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Ver día anteriorJueves 20 de octubre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La paz perpetua
L

a cooperación interinstitucional entre Conaculta y la Coordinación de Teatros de la Secretaría de Cultura del DF a cargo de Nina Serratos permitió que en el Teatro Benito Juárez la Compañía Nacional de Teatro (CNT) estrenara La paz perpetua del muy laureado dramaturgo español Juan Mayorga, ya presentada como lectura dramatizada en el marco de la semana de Teatro Contemporáneo auspiciada por el INBA y ahora en escenificación formal bajo la dirección de Mariana Giménez. Salvo un par de escenificaciones de poca trascendencia de alguno de sus textos el autor no es muy conocido en México y este montaje viene a subsanar este hueco en nuestro teatro, sobre todo por la vigencia de lo que propone, no en balde Mayorga ha declarado –y sus obras lo demuestran– que el teatro es un arte político.

La paz perpetua puede tener varias lecturas, la más obvia se refiere al terrorismo que es una cuestión inmediata, aunque la formación filosófica del autor, quien titula su texto dramático como el opúsculo de Kant, anima a encontrar otros caminos. Desde luego, el muy irónico hacia el escrito kantiano de esperar en balde un mundo pactado entre todos los países sin ejércitos y sin guerras, con gran respeto a las respectivas soberanías. Está también la disyuntiva ética de torturar y entonces volverse igual que el torturador o buscar otros medios de combatir al terrorismo en lo que se incluye el concepto de democracia. Igualmente está la referencia a Pascal respecto a la existencia de Dios, un Ser Supremo que no se entromete en los asuntos humanos y que se ha distorsionado por quienes matan sin piedad en su nombre. El dramaturgo plantea en tres perros que compiten por el collar k7, que les permitirá combatir al terrorismo, tres posibilidades del ser humano: Odín, un rottweiler impuro con gran olfato y marcadamente ladino y traicionero, con un largo historial de sobrevivencia callejera; Jhon Jhon, mezcla de varias razas, joven ágil y fuerte pero ignorante y tonto entrenado en varias academias; Emmanuel, un pastor alemán que fue acompañante de una joven ciega y asistió con ella a sus clases de filosofía, por lo que es el que cita a Kant y a Pascal y se muestra reflexivo. Los examina Casius, el perro labrador sobreviviente de muchos combates.

Los tres aspirantes se encuentran en un lugar encerrado, parte de un edificio –se habla de jardín y biblioteca– por el que pueden andar con la correa que sostiene el único ser humano, callado e inmóvil, de la obra. Lo narrado que se va deslizando con momentos muy graciosos a cargo de la estolidez de John John cuando trata de entender y repetir los consejos de Emmanuel para el examen que llevarán a cabo y que disfrazan con risas el tema de la obra hasta el estremecedor final en que ya no cabe ningún regocijo. Los actores de la CNT Enrique Arreola como un Odin creado a partir de lo que sería un chilango de clase baja, Marco Antonio García es un Emmanuel pausado y con matices de maestro, Israel Islas, de gran expresión corporal, es un gracioso John John, Diego Jáuregui como el misterioso mentor Casius y Andrés Weiss como el impávido hombre, conforman un excelente elenco.

Dejo para el final, como una forma de subrayarlo, el debut como directora de la estupenda actriz que es Mariana Giménez, quien conserva todos los matices del texto y logra que sus actores puedan crear a sus personajes con movimientos y aullidos perrunos, sin excederse, intercalados con actitudes erguidas muy humanas. Que no se usen máscaras u otros aditamentos, excepto el parche en el ojo de Casius, para acercar al público a la idea de que se trata de perros, sino que esa imagen se construya a base de actoralidad es un síntoma de la capacidad de los actores y de la directora debutante. Mariana no sólo usa los tempos y ritmos adecuados, también saca ventaja de la disposición de sus actores en escenas muy agresivas de lucha perruna o persecuciones en contraste con la seriedad de la prueba escrita bajo los dictados de quien es su mentor, que recuerda en algo un momento de tensión escolar por la que todos hemos pasdo. Se trata de un inicio afortunadísimo en la dirección de un importante texto que se nos da a conocer y que ojalá tenga el mucho público que merece.