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A la Mitad del Foro

Demoler por temor a reformar

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El diputado priísta Jorge Carlos Ramírez Marín dialoga con legisladores del PAN en la sesión en que fracasó el intento de designar a los tres integrantes que faltan para completar el Consejo General del Instituto Federal ElectoralFoto María Meléndrez Parada
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os diputados del PRI votaron en comisiones contra la relección inmediata y sucesiva de diputados, senadores y munícipes. Los senadores del PRI habían aprobado la iniciativa y así la enviaron a San Lázaro. Los del PAN, partido en el poder que rechaza la aspiración a ser hegemónico mientras coquetea con la tentación totalitaria, condenaron la decisión de la diputación priísta y derramaron lágrimas por los ciudadanos a quienes se priva de juzgar a sus representantes y manifestar su aprobación o rechazo en las urnas. El PRD, la izquierda en fuga hacia adelante, votó por la relección y privó de su asiento en comisiones a una diputada que se animó a votar de acuerdo con su propio pensamiento.

Vodevil, dirán los intelectuales inorgánicos de la derecha inicua que pregona sus victorias pírricas y presume de una economía en mítico auge que hace sonreír a Felipe Calderón y sollozar a quienes constatan que más de cincuenta millones de habitantes de la República sobreviven en la pobreza. República maltrecha, la llamó Diego Valadés en el notable artículo publicado el jueves 6 de octubre en La Jornada: “Entre diciembre de 2008 y diciembre de 2009 fueron reformadas 16 constituciones estatales para imponer a las mujeres la maternidad obligatoria (…) La intrusión en la vida íntima de las personas y la suplantación de su voluntad ha sido un hecho habitual en los estados confesionales o fundamentalistas, y en los totalitarios”.

En Guanajuato ya fueron sentenciadas y condenadas a treinta años de prisión mujeres que habían abortado. Ahí ya cumplieron la amenaza enarbolada al imponer la defensa de la vida desde el instante mismo de la concepción. Para todos los efectos legales, las mujeres que abortaran serían consideradas homicidas, previó Diego Valadés al gestarse la colusión de partidos en las primeras reformas locales. Vergonzoso acto de maromeros que el PRI se sumarq al PAN confesional y oscurantista en todos y cada uno de los estados que han reformado sus constituciones. El PRI en todos, el PRD en dos, el PT en cinco, Convergencia y el Verde en tres, el Panal en cuatro. Pluralidad que se niega a sí misma, ideologías que se diluyen y se funden en la olla podrida de la empleomanía y el cambio de chaquetas.

La confusión favorece la condena dictada por intelectuales inorgánicos para quienes murieron las ideologías. Pero sobrevive la abyección cortesana. Habría que volver a ver, una y otra vez, la votación del pleno de la Cámara de Diputados en la que se aliaron el PAN y el PRD para impedir el voto de las dos terceras partes de los presentes, necesario para aprobar la designación de los tres consejeros del IFE que debieron haberse incorporado hace un año. O un siglo. La alegría de los diputados de las alianzas electorales alegóricas en Oaxaca, Sinaloa, Guerrero y la nonata en el estado de México. No es asunto de matemáticas, sino de ética, proclamó el panista Javier Corral. Siete votos a favor fueron menos que los cuatro votos de los ministros de la Corte que archivaron la declaración de inconstitucionalidad en el litigio de la ciencia y el dogma. Nadie vuelva a pedir recuento de votos en las elecciones.

O tal vez estamos ante el fulgor de las apariencias en la era del espectáculo. No en balde insisten los prohombres en que la política es cuestión de percepciones. O de poner modesto velo sobre las opiniones expresas de los ciudadanos en contra de las percepciones aprobadas éticamente, prolíficamente. Resulta que la mayoría de los ciudadanos han manifestado su oposición a la sacrosanta relección. Y no porque la memoria histórica se los dicte, o porque obedezcan lo aprobado en una asamblea del PRI. Están en contra, recordó el siempre incómodo Pablo Gómez, porque consideran que daría patente de corso a quienes los califican de corruptos, chambistas, parásitos y otras lindezas. Recitan, repiten, lo que de los políticos y los partidos de nuestra malograda pluralidad han venido pregonando los servidores del poder: por su culpa no puede gobernar el señor Presidente; el pobrecito señor Presidente, diría Lorenzo Servitje.

