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Desde 2008 es fuente de sustento de decenas de ejidatarios del municipio de Peñamiller

En Querétaro, extracción irregular y contaminante de mercurio

Los habitantes explotan yacimientos aluvionales; el agua de lluvia saca piedras con el metal

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Un ejidatario de la comunidad de Plazuelas, municipio de Peñamiller, Querétaro, muele piedras que contienen mercurio para después meterlas en un horno de barro a temperatura de mil 200 grados centígrados, tiempo tras el cual liberan el metalFoto Demian Chávez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 18 de septiembre de 2011, p. 27

Plazuelas, municipio de Peñamiller, Qro., 17 de septiembre. Hincado sobre el cauce de un río seco de la comunidad de Plazuelas, el gambusino Adolfo rasca la tierra con un pico y una pala. Cada vez que encuentra una piedra con una línea roja en su superficie la mete en su cubeta.

El rojo es señal de que la piedra contiene mercurio, metal que desde hace tres años se ha convertido en la fuente de ingresos de decenas de habitantes de Plazuelas y Camargo, municipio de Peñamiller, aunque para obtenerlo utilizan técnicas artesanales contaminantes y lo hacen sin regulación de las autoridades.

Aún más: algunos tienen miedo de que las autoridades busquen reactivar la minería en la entidad, con inversión de particulares o extranjeros, y les quiten su fuente de sustento o, en su caso, las tierras ejidales donde están las minas.

Cubierto con un sombrero, una camisa de manga larga y un costal que le protege las rodillas de los raspones, Adolfo, de 63 años, pasa allí de 10 a las 17 horas para llenar su cubo. De regreso a casa, el hombre martaja las piedras y las mete en un horno de barro a temperatura de mil 200 grados centígrados, tiempo tras el cual liberan el mercurio.

En perlas, el mercurio desciende por tubos y cuando se enfría es embotellado y comercializado por intermediarios. Por cada día de trabajo, Adolfo obtiene de medio a un kilo del metal que vende entre 450 y 500 pesos que le sirven para mantener a su familia, de 12 personas.

Como él, decenas de habitantes de Plazuelas –ubicada a unos 110 kilómetros de la capital queretana y a seis de la carretera estatal que conduce a la Sierra Gorda– no tienen necesidad de internarse a las minas de mercurio. Simplemente esperan que el agua de lluvia arrastre las piedras al exterior.

En cambio, los trabajadores de las tres minas que hay en esa misma localidad sí tienen que entrar a las vetas. La Cristo Vive, donde laboran unos 20 trabajadores, fue concesionada recientemente por la Secretaría de Economía.

Allí, sin embargo, un grupo de ejidatarios reclama la tenencia de la mina, de donde se extraen de 70 a 80 kilogramos de mercurio cada semana. Consideran que una persona ajena a la comunidad se apropió del pozo e incluso contrata a personas provenientes de otras entidades que lucran con el metal, que se utiliza en instrumentos de medición, para la iluminación de calles y autopistas, en motores de turbinas y en medicina.

Anastasio Reséndiz, comisariado del ejido Plazuelas y varios ejidatarios, lamentaron que los tres niveles de gobierno no escuchen la petición de solucionar el conflicto y autorizar permisos para que ellos, como ejidatarios y dueños de las tierras, puedan explotar y aprovechar el metal.

Cerca de allí, en Camargo, comunidad también de Peñamiller ubicada en el kilómetro 119 de la carretera estatal que conduce a la Sierra Gorda, también hay una mina que es explotada en forma artesanal por unos 200 ejidatarios de ocho a 10 horas diarias para extraer mercurio.

A la mina, conocida como Fundidora Camargo o San Carlos Tres Picos, cada gambusino ingresa con una lámpara de carburo y pilas recargables, algunos con un casco. Aseguran tener la concesión para explotar el metal.

Para ello descienden de 80 a 500 metros. En ocasiones utilizan malacate. Dentro, ubican en las paredes una falla, que es de donde pueden cavar con una perforadora para sacar los trozos de roca que contiene el metal. Cuando no alcanza con la perforadora, utilizan dinamita.

Al final, cada persona carga un costal de 70 y 80 kilogramos de piedra en bruto. Esa roca es colocada en alguno de los aproximadamente 10 hornos artesanales como el descrito anteriormente para extraer el líquido.

Piden apoyos gubernamentales

Ejidatarios de Plazuelas y Camargo coincidieron en que requieren apoyos gubernamentales para que la extracción y comercialización del mercurio sea de forma tecnificada para disminuir los niveles de contaminación.

Sin embargo, la delegación estatal de la Secretaría de Economía no cuenta con un padrón sobre el número de minas en la entidad y menos cuántas son explotadas sin autorización, principalmente en la zona serrana.

Hasta agosto pasado, esa dependencia había emitido 450 concesiones en todo el estado, lo que representa un incremento de 20 por ciento en comparación al mismo periodo de 2010, principalmente en los municipios serranos.

Un problema adicional es la contaminación. El humo que emiten los hornos contiene partículas de mercurio que llegan al suelo, donde son absorbidos por las plantas o se esparcen en el aire que inhalan personas y animales, con graves riesgos para la salud, no sólo de los pobladores de Peñamiller, sino también de San Joaquín y Cadereyta de Montes, donde también viven de esta actividad.

En 1996, químicos de la Universidad Autónoma de Querétaro estudiaron y concluyeron que existe contaminación por ese metal hasta 10 veces más de lo permitido en agua de manantiales, vegetales y animales. En hígados de pollo que analizaron encontraron 345.56 unidades por gramo, cuando lo permitido por las normas oficiales en el consumo de una persona que pesa 60 kilogramos es de 50 unidades por gramo.