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De pronto, un estruendo y el frenón en seco nos tiró
 
Periódico La Jornada
Miércoles 31 de agosto de 2011, p. 35

El vagón estaba en movimiento; los pasajeros de la unidad 31 del Tren Ligero que viajaban hacia la estación Taxqueña esperaban llegar en unos minutos a la estación Huichapan. Casi eran las 7 horas y los pasillos estaban llenos.

El impacto los sacó de su lugar; unos cayeron al piso, otros gritaron. Se descarriló el tren, pensó Julia al caer de bruces y quedar frente a un par de zapatos.

Adelante había una señora que ya no se paró. No supe si estaba herida o se desmayó. Todos buscábamos salir tras el primer momento de silencio.

Después los rostros de desconcierto. Las crisis, las heridas, la consternación.

Los pasajeros de la unidad 27 también avanzaban. Doña Delia platicaba con su hija, quien se bajaría en la siguiente estación, mientras ella seguiría su recorrido de siempre hasta el trabajo. De pronto, un estruendo y un frenón en seco nos tiró.

Minutos después de lograr salir del vagón, miraron con sorpresa lo que sucedió. No vimos que nos estrellamos porque no veníamos adelante; sólo sentimos el jalón.

Decenas de ambulancias llegaron a atender a los heridos. Algunos con golpes evidentes, otros con dolor de cuello y pies. Muchos más, consternados en medio del llanto. Los paramédicos atendían a todos.

El tránsito quedó completamente detenido. La llegada de las unidades policiacas y de rescate ocupaban varios carriles de calzada de Tlalpan. El servicio suspendido del Tren Ligero derivó en mayor caos.

Los pasajeros que trataban de usar ese transporte para salir de Xochimilco llenaron microbuses y taxis. Algunos, por la prisa, ni siquiera se dieron cuenta de que la Red de Transporte de Pasajeros (RTP) envió 50 unidades para prestar servicio gratuito de la terminal Xochimilco a la estación Xomali, en ambos sentidos.

Quienes sí aprovecharon el traslado de RTP colmaron las unidades con dirección a Xomali, del lado contrario, en detrimento de los camiones regulares, que lucieron vacíos, ya que no había gran demanda. Incluso hubo quienes optaron por caminar y llegar tarde a trabajar.