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Armando Cisneros Sosa reconstruye en un libro la formación intelectual del cura de Dolores

Hay que relativizar la idea de que la Ilustración influyó en Hidalgo

El investigador halló como fuentes principales a Cicerón, Melchor Cano y clásicos del siglo XVII de la teología racionalista, entre otros

Sostiene que era un político con un concepto nacionalista muy arraigado: Fue el primer impulsor de las luchas anticoloniales en el mundo

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En la imagen, el autor y la portada del libro, donde se muestra una figura de Hidalgo elaborada en madera por Clemente Terrazas, en 1821, la cual pertenece al acervo del Museo Nacional de Historia del Castillo de ChapultepecFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Domingo 25 de septiembre de 2011, p. 2

Sí, este libro también refleja la inteligencia, carisma, liderazgo y cualidades para la palabra hablada y escrita de Hidalgo, así como su vocación libertaria y social, propia del primer impulsor de las luchas anticoloniales en el mundo.

Sin embargo, La guerra de Hidalgo, del investigador Armando Cisneros Sosa, centra sus esfuerzos en reconstruir la formación intelectual, ideas políticas y circunstancias concretas que generaron en el cura de Dolores un fuerte sentimiento de emancipación nacional.

Así, con su nuevo libro, el investigador hace un planteamiento central: hay que, por lo menos, relativizar la idea antes dominante de que la principal influencia filosófica, ideológica y política de Hidalgo provenía de la Ilustración francesa.

Hasta donde Cisneros ha podido indagar, eso no aparece, y sí en cambio encontró información de que dicha influencia más bien parece venir de la teología clásica y positiva, así como de los clásicos grecolatinos, algo que ya había mencionado brevemente Alfonso Méndez Plancarte a mediados del siglo XX.

“Hidalgo nunca dice en ninguno de sus textos ‘nosotros, que enarbolamos las ideas de la Ilustración...’ O ‘lo que dijo Voltaire es importante porque... O lo que dijo Rousseau...’ Nunca cita a ninguno de ellos”, asegura en entrevista.

–En cambio, menciona como fuentes intelectuales de Hidalgo a teólogos católicos y clásicos de Grecia y Roma.

–Como Cicerón, Demóstenes, la Biblia, San Agustín, los clásicos del siglo XVII de la teología racionalista, una teología que incorpora la historia, con Melchor Cano a la cabeza. Ellos hicieron una revolución en ese siglo para fundamentar históricamente la doctrina y creencias católicas.

Otras fuentes son la historia y la filosofía modernas, con autores como Serry. Al entrar al campo de la historia, Hidalgo automáticamente entra al de la política y de la crítica a los problemas de su tiempo.

Recorrido por su vida intelectual

La guerra de Hidalgo (Miguel Angel Porrúa-UAM Azcapotzalco) es un libro breve, ameno y contundente que aparte de la introducción y la bibliografía, contiene nueve capítulos que recorren etapas fundamentales para comprender su vida intelectual y política, desde el Colegio de San Nicolás hasta los discursos de la guerra, pasando por sus dos defensas ante la Inquisición.

–¿Este libro se puede considerar una historia del pensamiento político y filosófico de Hidalgo?

–Sí. No es una historia completa de sus ideas, pero creo que es un esfuerzo por recuperar su pensamiento filosófico y político. Faltan más investigaciones.

Dice que Hidalgo era un cuestionador del sistema religioso de finales del siglo XVIII y principios del XIX, “muy atrasado, pues era muy escolástico, de creer y nada más, que negaba el estudio crítico de la historia y de la misma historia de la Iglesia.

Por ejemplo, el cura decía que Gregorio VII no puede ser considerado un santo porque fue un Papa que mandó invadir Roma, cuando había las pugnas de sí salían o no de esa ciudad.

Cisneros destaca que desde muy joven Hidalgo siempre fue un apasionado de la historia, porque quería estar convencido de los discursos de la misma religión. Creencias religiosas, sí, pero confirmadas históricamente. Pensaba que se debían corregir aquellas cosas que no estaban fundamentadas.

También, continúa, criticaba la corrupción y manejo del gobierno virreinal, además de los privilegios de los españoles sobre los criollos y los otros sectores sociales, como los indígenas o los esclavos traídos de África y del Caribe.

No estaba de acuerdo con la forma tan centralizada que existía del poder. En ese sentido, era un político que basaba sus ideas en la necesidad de reconocer la importancia de la nación. Tenía una idea nacionalista muy arraigada.

Recuerda que Hidalgo decía: Somos una nación americana, y como tal, tenemos derechos. Refiere que aún no se designaba al país como México, y que la nación para él insurgente estaba formada por varios reinos: el de México, el de Nueva Galicia, el de Nueva Vizcaya, de California a Centroamérica.

Cisneros no cuestiona la lealtad de Hidalgo al rey Fernando VII, como otros historiadores, ya que, argumenta, eso no entraba en pugna con su nacionalismo y la demanda de independencia. Un poco, explica, a la manera del actual Canadá, cuya reina sigue siendo la de Inglaterra y eso no obsta que sea una nación independiente.

Menciona la importancia para la visión del líder independentista de los acontecimientos en España de 1806, 1808 y 1810, que incluyen la invasión por parte de la Francia napoleónica.

Todo ello motivó a los españoles privilegiados en México, generalmente concentrados en la Audiencia, a tomar el poder de manera antidemocrática, correr al virrey Iturrigaray e imponer a Garibay. Fue un golpe de Estado flagrante, con una asonada de comerciantes y otras acciones. Y eso irritó a los criollos como Hidalgo.

Ante la carencia de legalidad en Nueva España y la ausencia de rey en España, entonces México debía convertirse en una nación autónoma e independiente. Esas son las ideas de Hidalgo y de todos los conspiradores de 1809 y 1810.

Acerca de Hidalgo como primer impulsor de las luchas anticoloniales en el mundo, Cisneros precisa que Bolívar también lo fue, aunque su empeño tuvo características diferentes, ya que primero debía eliminar cacicazgos regionales para luego pasar a otra etapa más amplia, mientras el cura de Dolores tenía ante sí un solo territorio, de alguna manera más cohesionado.

Aclara que Morelos sí tuvo, de algún modo, influencia de la Ilustración francesa, pero que en el arranque del movimiento de Independencia de México no lo ha detectado.

–¿Entonces por qué no descartar de manera definitiva la afirmación de la Ilustración como influencia en Hidalgo?

–A lo mejor fue timidez de mi parte, aunque en realidad faltan muchas investigaciones por realizar.