Ciencias
Ver día anteriorJueves 29 de septiembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Familiares, amigos y ex alumnos rinden homenaje al investigador en el Instituto de Astronomía

Frente a la duda, los principios, enseñanza de Manuel Peimbert

Recientemente distinguido doctor honoris causa de la UNAM, ofreció una conferencia magistral

El reto para el siglo XXI es el estudio de 95 por ciento de la masa observable del universo, señala

Foto
Peimbert habló sobre el origen de los elementos y la evolución de las galaxiasFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Jueves 29 de septiembre de 2011, p. 2

Una de las grandes enseñanzas que el astrónomo Manuel Peimbert Sierra –distinguido la semana pasada con el doctorado honoris causa de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)– ha dejado en decenas de generaciones estudiantiles es un gran consejo: Frente a la duda, los principios.

En el Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, amigos, compañeros, familiares y ex alumnos rindieron ayer homenaje a uno de los científicos más reconocidos en su campo a escala mundial. En el auditorio Paris Pishmish se recordaron anécdotas y se habló de su trayectoria académica y de sus investigaciones en el campo de las nebulosas planetarias.

Para describirlo faltan adjetivos: “Gran amigo, inteligente, comprometido, excelente divulgador, inspirador, claro, brillante, intuitivo, sencillo, culto, leal, político de altos vuelos, consecuente, reflexivo, respetuoso, guapo, simpático, pero ante todo –aseguraron compañeros, ex alumnos y amigos– ha sido un estupendo profesor e investigador”.

Subrayaron que el científico es ejemplo vivo de uno de sus principales ideales: la educación pública, laica, gratuita y para todos, pues el astrónomo siempre estudió en escuelas públicas.

No recuerdo a Manuel Peimbert como niño bonito y bien peinado, señaló Rafael Costero, miembro del IA y ex compañero del homenajeado en la secundaria y en la Facultad de Ciencias.

Continuó: El Manuel del que me acuerdo es el que en una ocasión se puso a destapar una grafiteadora. Para ello, había que succionar la pipeta y de pronto se llenó la boca de tinta verde; al verse así salió e hizo sonidos como un monstruo y nos pegó un susto espantoso a todos.

El joven estudiante

Pero sin duda, una de sus anécdotas más recordadas se remonta a hace poco más de medio siglo, cuando, apenas iniciados sus estudios en la Facultad de Ciencias, el joven Peimbert, junto a su compañero Gerardo Bátiz –quien hoy ejerce como físico–, llegó sin invitación al Observatorio Astronómico de Tonanzintla, donde ofreció su ayuda en lo que fuera.

Los jóvenes esperaron sentados en la banqueta por varias horas al doctor Guillermo Haro, director del recinto, quien al ver su disposición les pidió observar placas y ubicar en ellas objetos con líneas de emisión de alta intensidad. Meses después, ambos constataron que algunos de sus avistamientos ya se conocían, pero entre sus anotaciones había cuerpos nunca vistos. Después de un año un astrónomo checoslovaco bautizó a esos cuerpos con los nombres de sus dos jóvenes descubridores.

Rosaura Ruiz, directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM, destacó que el científico no sólo es un hombre comprometido con la academia, sino también con las causas justas del país, como su apoyo al movimiento estudiantil de 1968, al que se sumó al regresar de la Universidad de California en Berkley, donde realizó su doctorado en astronomía. Asimismo, sus luchas constantes en favor de la educación y la ciencia.

Rememoró que también se sumó a las manifestaciones contra la masacre estudiantil del 10 de junio de 1971, participó en la conformación del Sindicato del Personal Académico de la UNAM y fue asesor del Consejo Estudiantil Universitario en 1986, que luchó por la educación pública, gratuita, laica y de alta calidad académica. Politizó la academia y academizó la política.

Después del homenaje, Peimbert ofreció la conferencia magistral El origen de los elementos y la evolución de las galaxias y el universo, en la que explicó el origen de los elementos químicos, la composición de las nebulosas planetarias y cómo su estudio permite conocer cuál fue el origen del universo.

Pese a tratarse de una disciplina tan vasta, en astronomía hay tanto que ignoramos que una opción sensata es empezar por lo que sí conocemos; podemos decir que 5 por ciento de la masa observable del universo está hecha de bariones, es decir, de elementos de la tabla periódica, pero si nos remitimos al 95 por ciento restante, poco podemos explicar, excepto que es algo que desconocemos.

El reto para el siglo XXI, dijo, es el estudio de ese 95 por ciento (23 por ciento es materia oscura y 72 energía oscura). Es tiempo de encarar lo que tenemos enfrente.

La Gran Explosión

Subrayó que hasta hoy se conocen 126 elementos químicos; los primeros 92 se dan en la naturaleza y los demás se obtienen en laboratorio, pero si se intentara determinar la fuente de todos ellos, se vería que cada uno proviene de tres grandes proyectores: la Gran Explosión, estrellas de baja masa y de alta masa.

¿Cómo se producen éstos?, preguntó. Es factible que un helio coincida con otros dos y forme un carbono; luego éste podría colisionar con otro helio y resultar en un oxígeno, y después impactar con otro helio y dar pie a un átomo de neón, y así sucesivamente hasta llegar al hierro. Como se ve, de esta manera la variedad de elementos crece rápidamente.

Finalmente, señaló que los elementos químicos y su presencia aportan claves para entender muchos fenómenos, incluso los relacionados con nuestra existencia. Por ello, si quisieran ustedes tener completa su genealogía, lo justo sería poner por ahí, en algún sitio de su álbum familiar, la foto de una nebulosa planetaria.