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Culminó el quinto festival de vallenato con un tributo al colombiano por 40 años de carrera

Vine a Monterrey para apaciguar la violencia con música: Sergio Moya

Participaron también Beto Rada y Pino Manco, quienes grabaron el cedé Corazón de piedra

Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 4 de octubre de 2011, p. a10

Monterrey NL, 3 de octubre. La música, como puente de unión e instrumento para pacificar el espíritu, alimentar el alma y desterrar la violencia, fue el mensaje que dejaron los músicos colombianos invitados al quinto Festival Vallenato de Monterrey, que este domingo llegó a su fin con un concierto donde se rindió homenaje al compositor y cantante Sergio Moya Molina.

Como mejor sabe hacerlo, cantando, el artista vallenato expresó su sentir desde la tarima de la explanada de Santa Lucía, frente al Museo de Historia Mexicana. Me traje cajas y huacharacas/ también guitarras con acordeón/ para entonarlos con las rancheras/ de los mariachis de esta nación./ También sombrero de la sabana,/ bonita prenda de mi región/ con la mochila, también la ruana/ y un carboncito del Cerrejón...

El músico, nacido en Valledupar (1947), provocó la algarabía de los presentes: “… Yo quiero con mi canción hacer un puente/ entre el pueblo de Colombia y el mexicano/ para que vivan unidos los continentes,/ con el mensaje de amor de este colombiano/ y que de Valledupar venga mucha gente,/ a decir en Monterrey que somos hermanos.

“Alcemos juntos las dos banderas/ como un emblema de nuestra unión,/ con vallenatos y con rancheras/ es más bonito nuestro folclor./ Quiero un sombrero que sea de charro,/ para lucirlo con emoción/ con un sarape muy mexicano,/ bien adornado, multicolor./ Que vengan al festival muchos colombianos/ Pa’ que festejemos juntos la integración.”

Para el homenajeado, el reconocimiento representa una de las satisfacciones más inmensas que he recibido en mis 40 años de vida artística. Cuatro décadas que, precisamente, se cumplen este 2011. Qué mejor ocasión para celebrarlo que con mi participación en este festival y en este país tan bello, con tanto calor humano de su gente.

Comentó Moya Molina que al anunciar a sus allegados la invitación para venir a Monterrey, recibió muchas advertencias de la familia y los amigos: pero, ¿a qué vas a México?, ¿no sabes cómo está allá de peligroso?

No obstante, dice, decidió venir porque a los artistas, aunque a veces injustamente les toca la violencia, no tenemos nada que ver con eso, sino al contrario, tratamos de alegrar la vida del mundo, de la gente.

Agregó que la violencia que infortunadamente se está viviendo en México, “la hemos sufrido más de 50 años, así que ya estamos medio acostumbrados, y lamentamos mucho que aquí también pasen por eso.

En realidad, en todo el mundo la violencia está muy activa, y hay que tratar de apaciguarla con lo que hacemos nosotros, con la música, un elemento importante para pacificar el espíritu y alimentar el alma; por eso quise venir con este mensaje de paz, dijo el acordeonista, que se inició como cantante de boleros y rancheras en su natal Valledupar.

Otro personaje que acudió como invitado al Festival Vallenato de Monterrey fue Alberto, Beto, Rada, nacido en Magdalena, Colombia, en 1941, y acordeonero desde los ocho años de edad, por influencia de su padre, Pancho Rada, Francisco El Hombre –personaje principal de la leyenda El acordeón del Diablo–; pero Beto Rada tiene su propia historia: uno de sus principales logros fue el galardón de Rey Acordeonero en el Festival de la Leyenda Vallenata de Valledupar 1993.

Venir a México es muy hermoso, un sueño que tenía desde niño, porque soy gran aficionado de su música ranchera; es muy satisfactorio venir a Monterrey, donde el vallenato se ha entendido tanto, dijo el compositor.

Es la primera vez que vengo y ya me quiero quedar; aquí son muy tratables, muy buenos amigos; ya hasta estoy componiendo corridos, dijo. Pero en su país tiene compromisos, pues actualmente es instructor de música en la Casa de la Cultura en Valledupar.

“Tengo 106 alumnos a los que doy clases. Así uno deja una huella de su paso por el mundo, porque esos muchachos van creciendo; contarán a su generación y a otra ‘fui alumno de Beto Rada’.”

Al acordeonero le emocionó que después de su presentación se la acercara una persona para pedirle que le autografiara antiguos discos de acetato que grabó hace más de 30 años. Con la música uno no muere, seguirá cantando.

Rada estrena en esta vista a México el cedé Corazón de piedra, que grabó con Pino Manco, un italiano también presente en este festival, que a los tres años llegó a Colombia, y ha acumulado otros 50 en el país sudamericano, con tal integración, que también compone vallenatos.