Cultura
Ver día anteriorViernes 21 de octubre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

La compañía taiwanesa U-Theatre realizó dos funciones de El sonido del océano

Catorce bailarines-actores interpretaron la voz de la naturaleza, en Guanajuato

La propuesta incluye elementos de teatro, danza, música y ópera

La meditación es un camino para reconocer el poder de lo simple, expresan los directores musical y artístico

Foto
Escena del montaje que presentaron en el Auditorio del Estado, en el festival CervantinoFoto Cortesía del FIC
Enviado
Periódico La Jornada
Viernes 21 de octubre de 2011, p. 4

Guanajuato, Gto., 20 de octubre. La compañía taiwanesa U-Theatre presentó El sonido del oceáno, obra que incluye elementos de teatro, danza, música y ópera.

No sólo plantea esa fusión, sino que en su creación subyacen aspectos rituales, la meditación y, en particular, el tai-chi.

Se trata de una filosofía en movimiento, como ha sido catalogada esta propuesta en los países donde la han escenificado.

El sonido del océano, obra espectacular y asombrosa, incorpora la irrupción de una serie de tambores de todos tamaños, uno de ellos gigante, al igual que gongs de mediana y grande dimensiones.

Tampoco es sorprendente sólo por el sobrehumano despliegue físico-atlético y la perfecta sincronización de los 14 bailarines-músicos-actores en las diversas coreografías que integran la obra, las cuales son una mezcla de las danzas butoh y contemporánea.

La grandeza y espectacularidad de esa propuesta, de forma paradójica, está determinada por aspectos y situaciones sutiles y simples, apenas perceptibles durante la hora y media de su duración. Dicho de otra manera, la poética en la que se sustenta y las reflexiones que propicia.

Metáfora del agua

La obra alude de forma indirecta y abstracta a la relación del ser humano con su esencia y los elementos del entorno. La música, la danza y el canto son el camino para generar una reacción a nivel del inconsciente del espectador y recordarle su parte orgánica.

Presentes casi todo el tiempo, las percusiones, su sonido y potencia, penetran el cuerpo del escucha y generan un estado semihipnótico, embelesante, que a su vez permite escuchar la voz del organismo y de la mente.

Explicar la vivencia es muy difícil, pues todo ocurre a nivel sensorial y del inconsciente. Quizá la sensación más próxima sea similar a cuando uno se encuentra en estado de profunda meditación.

Un proceso similar ocurre sobre el escenario. Así lo reflejan los rostros de los bailarines-actores que se mantienen siempre serenos, sin importar si percuten con toda su energía los gongs o los tambores, si cantan o si bailan, sea en giros interminables o en desplazamientos tan lentos que parecieran flotar.

Para crear este espectáculo, Liu Ruo-Yu, quien en 1988 fundó y desde entonces dirige U-Theatre, se aisló junto con los demás integrantes del grupo artístico en una montaña en Taipei, manteniéndose ajenos al bullicio de la ciudad, de sus aglomeraciones y neurosis.

La idea era lograr una obra que permitiera reflexionar sobre la naturaleza y el transcurrir por la existencia, para lo cual se utiliza como metáfora el agua. De allí el título de la obra, cuyas dos funciones en Guanajuato tuvieron lugar los pasados lunes y el martes, en el Auditorio del Estado.

Cuatro fueron los años que requirió su creación, en la cual la meditación y la contemplación cotidianas resultaron herramientas esenciales. La finalidad es ponerse en contacto con la filosofía de la armonía de la naturaleza.

Lo que más importa para nuestro grupo es la meditación, estar en tranquilidad absoluta y escucharse a sí mismo. La meditación es un camino para reconocer el poder de lo simple, manifiestan Huang Chih-Chun y Fei Ling Yu, directores musical y artístico de la compañía, respectivamente.

En ese estado puede percibirse la voz de la naturaleza, de los pájaros, incluso el sonido de la luz y el Sol.