar y cumplir con muchas otras funciones de la cotidianidad.

Sobre la obra de la cual presenta tres funciones en el Cervantino, en el Auditorio del Estado, el coreógrafo destaca que se trata de una reflexión sobre la condición humana y la búsqueda de la identidad, a partir de la imagen del mar como metáfora.

Vivimos trascendentales cambios climáticos en el planeta. Hay discusiones y negociaciones a escala internacional sobre su futuro. Esta obra refleja nuestra condición humana, pero también nuestra dignidad y capacidad, además de la fuerza del espíritu.

Aclara que esta coreografía es una respuesta, no una propuesta didáctica de cómo aliviar al mundo, y que en ella se habla del presente, del ahora, del porvenir y de los ancestros.

Según el artista, decir quién es uno en ese contexto es lo más revolucionario que cualquiera puede hacer.