Opinión
Ver día anteriorMiércoles 14 de septiembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Palestina, México y América Latina
L

os sionistas aficionados a la cábala podrían sostener que el 29 de noviembre de 1947, día de la partición de Palestina, la buena suerte cayó en 13. Pues tal fue el número de países latinoamericanos que en la Asamblea General de la ONU votaron a favor de la histórica resolución 181.

Sin ellos no se habrían alcanzado las dos terceras partes requeridas para desmembrar el territorio administrado por Inglaterra desde 1920. Se abstuvieron Argentina, Colombia, El Salvador, Honduras, México y, a último momento, Chile.

India, Irán y Yugoslavia se pronunciaron en contra, tras proponer la unidad de Palestina en una suerte de federación estatal árabe-judía. No fueron tomados en cuenta, así como tampoco la opinión de los habitantes del territorio, cuyos derechos fueron ignorados.

En forma flagrante, el desmembramiento ignoró el espíritu de la Carta del Atlántico, suscrita por Franklin D. Roosevelt y el premier Winston Churchill. En la carta, Washington condicionaba su participación en la Segunda Guerra Mundial al compromiso escrito de que ningún país albergaba pretensiones territoriales. La Carta del Atlántico fue el borrador para la Carta de la ONU (1945).

¿Qué criterios sostuvo México para abstenerse? En una minuciosa investigación realizada por el historiador argentino Pablo Montero, resulta interesante revisar los entretelones del caso (Israel-Palestina: rompecabezas para armar, Museo Nacional de las Culturas, 1986, pp. 115-118).

Tres días antes de la votación, el gabinete del presidente Miguel Alemán (a quien la historia nacional recuerda con el cariñoso apodo de Míster Amigou) recibió 2 mil telegramas de intelectuales, periodistas, políticos y empresarios del país y del exterior. Sugestivamente, la secretaría más presionada fue la de Hacienda y Crédito Público, conducida por Ramón Beteta.

Entre los mensajes, destaca el de una supuesta asociación de Americanos Progresistas de Brooklyn, amenazando con el boicot al turismo estadunidense y los productos mexicanos. Y en un memorando confidencial, remitido a la cancillería por el embajador en la ONU Luis Padilla Nervo (suscrito por Rafael de la Colina, embajador alterno), se lee:

“La poderosa comunidad judía de Estados Unidos, que en gran parte domina la banca, los diarios de prestigio, las agencias informativas y el cinematógrafo, se halla profunda y abiertamente interesada en la constitución de un Estado judío en Palestina…”

De la Colina agregó: “Ante la disputa irreconciliable de dos grandes grupos humanos, cualquiera resolución que la Asamblea tomara, sin su consentimiento, violaría los derechos de una de las partes, o de las dos…”

En vista de la cacería de votos emprendida por Washington, el canciller Jaime Torres Bodet (quien tampoco era enemigo del imperio) giró instrucciones a sus delegados para que México se ajustase al principio de autodeterminación de los pueblos, mostrando al mundo firmeza, coherencia y dignidad en su política exterior.

Cuba fue el único país de América Latina en votar contra la partición. Ernesto Dihigo, delegado del país caribeño, denunció “…la presión que se ha ejercido sobre nosotros”. Y Alfonso López, de Colombia, declaró en rueda de prensa:

“El plan de partición jamás habría llegado a la Asamblea sin el poderoso apoyo de Estados Unidos. Se trata de una propuesta de la minoría… No me extraña que el plan haya tenido que cruzar el Atlántico para encontrar los partidarios que no pudo hallar en el Cercano Oriente y en el Mediterráneo”. En efecto, ninguno de los países que votaron en favor de la partición era de Medio Oriente.

Sesenta y tres años después, la Asamblea General se apresta a reconocer al Estado palestino, haciendo justicia –como bien apuntó el embajador Hermilo López Bassols– a un reclamo del pueblo palestino, y de más de 125 países de los 193 que hoy componen las Naciones Unidas.

¿Qué posición adoptará México? ¿Votará en bloque junto con sus hermanos del sur o se postrará al norte violento y brutal que nos desprecia?

Miembro de una generación de diplomáticos que defendieron con gallardía los intereses del país (Emilio Rabasa Mishkin, 1975-76, Alfonso García Robles 1976-79, Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa 1979-82), López Bassols asegura que México tiene una oportunidad histórica: acompañar al bloque de países latinoamericanos que, mayoritariamente, apoyarán la creación de un hecho jurídico y político incuestionable: el reconocimiento del Estado palestino.

Como fuere, el eventual ingreso de Palestina a la ONU proyecta un horizonte cargado de amenazas. En una antigua caricatura publicada en una revista estadunidense se muestra a una familia palestina apretujada en una tienda de un campamento de refugiados, mientras un avión israelí, de fabricación yanqui, bombardea sin pausa el lugar.

Mirando llover las bombas desde el cielo, la madre comenta a sus hijos: Estoy segura de que la ONU acaba de adoptar una resolución contra Israel.