Aquí no ha pasado nada. Formalmente se inició el proceso que llevará a la elección presidencial de 2012, en la que los del IFE mocho, incompleto, esperan votaremos ochenta millones de mexicanos. No van a jilotear los elotes en las parcelas de la alianza temporalera del PRD y el PAN. Gustavo Madero ya puso en su lugar a los mercenarios apóstatas confrontados con la Morena del de Tabasco: nada de alianza si es para apoyar a Marcelo Ebrard o a Andrés Manuel López Obrador; la habrá si ellos se suman al candidato del PAN, dijo. Pero el conductor de multitudes morenas ya acudió al sancta sanctórum de los dueños del dinero, de los grupos Monterrey; ni una palabra sobre encapuchados de Chipinque, porque los de hoy en día no queman libros de texto sino casinos.

Y cortan cabezas. Ya les llegó la lumbre a los aparejos a los elegantes caballeros del norte industrializado y productivo. López Obrador predicó amor y paz. Condenó a la mafia cuyo capo es Carlos Salinas, pero no dio la nómina de los treinta que han llevado al país al desastre: soy amigo de los que invierten y crean empleos, dijo. Y Marcelo Ebrard ya prepara un manifiesto, un 18 Brumario a su medida, en el que la tragedia de 2006 no se repita como farsa en 2012. Hay aves que cruzan el pantano y se hunden en el fango al llegar a la orilla. Tanto esfuerzo para quedar a merced de arúspices conversos del determinismo, de la confianza en la buena fe de quien se comprometió a respetar la percepción sobre quién es el mejor posicionado. En San Lázaro, los del PRD hablaron del rapto religioso de los seguidores de López Obrador. Y luego sumaron sus votos a los del PAN.

Felipe Calderón bromeó al hablar sobre el proceso electoral en el Foro The Economist Mexico 2011: Hay un candidato que parece invencible; un partido que ya se asume como ganador inefable; y en el Partido Acción Nacional, un proceso realmente democrático e incierto en su resultado. Estoy hablando de 2006, remató. Y vino la respuesta humorosa y certera de Tom Wainwright: Entonces no ha cambiado nada. Efectivamente, salvo el orden de los factores. Y los candidatos. Ernesto Cordero es abucheado por los panistas en León, Guanajuato; Santiago Creel dice que no abandonará la contienda; Josefina Vázquez Mota vela armas con los militares.

Más de 40 mil muertos, nadie sabe cuántos desaparecidos y la procuradora general, Marisela Morales, dice en ese mismo foro que la guerra se habrá ganado cuando la violencia ya baje. Por ahora, en Veracruz y Guerrero dicta el estado de excepción quien ejerce de facto la soberanía en los estados de la República federal. Y el secretario de Gobernación, Francisco Blake, le lee la cartilla al gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre.

Y el ex presidente de Colombia, César Gaviria, pronunció dura filípica: “Este país está viviendo bajo el escapismo de creer que aquí lo que está corrupto es la policía (…)Aquí la corrupción del narcotráfico llegó a la política, a la justicia, a todas partes”. Nadie sonrió, nadie lo desmintió.

A estas alturas, al PRI solamente lo puede derrotar el PRI. Pero los del escapismo oscurantista hacen cuentas alegres, como en la economía. En las elecciones se vota y se cuentan los votos. Cuestión matemática: gana el que recibe más votos. Es hora del cambio de régimen que acabe con la parálisis del presente continuo y el festín demoledor de nuestra pobre República.